La cuesti¨®n personal
Kenzaburu O¨¦ ha inventado un mundo de monstruos. Cuenta que un d¨ªa de agosto de 1945 oy¨® la voz del emperador por la radio y entendi¨® que el emperador no era un dios: los dioses hab¨ªan muerto. El mundo de O¨¦ es el mundo despu¨¦s de Hiroshima y Nagasaki. O¨¦ descubri¨® dolorosamente la imposibilidad de lo sagrado, y aprendi¨® el desprecio por los dioses ca¨ªdos y los dioses falsos que llegaban de fuera. En el Jap¨®n invadido de los a?os cincuenta, O¨¦ estudi¨® literatura francesa en la Universidad de Tokio. Desconfiaba de los invasores norteamericanos: en La presa el aviador negro derribado se revelaba como otro dios falso, mentiroso y mortal. Tom¨® como modelos a Camus y Sartre; a Sartre le dedic¨® una tesis. Se convirti¨® en un escritor entre dos cat¨¢strofes: a la bomba at¨®mica se sum¨® el nacimiento de un hijo disminuido. O¨¦ escribi¨® entonces Una cuesti¨®n personal
Sigui¨® creciendo su universo de fen¨®menos: tarados, tuertos, hombres menguantes o anormalmente gordos que arrastran hijos subnormales. Sus f¨¢bulas envidiaban otros mundos: un ?frica de cazadores, una isla de antiguas haza?as de samurai. Pero el propio O¨¦ arrancaba las m¨¢scaras: la envidia hacia la edad heroica es una vileza rid¨ªcula. En El d¨ªa que ?l se digne a enjugar mis l¨¢grimas hay un enfermo terminal, probablemente fingido, con c¨¢ncer de h¨ªgado y gafas de buceador, que a?ora el momento en que su padre se inmol¨® al emperador para salvar a un Jap¨®n derrotado. Jim Nathn, bi¨®grafo de Yukio Mishima y traductor de O¨¦, vio en la aventura suicida una parodia de Mishima.
O¨¦ lleg¨® a rechazar la lengua literaria de escritores como Tanizaki y Kawabata, y prefiri¨® copiar provocadoramente el estilo de las traducciones al japon¨¦s de los novelistas occidentales, pero siempre se ha atenido a los principios de la moral tradicional: las obligaciones con los antepasados y los contempor¨¢neos, el cumplimiento de la deuda moral que fundamenta una vida noble. La verg¨¹enza del incumplimiento de la deuda es la cuesti¨®n verdaderamente personal. O¨¦ ha tratado de satisfacer dos deudas: ha participado incansablemente en los movimientos antinucleares y antimilitaristas, y ha anudado los lazos con su hijo como quien construye una obra de arte.
Todas las obras citadas est¨¢n publicadas por Anagrama. Tambi¨¦n existe una edici¨®n de Una cuesti¨®n personal en el C¨ªrculo de Lectores.
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