Documental de guerra
Sesenta motos antiguas recorren las calles de Madrid en una exhibici¨®n
Existe un tipo cuyo apego a su Ducatti es tal que ha llegado al extremo de grabarse el sonido del motor para escucharlo luego en casa en un radiocasete. El sujeto no se encontraba ayer entre los 60 motoristas que recorrieron las calles de Madrid encima de unos veh¨ªculos antiguos, aunque esmerad¨ªsimamente cuidados, pero los participantes mostraron a quien quiso verlos que el amor a las dos ruedas anima a otros excesos.El batall¨®n de motoristas arranc¨® del Planetario a las 11 de la ma?ana. Se trataba de una exhibici¨®n organizada por el taller Motoclassic, uno de los pocos especializados en la ciudad en el arreglo de motos antiguas. En las posiciones de cabeza iba Felipe de Mena, de 70 a?os, a los mandos de una BMW R-75, con sidecar, un trasto utilizado en los desiertos de ?frica del norte por los soldados del general Rommer en la II Guerra Mundial. "La compr¨¦ hace 30 a?os en una subasta", explicaba De Mena, "la m¨ªa es color tierra, pero algunos, modelos eran blancos por la cosa de la nieve". Con un Casco de ¨¦poca y unas gafas de aviador de pel¨ªcula de guerra, De Mena parec¨ªa un personaje de un documental antiguo.
?Un cohete!
Su BMW R-75, en impecable estado, causaba la admiraci¨®n de un, p¨²blico a veces no muy al d¨ªa: "Y esto ?qu¨¦ es?, ?un casco de batalla pegado al dep¨®sito?". "No, hombre, el filtro del aire", dec¨ªa De Mena, que aprovechaba entonces para cantar las, excelencias de su aparato: "Tiene marcha atr¨¢s, cig¨¹e?al y el sidecar lleva tracci¨®n propia: ies un cohete!".Adem¨¢s de una colecci¨®n de Harleys Davidson, la exhibici¨®n, que par¨® durante media hora en la Plaza Mayor, contaba con una obra de arte de marca Dunlt de los a?os veinte, o la siniestra Suzuki G-75, conocida como "la moto de la muerte", debido a la gran potencia de su motor y a la deficiencia de sus frenos.
Uno de los participantes, F¨¦lix Marco, de 30 a?os, explicaba que lo que no tiene mucho sentido es que, para Conseguir el seguro necesario, estas motos, algunas francamente achacosas, necesiten pasar la ITV. "No se las saca a la calle sino para cosas como las de hoy, as¨ª que no comprendo Como tenemos que pasar todos los controles", se quejaba Marco.
En la Plaza Mayor se sirvi¨® un plato de cocido. Como siempre, los listillos de turno aprovecharon la confusi¨®n de la cola para conseguir de gorra un plato a pesar del control de los organizadores: "Se?ora, que esto es para los de las motos; usted no tiene derecho". "Ya, ya", respond¨ªa la se?or¨¢, a quien el chorizo en el paladar no dejaba artigular m¨¢s palabras.
Tras la Plaza Mayor la expedici¨®n enfil¨® la Castellana. El petardeo que sal¨ªa de alguno de los tubos de escape mientras sub¨ªan la cuestecilla de la calle Mayor era una de las formas de la melancol¨ªa.
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