Por San Blas, las cigue?as ya est¨¢n
Los macrovertederos y el invierno corto cambian un h¨¢bito de la era terciaria
El refr¨¢n de que "por san Blas -que fue ayer-, la cig¨¹e?a ver¨¢s" se ha ajustado a la realidad durante miles de a?os. Pero ahora muchas cig¨¹e?as ya no desaparecen, de la Pen¨ªnsula tras cruzar el Estrecho. Como mucho, pasan unas cortas vacaciones invernales en Andaluc¨ªa. Este cambio se debe a que encuentran en Madrid comida suficiente durante todo el a?o: la que dejan los humanos en los vertederos y basureros al aire libre. Valdeming¨®mez, el vertedero de Pinto y el de Colmenar Viejo se han convertido en una despensa que las retiene en la regi¨®n. De unas 1.200 aves que vendr¨¢n ahora a Madrid, el 15% se quedar¨¢ a finales del oto?o.Adem¨¢s, seg¨²n los expertos, otro motivo por el que han dejado de cruzar el Estrecho es que los inviernos en la Pen¨ªnsula son m¨¢s cortos y suaves debido al cambio clim¨¢tico de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Ya no tienen que volar grandes distancias en busca del calor. En todo caso, hacen un viaje muy corto a las costas andaluzas para buscar temperaturas m¨¢s suaves. Entonces vuelven antes de febrero; por ejemplo, en noviembre del a?o pasado llegaron a Pinto.
As¨ª que las cig¨¹e?a s urbanas han abandonado las migraciones que cumpl¨ªan fielmente desde la era geol¨®gica terciaria. Viajaban en invierno, en busca de alimento y de temperaturas suaves, a tierras del ?frica subtropical y tropical, y regresaban entre diciembre y febrero.
Ahora gran n¨²mero de estas aves se queda todo el a?o en campanarios, torres, ¨¢rboles y emplazamientos tan ins¨®litos como gr¨²as de obras, pues esta especie, la ¨²nica salvaje y dom¨¦stica a un tiempo, ocupa lugares inesperados en las ciudades debido a la escasez de emplazamientos causada por las talas de ¨¢rboles y el deterioro ambiental.
La cig¨¹e?a blanca vuelve ahora a estar muy presente en la regi¨®n, con 562 nidos censados en 1995 (una pareja por nido), en 'los que nacieron 768 cig¨¹e?atos. Once a?os antes, s¨®lo se contabilizaron 226 nidos. Su supervivencia se hab¨ªa visto amenazada por la actividad del hombre: disparos, derribo de nidos, choques, electrocuci¨®n, talas y causas naturales como la desaparaci¨®n de ¨¢rboles por la grafiosis.
Madrid ha recuperado a las cigue?as hasta tal punto que una pareja lleva una semana intentando anidar en pleno casco hist¨®rico, en la chimenea del Campo del Gas, junto a la Puerta de Toledo, seg¨²n explica el m¨¢s destacado experto en las cig¨¹e?as de Madrid, Ezequiel Mart¨ªnez Rodr¨ªguez. El las ha visto en la ¨²ltima semana llevando ramitas a la boca de esta chimenea, cuyo agujero est¨¢ tapado, afortunadamente para ellas. La jornada de esta pareja discurre entre el Manzanares, donde bebe a su antojo, y el vertedero de Valdeming¨®mez, situado a unos 10 kil¨®metros en l¨ªnea recta. Recorrer esa distancia es un paseo para estos ejemplares, capaces de recorrer en una jornada entre 200 y 350 kil¨®metros sin casi gastar energ¨ªa, ya que planean.
La urbana pareja llega desde el nido al vertedero de Valdeming¨®mez por la ma?ana temprano. Se sit¨²a en los mont¨ªculos elevados y all¨ª, junto con otros ejemplares de la especie, espera a que los camiones de basura descarguen( conocen el horario de los camiones y se han adaptado a ¨¦l). Despu¨¦s empiezan a volar sobre los desperdicios, a poca altura, hasta que una de ellas toma tierra. Si no hay peligro, la siguen las dem¨¢s. All¨ª no s¨®lo se dan unos grandes festines, sino que hallan objetos que los machos llevan al nido como regalo para las hembras: trozos de estropajo, de telas -prefieren las de vivos colores-, paquetes de tabaco, cuerdas... Precisamente, las cuerdas suponen un importante factor de muerte, ya que los cigo?inos se pueden enrollar con ellas el cuello y asfixiarse. Treinta, de casi 150 muertes, se debieron a este motivo en 1995.
Tambi¨¦n ingieren objetos llamativos: gomas el¨¢sticas, pilas de reloj, cristales de colores, chapas de botellas. Despu¨¦s, forman con ello una bola en el est¨®mago, llamada egagr¨®pila, que expulsan por el pico.
Las telas les llaman tanto la atenci¨®n que hasta dan lugar a graciosas an¨¦cdotas. Ezequiel Mart¨ªnez cuenta, en su libro La cig¨¹e?a blanca en la Comunidad de Madrid (Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, 1993), que el capataz de una finca de Guadalix de la Sierra acostumbra a a poner sus ropas a secar sobre la pradera. Y siempre le faltaba una prenda por colada. Un d¨ªa esper¨® al ladr¨®n. Hasta que apareci¨® una cig¨¹e?a y se llev¨® una camiseta como trofeo.
La jornada de la pareja del Campo del Gas finaliza al atardecer, cuando regresan a la chimenea con sus trofeos y rama para el nido. All¨ª, posadas, se la ver¨¢, por ejemplo, poniendo e orden y limpiando sus pluma con el pico, una tarea higi¨¦nica pr¨¢ctica (las colocan para mejorar su aerodin¨¢mica). La cigue?a de vertedero se mancha mucho con el humo de la quema de basuras, la pintura...
Si la pareja referida, consigue instalarse en pleno centro de Madrid, habr¨¢ recuperado una tradici¨®n que se perdi¨® hace d¨¦cadas. Bien es cierto que no ser¨¢n las ¨²nicas en el municipio: hay nidos en la iglesia de lo que fue e pueblo de Vallecas, en la chimenea de San Crist¨®bal de Los ?ngeles y en Vic¨¢lvaro. Cada a?o -si han emigrado- ocupan e emplazamiento las mismas parejas. Siempre lo hacen as¨ª.
En construir o reconstruir el nido tardan de 7 a 15 d¨ªas. El macho transporta los materiales recogidos en el campo y los vertederos, y la hembra los coloca La vivienda pesa unos cincuenta kilos y tiene una altura de hasta siete metros. Luego siguen llevando ramas y hierbas seca para dar calor a las cr¨ªas. As¨ª puede haber edificios de hasta 400 kilos. Los m¨¢s grandes se encuentran en Alcal¨¢ de Henares (donde hay normas municipales para la protecci¨®n de los nidos) Fuente el Saz, Rivas-Vaciamadrid, Getafe, Arganda, Pinto y Guadalix de la Sierra.
Insistencia peligrosa
Cuando las tejas de iglesias y otros edificios se sustituyen por pizarra, las cig¨¹e?as tienen problemas: no pueden construir sobre ese material tan resbaladizo. Por eso, tales reformas en tejados donde suele haber nidos deben ser comunicadas a la Agencia de Medio Ambiente. La cig¨¹e?a es tan persistente que lleva y lleva ramas al nuevo tejado de pizarra, y se le caen al suelo formando en la calle un gran mont¨ªculo de materiales que llama la atenci¨®n de la gente.En los pr¨®ximos d¨ªas bastar con acercarse a un pueblo donde haya nido, o bien al Campo de Gas de Arganzuela -si la pareja cuyos h¨¢bitos se han relatado termina su nido-, para observa el apareamiento de la especie. E la ¨¦poca, febrero, de la reproducci¨®n. En los d¨ªas en que el instinto despierta, el macho ha embellecido su pico con un rojo m¨¢s intenso. Dentro del nido, o cerca, el macho monta a la hembra con cuidado. Abre las alas par mantener el equilibrio y picote el cuello de la hembra, a la ve que resopla. La c¨®pula termina con un crotoreo al un¨ªsono; ambas estiran el cuello, hasta tocar se el dorso con el pico. Repiten e acto varias veces en el d¨ªa y durante varias semanas.
El aumento de las cig¨¹e?as e Madrid se ha logrado gracias las asociaciones ecologistas, a la Agencia de Medio Ambiente y programas espec¨ªficos como e de Uni¨®n Fenosa. La compa?¨ªa el¨¦ctrica a¨ªsla los cables que matan a las aves por electrocuci¨®n
choques, y tambi¨¦n instala posaderos en los postes, aislados de la corriente. La tarea de estos organismos ha sido fundamenta para pasar de 226 nidos en 198 a 562 en 1995.
Se trata de facilitar lo que e hombre ha destruido: la conservaci¨®n de los nidos, garant¨ªa de que volver¨¢n aquellas cig¨¹e?a que a¨²n emigran. Y es que no s¨®lo saben encontrar el nido abandonado el a?o anterior sino que regresan el mismo d¨ªa del mismo mes, a?o tras a?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Ecologismo
- Ecologistas
- San Blas
- Aves
- Organizaciones medioambientales
- Ideolog¨ªas
- Protecci¨®n ambiental
- Animales
- Especies
- Medio ambiente
- Distritos municipales
- Ayuntamiento Madrid
- Madrid
- Ayuntamientos
- Gobierno municipal
- Comunidad de Madrid
- Administraci¨®n local
- Espa?a
- Pol¨ªtica municipal
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica