Palabra y pol¨ªtica
Si la palabra, en tanto que discurso racional, define sustancialmente a los humanos, parece evidente que demanda de suyo no ser prostituida us¨¢ndola en vano, sino en verdad, justicia y necesidad, tal como los creyentes debemos usar el nombre de Dios. Esto, que en el campo de la ciencia y la cultura es un axioma inamovible, vale tambi¨¦n en el orden pr¨¢ctico de la vida cotidiana, en el decir de la gente, de suerte que su violaci¨®n supone pechar con el sambenito de embustero y sufrir el desprecio y descr¨¦dito ajenos. S¨®lo en la vida p¨²blica y concretamente en la pol¨ªtica es moneda de cambio la palabra envilecida, ya sea falaz, agresiva o injuriosa. Actualmente asistimos, dada la coyuntura electoral, a un reverdecimiento del lodazal ling¨¹¨ªstico. ?Ser¨ªa mucho pedir a los padres de la patria, desde la humilde condici¨®n de ciudadano de a pie, que si ejemplarizan con su discurso, al menos no nos desmoralicen y defrauden propiciando la general incredulidad y desprecio de la pol¨ªtica?- .
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