El cierre del cierre
Cerradas hace diez d¨ªas las candidaturas para el 3-M, los partidos consagraron el pasado fin de semana a presentar en sociedad a sus futuros parlamentarios: sin embargo, el principal atractivo de las listas para el Congreso no son los nombres que las componen, sino las siglas que las amparan y el candidato a la presidencia que las lidera. La interdicci¨®n constitucional del mandato imperativo y la teor¨ªa cl¨¢sica de la representaci¨®n parlamentaria otorgan la propiedad pol¨ªtica del esca?o a cada diputado individual, no al partido que lo incluye en sus listas y que paga su campa?a; la consecuencia operativa de esa situaci¨®n es que cualquier parlamentario puede abandonar el partido que le ha transportado al Congreso -como si fuese una maleta- dentro de sus candidaturas cerradas para pasarse luego a su m¨¢s encarnizado adversario con armas, bagajes y esca?o.Si bien los partidos tienden siempre a incluir en sus listas a gente segura por temor al transfuguismo y para garantizar la disciplina del futuro grupo parlamentario, el proceso de formaci¨®n de las candidaturas del 3-M ha seguido pautas diferentes en funci¨®n de los; horizontes electorales de cada formaci¨®n pol¨ªtica y de su moral de combate. Las luchas para conseguir un buen puesto en las listas del PP quedaron pacificadas por sus halag¨¹e?as perspectivas electorales; si los excelentes resultados obtenidos hace ocho meses en los comicios auton¨®micos y locales ampliaron considerablemente las parcelas de administraci¨®n regional y municipal bajo su dominio, despu¨¦s del 3-M los cargos p¨²blicos a disposici¨®n de los populares se multiplicar¨¢n probablemente como los panes y los peces del milagro evang¨¦lico. As¨ª, pues, Aznar podr¨ªa contestar a los candidatos molestos por su mala colocaci¨®n en las listas con el tranquilizador mensaje que -seg¨²n dicen- envi¨® Adolfo Su¨¢rez en 1977 a la gente mas descontenta de UCD: habr¨¢ globos para todos despu¨¦s de las elecciones.
Los socialistas, en cambio, se aprestan a representar el drama post-electoral de repartir los recursos escasos cosechados en las urnas entre una nube de peticionarios demasiado acostumbrados a la abundancia tras. casi tres lustros de mayor¨ªas absolutas, gobiernos monocolores y control de comunidades aut¨®nomas, diputaciones y ayuntamientos. Si el sue?o del Fara¨®n -interpretado con ¨¦xito por el casto Jos¨¦- sobre las vacas lustrosas y las espigas henchidas devoradas por las vacas macilentas y las espigas asolanadas ilustra la teor¨ªa de los ciclos econ¨®micos, el relato del G¨¦nesis tambi¨¦n podr¨ªa servir de ense?anza a los pol¨ªticos reacios a admitir que la alternancia en el poder es un acontecimiento inevitable en los sistemas democr¨¢ticos. Los miembros del aparato del PSOE en cada provincia -sean renovadores o guerristas- han tratado a toda costa de conseguir un lugar en la lista que les asegure su esca?o. Las ¨¦pocas de penuria no suelen ser una escuela de virtudes c¨ªvicas: como sabe cualquier visitante del Louvre que se haya detenido ante La balsa de la Medusa, el cuadro de
Th¨¦odore G¨¦ricault sobre los supervivientes de una fragata francesa naufragada en 1816 ante las costas de ?frica, la escasez dif¨ªcilmente mueve a la solidaridad y menos a¨²n a la generosidad. Aunque el experimento Garz¨®n no hubiese resultado tan costoso para sus padrinos, los pol¨ªticos profesionales del PSOE se habr¨ªan resistido ahora como gato panza arriba al fichaje de independientes que pudiese desplazarles en las listas. La marginaci¨®n inicial de las mujeres en las candidaturas, rectificada a ¨²ltima hora y con grandes esfuerzos, ha mostrado, adem¨¢s, que el sistema de cuotas utilizado como mecanismo para la discriminaci¨®n positiva femenina apenas ha modificado la cultura pol¨ªtica de recia fraternidad viril dominante en el PSOE. Y si los socialistas se presentaron a las elecciones de 1993 bajo la invocaci¨®n aperturista del cambio del cambio, la confecci¨®n de sus candidaturas en 1996 parece haber estado presidida por la consigna sectaria del cierre del cierre.
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