M¨¢s f¨¢cil que en 1993
La gobernabilidad constituye, casi en exclusiva, el centro de atenci¨®n de los analistas pol¨ªticos tras las elecciones del tres de marzo. Esta prioridad est¨¢ desde luego justificada por los resultados electorales pero la problem¨¢tica no es nueva. Ya se hab¨ªa planteado, cierto que con un menor ¨¦nfasis, en 1993. ?Pero en qu¨¦ medida son coincidentes la problem¨¢tica de entonces y la de ahora? ?Cu¨¢les son sus similitudes y diferencias? Empecemos por los elementos formales del problema.Los resultados de las elecciones de junio de 1993 rompieron la serie de mayor¨ªas absolutas que generaron las elecciones de la d¨¦cada anterior, determinando la ampliaci¨®n del n¨²mero de actores necesarios tanto para la formaci¨®n del gobierno como para garantizar' su acci¨®n en forma estable. Si nos atenemos a la configuraci¨®n que presenta el sistema de partidos tras los resultados de las elecciones del pasado tres de marzo, las similitudes con 1993 son casi exactas y como consecuencia de ello, los requisitos formales para la formaci¨®n de un gobierno y para el ejercicio estable de su acci¨®n son igualmente similares. La diferencia es obviamente qui¨¦n era entonces y qui¨¦n ahora el actor principal, pero en ambas ocasiones vuelve a aparecer otra similitud: para favorecer la gobernabilidad ambos eligieron a CiU como socio principal. Entonces, Felipe Gonz¨¢lez obtuvo el voto favorable de los nacionalistas catalanes en la primera votaci¨®n de investidura y un acuerdo de apoyo al gobierno que finalmente se extendi¨® por casi tres a?os. Ahora el PP negocia un acuerdo similar.
Desde el punto de vista formal las dificultades que presenta la gobernabilidad en 1996 son casi un calco de las que conformaban el panorama post-electoral de 1993. ?Pero pasa lo mismo con los datos sustantivos del problema? Esta dimensi¨®n requiere prestar atenci¨®n a los niveles de coincidencia o divergencia entre PSOE y CiU entonces y PP y CiU ahora acerca de dos cuestiones centrales: el tema auton¨®mico y la pol¨ªtica econ¨®mica y social.
En relaci¨®n al tema auton¨®mico CiU ha mantenido diferencias tanto con el PSOE como con el PP sobre el modelo de financiaci¨®n auton¨®mica y la corresponsabilidad fiscal. La coincidencia con el PSOE, ha sido mayor respecto del futuro del proceso auton¨®mico; CiU defiende su car¨¢cter abierto mientras que el PP considera necesario cerrarlo. Y por ¨²ltmo, una posibilidad de en cuentro se abreentre el PP y CiU a partir de la propuesta de Administraci¨®n Unica del primero. No parece que haya en el inmediato pasado razones por las que quepa atribuir al entendimiento entre CiU y PP en materia auton¨®mica una dificultad significativamente superior a la que ha tenido la coalici¨®n catalana con el gobierno socialista. Por lo que se refiere a la pol¨ªtica econ¨®mica y social, las oposiciones de CiU y del Partido Popular presentan, al menos program¨¢ticamente, un grado de similitud superior al que hab¨ªa en 1993 entre la primera y el PSOE. Y no podr¨ªa ser de otra manera porque los perfiles sociol¨®gicos del grueso de los electores que los dos primeros grupos pol¨ªticos representan tienen enormes coincidencias. Desde esta perspectiva el acuerdo entre ambas formaciones tendr¨ªa que alcanzarse con una mayor facilidad y tener un plus de estabilidad respecto del logrado entre CiU y el PSOE, en 1993.
Pero hay un tercer elemento a considerar. Durante el peri¨ªodo 1993-1996. la corrupci¨®n y la acumulaci¨®n de esc¨¢ndalos pol¨ªticos de diversa naturaleza han sido un factor de perturbaci¨®n constante y de primera magnitud que, ha dificultado extraordinariamente la gobernabilidad. Por m¨¢s que se atribuya a algunos medios de comunicaci¨®n una amplificaci¨®n ruidosa e innecesaria de los problemas -en todo caso contrarrestada con la sordina que a esos asuntos han puesto los medios audiovisuales de naturaleza p¨²blica- o que se culpe al PP de realizar- una oposici¨®n montaraz e irresponsable, con independencia de que haya habido estridencias coyunturales, inevitablemente las cosas han sido como han sido, y la corrupci¨®n y el esc¨¢ndalo pol¨ªtico han estado- donde han estado. ?Alguien puede imaginar que un gobierno de cualquier democracia europea soporte tan largo per¨ªodo de tiempo una acumulaci¨®n de esc¨¢ndalos pol¨ªticos tan extensa y sobre todo de naturaleza cualitativa tan importante?
Desde la perspectiva anterior las condiciones para la gobernabilidad son m¨¢s favorables en 1996 que en 1993 ya que un gobierno del Partido Popular puede descontar el impacto negativo que los esc¨¢ndalos pol¨ªticos han tenido sobre la estabilidad del Gobierno socialista en la legislatura anterior.
La gobernabilidad s¨®lo es posible si las ¨¦lites pol¨ªticas tienden a minimizar los conflictos, lo que requiere una amplia gama de conductas que va desde asumir responsabilidades pol¨ªticas en momentos de crisis a enfatizar las coincidencias por encima de las divergencias siempre que de ello dependa una acci¨®n estable de gobierno. Los dirigentes pol¨ªticos no deber¨ªan olvidar que invariablemente la mayor¨ªa de los electores perciben de s¨ª mismos una imagen m¨¢s moderada que la del partido al que votan.
El desarrollo de un gobierno estable encontrar¨¢, no cabe duda, grandes dificultades pero en absoluto carece de apoyaturas en las que sostenerse. Desbrozada la hojarasca, el camino por el que debe avanzar un Gobierno del PP en 1996 aparece menos estrecho que el del Gobierno socialista en 1993.
Pilar del Castillo es catedr¨¢tica de Ciencias Pol¨ªticas de la UNED.
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