?La escritura o la vida?
El 11 de abril de 1945, Jorge Sempr¨²n fue liberado en el campo de concentraci¨®n nazi de Buchenwald por las tropas del IX Ej¨¦rcito Norteamericano del general George Patton. Dos a?os antes, Sempr¨²n, miembro de la red de resistencia brit¨¢nica Buckmaster en Francia, fue capturado y deportado al campo situado a las afueras de Weimar, la ciudad de Goethe, la ciudad que le dio nombre a la fugaz rep¨²blica democr¨¢tica de la primera posguerra. De su traslado a Buchenwald, Sempr¨²n da cuenta en la novela El largo viaje, que en 1964 gan¨® el Premio Formentor otorgado por un conjunto de editores internacionales que asum¨ªan el compromiso de publicar el libro en franc¨¦s, ingl¨¦s, italiano, alem¨¢n y espa?ol. Sempr¨²n cuenta c¨®mo cada uno de sus editores -Barney Rosset, George Weidenfeld, Einaudi, Gallimard, Rowohlt- le entreg¨® las versiones en ingl¨¦s, alem¨¢n, franc¨¦s e italiano. En cambio, Carlos Barral, editor espa?ol del libro, le hizo entrega al autor de un lujoso tomo empastado -pero con las p¨¢ginas en blanco-. Barral significaba, de este modo, su repudio sarc¨¢stico a la censura franquista que prohibi¨®, por supuesto, un libro que maltrataba al nazismo, al aliado b¨¦lico de Francisco Franco.
Evoco esta an¨¦cdota porque podr¨ªa pensarse que Jorge Sempr¨²n, al publicar La escritura o la vida cincuenta a?os despu¨¦s de la liberaci¨®n de Buchenwald, se autocensur¨® durante cinco d¨¦cadas antes de hablarnos de su experiencia concentracionaria, en contraste con escritores como Primo Levi o Elie Wiesel, que la comunicaron con cierta urgencia. La escritura o la vida da cuenta, en cambio, de la larga y dolorosa v¨ªa que Sempr¨²n debi¨® recorrer para transformar una experiencia vivida, y que jam¨¢s le abandon¨®, en experiencia escrita, comunicable para los dem¨¢s pero sobre todo para el propio Sempr¨²n, a partir de esta paradoja: convertirse en otro para seguir siendo ¨¦l mismo.
Como todo gran libro -y La escritura o la vida es uno de los m¨¢s grandes libros que yo he le¨ªdo-, ¨¦ste de Jorge Sempr¨²n es un canto a s¨ª mismo y una transgresi¨®n revolucionaria de los g¨¦neros. S¨®lo que, en Sempr¨²n, los dos motivos se entrecruzan constantemente. Canto a su propia gestaci¨®n como libro, La escritura o la vida se gesta como poema, novela, ensayo, documento, memoria. Cada uno de sus grandes temas -el mal y la muerte, la memoria y la mirada- asume las diversas maneras gen¨¦ricas para acercarse a la materia misma que da t¨ªtulo al libro. ?Escribir o vivir?
La evidencia primaria de Buchenwald son las chimeneas del crematorio. ?Est¨¢n encendidas o apagadas? Apestan, agravian al paisaje, lo cubren de ceniza. Las cenizas fueron cuerpos humanos. Buchenwald es un nombre de la muerte, del horror y del mal. Pero Sempr¨²n, por principio de cuentas, se niega la facilidad de describir muerte y mal s¨®lo a trav¨¦s del horror.
"Imagino que habr¨¢ buen n¨²mero de testimonios", dice un prisionero franc¨¦s. "Valdr¨¢n lo que vale la nada del testigo, su agudeza, su perspicacia... Y enseguida vendr¨¢n los documentos... M¨¢s tarde, los historiadores recoger¨¢n, reunir¨¢n, analizar¨¢n... Todo ser¨¢ dicho, consignado... Todo ser¨¢ verdadero..., salvo que faltar¨¢ la verdad esencial, la que jam¨¢s podr¨¢ alcanzar ninguna reconstrucci¨®n hist¨®rica, por perfecta y omnicomprensiva que sea".
"Har¨ªa falta un Dostoievski", le responde Sempr¨²n al prisionero franc¨¦s. Porque el desaf¨ªo del mundo concentracionario no es, por lo menos principalmente, la descripci¨®n del horror. El desaf¨ªo ser¨¢ la exploraci¨®n del alma humana en el horror del Mal.
La paciencia de Sempr¨²n no supone, de ninguna manera, desprecio por los testimonios y documentos del horror nazi. Todo lo contrario. Viejo amigo de Alain Resnais, Sempr¨²n sabe de qu¨¦ manera nos afect¨® a toda una generaci¨®n ver las im¨¢genes de Noche y niebla, el documental del cineasta franc¨¦s sobre Auschwitz, de 1955. Los noticieros, las fotograf¨ªas, David Rousset, Wiesel, Levi, las visitas que algunos hicimos a esos desiertos del alma, todo fue imprescindible, desde luego. Nuestro siglo carecer¨ªa de conciencia sin esos testimonios.
El camino de Sempr¨²n es otro, es el que faltaba y es asimismo insustituible. Recuerda el autor una frase de Andr¨¦ Malraux. que, curiosamente, motiv¨® tambi¨¦n la novela de William Styron sobre el universo concentracionario: "Busco esa zona crucial del alma en la que el Mal absoluto se opone a la fraternidad". A Styron, las palabras de Malraux le inspiraron Sophie's Choice y la extensi¨®n del Mal no s¨®lo a quienes m¨¢s lo sufrieron, los jud¨ªos de Europa, sino a los cat¨®licos, gitanos, comunistas, socialistas, eslavos, homosexuales, que Hitler incluy¨® en su macabro proyecto de exterminio.
A Sempr¨²n le sirven para concluir que el horror no es el Mal, es s¨®lo su apariencia, su maquillaje, pues el Mal, tr¨¢gicamente, es "uno de los proyectos posibles de la libertad constitutiva de la humanidad del hombre". La libertad puede ser ra¨ªz tanto de la humanidad como de la inhumanidad del ser humano. ?sta es su esencia tr¨¢gica, la que nos aleja del melodrama pero tambi¨¦n del crimen, para dejarle aqu¨¦l al sentimentalismo hist¨®rico, ¨¦ste a la perversi¨®n pol¨ªtica, y la tragedia, de nuevo, a la libertad personal y colectiva. En esta libertad se instala Jorge Sempr¨²n, escritor, y a partir de ella reconoce a Buchenwald, lugar de la muerte.
Pero si la muerte es la premisa misma del libro, Sempr¨²n escoge, para contradecirla, a la mirada. Porque la mirada de un guardia SS, su sola mirada, est¨¢ condenando ya a Sempr¨²n, al prisionero, a muerte, y el prisionero Sempr¨²n s¨®lo puede contestar a esa mirada criminal con su propia mirada fatalmente libre, sobre el mundo. El prisionero constituye al mundo con la mirada y le da respuesta al verdugo: tu mirada mortal no hace sino acrecentar mi deseo de vivir y aun de sobrevivirte.
Armado de esta convicci¨®n, Sempr¨²n puede aceptar la muerte en Buchenwald no en los t¨¦rminos mortales del r¨¦gimen nazi, sino, valga la nueva paradoja, en los t¨¦rminos vitales de la fraternidad. La escritura o la vida es un conmovedor relato de c¨®mo se escoge la fraternidad en la muerte, porque si para el pensamiento racional la muerte es el ¨²nico evento cuya experiencia individual nos es vedada, la experiencia colectiva del campo permite vivir la muerte como hecho fraternal. Un poema de Vallejo, maravillosamente evocado a lo largo del libro como parte de la belleza raps¨®dica de Sempr¨²n, da la dimensi¨®n tr¨¢gica de esta forma de morir:
"Al fin de la batalla,/ y muerto el combatiente, vino hacia ¨¦l un hombre / y le dijo: '?No mueras, te amo tanto!'. / Pero el cad¨¢ver, ?ay!, sigui¨® muriendo... ".
Este "seguir muriendo", tan cercano a la vivencia barroca del "muero porque no muero", adquiere aqu¨ª un contexto activo: Jorge Sempr¨²n no escapa a la muerte, la atraviesa, es atravesado por ella, la vive. Pero, aunque sobrevive a la muerte de los dem¨¢s, a¨²n no, sabe, al ser liberado, si sobrevivi¨®, ¨¦l mismo, a su propia muerte.
?Pudo recuperar Sempr¨²n una vida que ya es sobrevida mediante la descripci¨®n de Buchenwald? No, a menos que el escritor Sempr¨²n le devuelva a Buchenwald, un d¨ªa, la vivencia del hombre Sempr¨²n, que consistir¨¢ en recobrar la vida antes de, o a fin de, recobrar la escritura. De nuevo, la mirada es el puente entre las adversidades de ?la escritura o la vida? "El mundo y mi mirada se enfrentaban, coexist¨ªan. Mejor a¨²n, mundo y mirada no eran nada el uno sin la otra. El mundo le daba su consistencia a mi mirada, mi mirada le daba su brillo al mundo". Porque entiende esto, el autor puede preguntarse si, despu¨¦s de dos a?os de eternidad glacial que lo separaron de s¨ª mismo, puede regresar un d¨ªa as¨ª mismo.
Se inicia entonces la maravillosa reconstrucci¨®n de un alma muerta, una de las m¨¢s bellas trayectorias que jam¨¢s se hayan escrito. Sempr¨²n busca la recuperaci¨®n de su vida en la m¨²sica, en la poes¨ªa, en las mujeres, en la pol¨ªtica... Tiembla de emoci¨®n al reconocer un libro de Kafka en la vitrina de una librer¨ªa en Z¨²rich. Oye la trompeta de Louis Amstrong y la vida regresa con "esa m¨²sica de libertad, violenta y tierna, de una rigurosa fantas¨ªa". Ama a Odile y ella reinventa para ¨¦l los gestos de la vida, le reinventa un cuerpo que ya no es el de la pura supervivencia, sino el del desgaste amoroso...
Transfigurada por el amor, la m¨²sica y la poes¨ªa, la memoria regresa, depurada: un vuelo de palomas en la plaza de Cibeles las golondrinas de Breta?a, los vel¨¢menes de Formentor... y un jard¨ªn que no debe desaparecer, inquieto, vasto, escondido... La sorpresa, la capacidad de asombro, regresan. Asombro de que la existencia sea gratuita, de que el oc¨¦ano huela a yodo. Sorpresa de poder hojear un libro, de acariciar las caderas de una mujer, sus p¨¢rpados dormidos. Capacidad de futurizarse de vuelta, de describir la inmensidad del porvenir.
Y s¨®lo entonces, asombro, capacidad, sorpresa, emoci¨®n, posibilidad, cincuenta a?os m¨¢s tarde, de escribir porque primero vivi¨® todo esto, no s¨®lo Buchenwald, sino los cincuenta a?os despu¨¦s de que se apagaran las chimeneas. La. paciencia de Sempr¨²n se vuelve, sobre s¨ª misma, y el libro, entonces, ocurre en ese, momento de horror en que el prisionero Sempr¨²n se ha olvidado de s¨ª mismo, no se ha vuelto a ver en un espejo y s¨®lo se constituye por la mirada de horror con que lo juzgan sus liberadores en Buchenwald. El otro le dice: "Has sobrevivido".
La escritura o la vida es uno de esos libros que marcan para siempre a sus lectores. No es posible pasar por una experiencia tan intensa, tan bella, tan inteligente, sin transformarse uno mismo. Al grado. de que otro escritor, ley¨¦ndolo, puede preguntarse si vale la pena seguir escribiendo despu¨¦s de leer una obra tan hermosa e inalcanzable. Entonces Sempr¨²n, el generoso escritor y amigo, reaparece entre sus propias p¨¢ginas y nos dice: estamos vivos y obligados a asumir ese estado absurdo o al menos improbable, de proyectarnos en un futuro que nos es intolerable imaginar, aun cuando sea un futuro feliz.
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