Antes de la derrota
Cuando, en su Teor¨ªa de la justicia, John Rawls analiz¨® el "rechazo consciente", esto es, la negativa de alguien a aceptar una disposici¨®n derivada del ordenamiento jur¨ªdico, no pudo pensar que la expresi¨®n ser¨ªa aplicable al comportamiento del jefe de un Gobierno democr¨¢tico. Sin embargo, dif¨ªcilmente cabe calificar de otro modo la actuaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez en el procedimiento en curso sobre los GAL, cuyo ¨²ltimo episodio fuera el procesamiento de Jos¨¦ Barrionuevo, acompa?ado de su inclusi¨®n en las listas electorales del PSOE. Frente a la resoluci¨®n judicial, Gonz¨¢lez esgrime una vigorosa objeci¨®n de conciencia al manifestar que el ministro ha actuado siempre dentro de la legalidad, mientras su presentaci¨®n como candidato "refleja el convencimiento del partido socialista de que es inocente". No se trata, as¨ª, del principio de presunci¨®n de inocencia que protege a todo inculpado, sino de un veredicto previo de absoluci¨®n, el cual habr¨¢ de obtener el refrendo del electorado. Y supuesto que el Gobierno de Gonz¨¢lez niega los documentos a la investigaci¨®n judicial y no propone interpretaci¨®n alternativa alguna a lo ocurrido con los GAL seg¨²n los jueces Garz¨®n y M¨®ner, todo se resuelve de hecho en una invitaci¨®n descarada a la complicidad de los votantes, quienes suscribir¨ªan con su papeleta un aut¨¦ntico bill de indemnidad. Efectivamente, en este contexto, la "inocencia" bien puede dar cobijo a un tipo de actuaci¨®n, criminal de cara a unos jueces y a unas leyes, pero estimable y positiva seg¨²n el patriotismo y la raz¨®n de Estado. Algo similar a lo que pusieran en pr¨¢ctica el Gobierno alem¨¢n frente a la banda Baader-Meinhof o el gaullismo frente a la OAS, tal y como susurran voces respetables. Se olvidan quienes as¨ª hablan de ejemplos a¨²n m¨¢s eficaces, del tipo de la producci¨®n de desaparecidos en Argentina y Chile durante los a?os setenta, pero es que incluso la apolog¨ªa del crimen ha de respetar hoy d¨ªa ciertos criterios de buen gusto. En cuanto al envilecimiento que en la conciencia social puede provocar semejante legitimaci¨®n indirecta del terrorismo de Estado, es cuesti¨®n que ni se plantea.En tales circunstancias, y si admitimos que la defensa del Estado de derecho constituye un valor irrenunciable para la izquierda democr¨¢tica, la opci¨®n elegida por Felipe Gonz¨¢lez equivale a una voladura consciente de su sistema de valores. Por otro cauce, es lo que hizo Craxi en Italia. Una vez m¨¢s, Gonz¨¢lez propone el borr¨®n y cuenta nueva. Con la boca peque?a, a modo de "ejercicio de humildad" (sic) ante la sociedad espa?ola, no desde luego de responsabilidad, y como si lo ocurrido 0uese de corta envergadura y no llegara a amenazar cuestiones tales como la unidad del Estado. Lo que cuenta no es el pasado, sino la decidida voluntad de enmienda, tal y como me indicaban dos buenos amigos de este mismo diario en el curso de una comida en Montpellier, cuando me atrev¨ª a poner en duda la sinceridad de prop¨®sitos del presidente tras las elecciones precedentes en cuanto a dejar caer todo el peso de la ley sobre sus corruptos. Nunca m¨¢s suceder¨¢, asegura Gonz¨¢lez, o, por lo menos,, "intentaremos que nunca m¨¢s vuelva a ocurrir". Del mismo modo, el presidente propone ahora un nuevo "contrato social", olvidando la intransigencia frente a los sindicatos que ¨¦l mismo exhibi¨® para reformar el mercado de trabajo en 1993.
El resultado es el dise?o de un curioso juego para ese centro-izquierda que al parecer constituye la mayor¨ªa del cuerpo social espa?ol. Pase lo que pase el 3 de marzo, pierde. Si el vencedor es Aznar, porque evidentemente gana la derecha; m¨¢s o menos civilizada, ya lo veremos. Si gana Gonz¨¢lez, con sus apoyos nacionalistas, porque se consolida un partido-Estado que en cuestiones esenciales impone una degradaci¨®n de los valores democr¨¢ticos. En el PSOE hay, ciertamente, buenos gestores y muchos militantes honrados, pero no es ¨¦sa la l¨ªnea que encarnan ni Gonz¨¢lez ni su hermano-enemigo de supuesta izquierda Alfonso Guerra. Valga la perogrullada, la renovaci¨®n pasa por la renovaci¨®n.
Otro tanto cabr¨ªa decir de Izquierda Unida. Cuando esta formaci¨®n dio sus primeros pasos, hace 10 a?os, al calor del refer¨¦ndum sobre la OTAN, ten¨ªa ante s¨ª una pluralidad de perspectivas, desde quedarse en una coalici¨®n bastante disparatada de micropartidos hasta la construcci¨®n de una nueva fuerza pol¨ªtica renovadora sobre las ruinas del PCE, pasando por la recuperaci¨®n de ¨¦ste merced al aprovechamiento de una plataforma electoral de espectro aparentemente amplio. Esta ¨²ltima variante es la que ha acabado por imponerse, y el congreso comunista de diciembre significa bien a las claras el abandono de toda esperanza para quienes aspiraran a cancelar ole una vez la herencia de Lenin. El dato ha obtenido confirmaci¨®n en las listas electorales. La organizaci¨®n se atiene a las reglas del comunismo burocr¨¢tico en el partido-n¨²cleo, mientras la ideolog¨ªa descansa sobre un dualismo, m¨¢s maniqueo que marxista en la presentaci¨®n que hace Julio Anguita, entre el polo del Mal, la orilla del neoliberalismo, con sus dos pobladores, PP y PSOE, y la alternativa" portadora de una contra-sociedad. "Triple alternativa de sociedad, de modelo de Estado y de gobierno", seg¨²n definiera ya el pol¨ªtico andaluz en su conferencia del Club Siglo XXI de abril de 1989. En suma, una propuesta tan indefinida de fondo como peligrosa para el caso de tener la improbable ocasi¨®n de materializarse.
Parad¨®jicamente, ello no significa que el voto a Izquierda Unida haya sido hasta ahora est¨¦ril, ni que suponga una pinza artera contra la izquierda-realmente-existente que es el PSOE. Ah¨ª est¨¢ la labor parlamentaria de IU, donde, m¨¢s all¨¢ de la inevitable y parcial coincidencia en la petici¨®n de responsabilidades sobre el terrorismo de Estado y la corrupci¨®n, su voto se ha alineado con el Gobierno, y no con el PP, all¨ª donde han despuntado opciones progresivas tales como el C¨®digo Penal y el aborto. Con toda su voluntad de manipulaci¨®n, fue IU la que defendi¨® en el Congreso las posiciones de los sindicatos. Ha sido un trabajo parlamentario sensato y eficaz, especialmente por parte de algunos componentes del grupo, que sirve de contrapunto al discurso y a la ideolog¨ªa arcaicos de Anguita, de Frutos y de tantos m¨¢s. As¨ª que el problema no reside tanto en votar o no a IU, sino en valorar las posibilidades de futuro que encierra para la izquierda un gueto articulado en tomo al PCE como centro de poder.
Los resultados electorales pueden servir tambi¨¦n en este caso de palanca para el cambio. El previsible estancamiento de IU demostrar¨¢ que, afortunadamente, la alternativa de Anguita tropieza con l¨ªmites infranqueables para su consolidaci¨®n. No es cuesti¨®n de apuntarse a la miseria del anticomunismo de que hace gala el libro-estrella de los ¨²ltimos meses, El fin de la ilusi¨®n, de Fran?ois Furet, en cuanto al balance hist¨®rico. En sus tres cuartos de siglo de vida, el comunismo comparti¨® por un lado con el fascismo su car¨¢cter de pesadilla para el hombre de nuestro siglo, pero tambi¨¦n contribuy¨® decisivamente a causas positivas, tales como la derrota del propio fascismo o la mejora del nivel de vida y el acceso a la ciudadan¨ªa social de los trabajadores de Occidente. Pero ya no cabe sostener la ruptura del v¨ªnculo entre socialismo y democracia, ni la afirmaci¨®n del objetivo igualitario a corto plazo, puntos en que se basara Lenin para la definici¨®n como "comunista" de su partido. Los problemas de la izquierda son hoy otros, como lo son tambi¨¦n respecto de la socialdemocracia de mediados de siglo.
Sin duda, figura en primera l¨ªnea el objetivo de frenar el retroceso en la participaci¨®n de los asalariados en el PIB, oponerse al empeoramiento de las condiciones de trabajo y al incremento del paro y, en suma, afrontar la ampliaci¨®n de esa desigualdad que crece en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Tales metas vinculan la acci¨®n pol¨ªtica de la izquierda a la pr¨¢ctica de las organizaciones sindicales, pero no excluyen la exigencia de desbordar la actuaci¨®n defensiva. Una vez reconocida la supervivencia de la econom¨ªa de mercado como requisito t¨¦cnico de la eficacia del sistema, la izquierda tiene el deber de innovar en la correcci¨®n a los procesos degenerativos que conlleva la evoluci¨®n del capitalismo y en la elaboraci¨®n de nuevas estrategias en Europa frente a los procesos de deslocalizaci¨®n que hoy caracterizan a la econom¨ªa mundial. En t¨¦rminos de Norberto Bobbio, suscitando una vez m¨¢s cambios en el sistema, no del sistema, luchando contra el abrazo mortal con que los poderes dominantes en la econom¨ªa de mercado, en menosprecio de los intereses colectivos, envuelven a la propia democracia. M¨¢s all¨¢ de las v¨ªas muertas que encarnan Gonz¨¢lez y Guerra de un lado, Anguita y Frutos de otro, existe en nuestro pa¨ªs el soporte sociol¨®gico e intelectual para que esta izquierda democr¨¢tica cobre forma. Tal vez sea s¨®lo un sue?o. Pero tambi¨¦n es una necesidad.
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