Es ¨¦l
El candidato que ayer inici¨® en Extremadura la campa?a propiamente dicha es Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el de siempre, pero en algo ha cambiado. Refleja m¨¢s fuerza en la mirada, tiene m¨¢s seguridad en s¨ª mismo, m¨¢s tablas, m¨¢s aplomo; les ha ganado ya a los socialistas dos elecciones sucesivas y va a por la tercera. Pero ahora ¨¦l encabeza las listas.Aznar viaja todos los d¨ªas desde Madrid hasta el punto del mitin vespertino (o matutino, con doblete, los fines de semana), en un reactor alquilado de siete plazas. En ¨¦l regresa nada m¨¢s terminar para dormir en casa. Prepara su intervenci¨®n en el vuelo de ida, sobre discursos anteriores y papeles que elaboran sus colaboradores.
Toma notas a mano, con una caligraf¨ªa dif¨ªcilmente inteligible, que a veces ni ¨¦l consigue descifrar. Las ideas se van ordenando en peque?as hojas que, a modo de fichas, ir¨¢ desgranando sobre el atril en la media hora de su intervenci¨®n.
Su oratoria, que no refulge por la brillantez, ha llegado a ser eficaz. Los mensajes calan en el p¨²blico y hasta lo que un observador ajeno considerar¨ªa defectos han acabado por encantar a los asistentes a los m¨ªtines.
"Provincia completa"
No renuncia a un coloquialismo caracter¨ªstico. El ¨²ltimo d¨ªa de la precampa?a, en C¨¢diz, no dud¨® en arrancar diciendo que le preguntan "?Oyeee... y tuuu¨², ?por qu¨¦ abres campa?a en C¨¢diz?". Y tampoco vacil¨® al explicar que contesta: "Porque quiero". Aplausos. "Y porque es una de las provincias m¨¢s bonitas y m¨¢s completas". Ovaci¨®n de gala. Con este concepto de "provincia completa" se ha metido al respetable en el bolsillo.
Cada orador pol¨ªtico tiene sus gestos, adem¨¢s de los del traductor para sordomudos, ya obligado en los grandes actos electorales. Aznar dice lo que sobra en Espa?a, corrupci¨®n, paro, etc¨¦tera. Las cosas que sobran las va apartando con la mano derecha. Enumera las que faltan. En su gesto m¨¢s caracter¨ªstico, las dos manos paralelas van encaj¨¢ndolas sobre el atril. Pide una mayor¨ªa fuerte, clara. Los dos pu?os cerrados vuelan una y otra vez, tambi¨¦n en paralelo, como si martillearan sobre el ¨¦ter los clavos de la mayor¨ªa suficiente. "Habr¨¢ irresponsables que quieran otra cosa", clama. Y entonces, a los imaginarios irresponsables que no quieren mayor¨ªa ni estabilidad, los se?ala con el dedo, que esta vez es el dedo de la mano izquierda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.