Un fantasma recorre Europa
El espectro de la uni¨®n monetaria hiela el coraz¨®n de las canciller¨ªas europeas. Se acercan las fechas en que el Tratado de Maastricht manda sustituir las monedas nacionales por la que ahora llaman euro y los europeos descubren que sus pa¨ªses no est¨¢n preparados para tama?a transformaci¨®n. Tal es el espanto, que una persona tan intelectual como el doctor Rojo Duque, gobernador del Banco de Espa?a, ha declarado poco ¨²til el ponerse a discutir si el proyecto de una uni¨®n monetaria es deseable desde un punto de vista econ¨®mico, pues es un proyecto pol¨ªtico cuyas dimensiones exceden las estrictamente econ¨®micas y a los espa?oles s¨®lo nos cabe decir si nos interesa o no. Se?ores, ?a callar!El miedo de los pol¨ªticos a que les estropeen el cotarro es tal, que se dan como ciertas patentes fals¨ªas, cual la de que no puede haber mercado ¨²nico sin moneda ¨²nica o que los gobiernos pueden devaluar cuanto y como les venga en gana en una econom¨ªa abierta y con libre movimiento de capitales.
Miguel Boyer ha cometido el pecado que los pol¨ªticos no perdonan, el de confesar que se ha equivocado. Perteneci¨® al Comit¨¦ Delors, que dise?¨® el Sistema Monetario Europeo y la Uni¨®n Monetaria. El fracaso del SME, especialmente en pa¨ªses de econom¨ªa intervenida y r¨ªgida como Espa?a e Italia, le ha convencido de estas cosas: que la reducci¨®n del d¨¦ficit y tama?o del sector p¨²blico que hay que procurar en todo caso, es objetivo independiente de la creaci¨®n de una moneda ¨²nica; que pa¨ªses con tan aguda tendencia al paro como los continentales europeos deben dejar que el cambio de su moneda lo fijen los mercados; y que el emplear la moneda ¨²nica para disciplinar pol¨ªticos gastadores lleva a cat¨¢strofes como la de Solchaga. En suma, Boyer no cree que el cintur¨®n de castidad sea la mejor garant¨ªa de la virtud femenina.
La cuesti¨®n es complicada y el p¨²blico est¨¢ confuso. Dar¨¦ cinco orientaciones para que ustedes se pongan a discutir, pese al interdicto del gobernador.
Desventaja. Una moneda ¨²nica funciona bien en pa¨ªses socialmente homog¨¦neos, econ¨®micamente flexibles, con un idioma com¨²n, como los EE UU: cuando hay crisis en alguna parte de la Uni¨®n, los norteamericanos no temen migrar con su familia y enseres, cual en el viejo Oeste. Cuando se trata de pa¨ªses r¨ªgidos y de compartimentos estancos, como Espa?a, los cambios flexibles facilitan el ajuste a los choques externos (subidas del precio del petr¨®leo en 1973 y 75, o riada ?le inversiones extranjeras del 85): si no, han de ajustarse con paro o inflaci¨®n.
Posible ventaja. Si el banco central europeo se comporta bien, la inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s ser¨¢n m¨¢s bajos en Espa?a. Pero la experiencia no ha sido muy buena. Es cierto que la peseta se ha devaluado m¨¢s que el ecu, pero desde que el ecu se fund¨® en 1979 ha perdido un 22% de su valor frente al marco (por eso han exigido los alemanes un cambio de nombre).
Desventaja. La uni¨®n monetaria entre regiones de muy diferente nivel econ¨®mico en el seno de una uni¨®n pol¨ªtica fomenta los fondos y ayudas de convergencia, con el consiguiente aumento del gasto p¨²blico y corruptelas pol¨ªticas. Eso ha ocurrido entre las dos Alemanias, pues la comunista dej¨® de exportar porque de entrada se sobrevalu¨® su moneda al fundirla con el DM, y luego el mercado no pudo adaptar los cambios a las circunstancias.
Peque?a ventaja. Los europeos funcionar¨ªamos con menos monedas, aunque la libertad financiera (cuando venga) reducir¨ªa las comisiones de cambio.
Peligro pol¨ªtico. El culpar a la UE de indispensables recortes presupuestarios producir¨¢ un enfrentamiento entre el ciudadano y la Comunidad, y no digamos lo que puede ocurrir si se a?ade la humillaci¨®n para Espa?a de ver que la Fr?ulein nos cierra la puerta de Club.
Bonita forma de consolidar la Uni¨®n Europea.
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