Historia sobre ruedas
El primer sal¨®n Retrom¨®vil organizado en Madrid repasa un siglo de coches cl¨¢sicos y deportivos
A principios de febrero de 1939, el presidente de la Rep¨²blica, Manuel Aza?a, abandon¨® Espa?a por la frontera francesa. Con las tropas nacionales a punto de ocupar sus ¨²ltimos objetivos militares, el viaje no debi¨® de presentarse como un paseo por el campo que se diga. Pero viendo el coche que utiliz¨®, un Mercedes 770 con un sorprendente parecido a una locomotora de vapor, se comprende que Aza?a llegara a su destino sin mayor percance.El hist¨®rico autom¨®vil, actualmente propiedad del Ej¨¦rcito, es una de las piezas expuestas en Retrom¨®vil, el primer Sal¨®n Internacional del Autom¨®vil de ?poca, Cl¨¢sico y Deportivo que se celebra en Madrid, organizado. con entusiasmo y tozudez por Alfonso L¨®pez, Luis Romero y Guillermo Ortega, del Veteran Car Club.
El auto m¨¢s antiguo es un Daimler Grafton-Phaeton de 1897, un ingenio a s¨®lo un paso evolutivo del coche de caballos. El ejemplar conserva su aspecto original, salvo por una audaz innovaci¨®n introducida en 1899: la sustituci¨®n de la palanca de direcci¨®n por un volante.
La cabina del Dainiler TP-35 tiene el tama?o aproximado de un cuarto de ba?o moderno, y su forma de paralelep¨ªpedo infringe todas las normas de la aerodin¨¢mica, incluyendo las que no est¨¢n escritas. Pese a ello, el palacete rodante particip¨® en las pruebas de velocidad de Brighton (Reino Unido) en 1905. El rey Jorge V tuvo uno de estos modelos, al igual que su antecesor Eduardo VII.
Y hablando de reyes, tambi¨¦n puede verse por all¨ª un Mini Morris -el coche m¨¢s yey¨¦ del tardo franquismo- que fue propiedad del entonces pr¨ªncipe don Juan Carlos de Borb¨®n. La envergadura del monarca oblig¨® a realizar, algunas modificaciones en el peque?o artefacto rodante, como alargar la butaca del conductor hasta casi tocar el cristal trasero, poner un dep¨®sito adicional de gasolina y sustituir la ?o?a bocina por un claxon de la casa Mercedes.
La carrera Par¨ªs-Versalles-Par¨ªs que se celebr¨® en 1896 no era exactamente el Rally Par¨ªs-Dakar, pero en la ¨¦poca fue una verdadera sensaci¨®n. En ella particip¨® un Delahaye con carrocer¨ªa Tonneau, uno de los coches m¨¢s antiguos que se conservan en Espa?a, y que ha tra¨ªdo al sal¨®n el Real Autom¨®vil Club (RACE).
La Hispano Suiza, gloria de la industria espa?ola del autom¨®vil en los a?os veinte y treinta, est¨¢ representada con ejemplares de gran empaque. Uno de ellos est¨¢ a la venta por 36 millones de pesetas, superando a un Mercedes Alas de Gaviota (33 millones) y, desde luego, a un Fiat Topolino de 970.000 pesetas.
La empresa de Eduardo Barreiros -"el Henry Ford espa?ol", como le llama el peri¨®dico oficial del sal¨®n-, que lleg¨® a emplear a 100.000 personas antes de ser absorbida por Chrysler en los a?os sesenta, regresa del pasado con cl¨¢sicos como el anguloso Dodge Dart de techo transparente y un Simca 1000 descapotable de 1965, restaurados por Antonio Martins. El montaje del stand, en el que han colaborado Mar¨ªa Antobia, Elvira y Cayetano Carral, ha corrido a cargo de Jacobo P¨¦rez Enciso, que tambi¨¦n se ocupar¨¢ de un museo que Mar¨ªa Luz Barreiros, hija del empresario, dedicar¨¢ a la memoria de su padre.
Muchos recordar¨¢n todav¨ªa los Citro?n 11 ligeros que serv¨ªan como taxis en Madrid en los a?os mozos de Ma t¨ªas Prats. El que se exhibe en el sal¨®n tiene a¨²n puesto el cartel de libre y la estampita de san Crist¨®bal. Citro?n tambi¨¦n expone un Tibur¨®n modelo Palm Beach que parece sacado de un tebeo de Do?a Urraca.
Entre las 250 piezas que se exponen no faltan los majestuosos RollsRoyce, los aerodin¨¢micos BMW ni los Porsche de competici¨®n. En el pabell¨®n del Ifema, un Daimler de cuatro caballos de vapor convive con una bomba de brazal tirada por dos caballos de los otros, aportada por el Museo de Bomberos de Madrid.
Poca competencia, desde luego, ara el Renault cuarenta caballos del a?o 1923, con una carrocer¨ªa skiff -o sea, una especie de barca de remos- dise?ada por Henri Labourdette y que, seg¨²n Francisco Pueche, el gerente de la Fundaci¨®n Toda, probablemente perteneci¨® al rey Alfonso XIII. Por jefes de Estado, que no quede.
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