El cuerpo
La extra?eza con la que hablamos de la configuraci¨®n de Plut¨®n, cuyas fotograf¨ªas nos acaba de remitir el Hubble, no es muy distinta de la que mostramos al descubrir un nuevo gen en las regiones m¨¢s remotas del cromosoma. Ello es la demostraci¨®n palpable de que no pertenecemos ni a est¨¦ universo ni a este cuerpo. Ser¨ªa absurdo volver de la cocina al sal¨®n diciendo que hemos dado con un yacimiento de az¨²car, a menos que la cala sea de otro. Si es verdad, en fin, que somos propietarios de un dep¨®sito lleno de genes, deber¨ªamos conocerlo, como el caj¨®n de los calcetines, para ponernos cada d¨ªa. el que nos diera la gana. Acabo de enterarme de que tenemos un gen de la ataxia, o de la ataraxia, pr¨¢cticamente sin usar.Algunos insectos depositan sus huevos en el cuerpo de un mam¨ªfero que constituye la despensa de la larva cuando sale. Se ve que a nosotros nos han colocado en este cuerpo para que lo devoremos poco a poco. Si no fumas y lo consumes con prudencia viene a durante m¨¢s o menos una vida. Y no te proporciona s¨®lo prote¨ªnas o grasas como la mayor¨ªa de los organismos, sino que gracias a la especial configuraci¨®n de su cerebro te provee tambi¨¦n de pasiones, ideolog¨ªa y todo aquello, en fin, que nos hace tan desdichados o felices mientras el h¨ªgado resiste. Se trata, pues, de un cuerpo con tal variedad de usos y tan manejable que mas que una despensa parece un sistema org¨¢nico personal. Sin embargo, el descubrimiento de estos genes de la ataxia, igual que el hallazgo de un casquete polar en Plut¨®n, ponen de relieve, a la vez que nuestra ignorancia, nuestra condici¨®n de extranjeros en un territorio carnal y c¨®smico que cada d¨ªa nos sorprende.
De ah¨ª que quienes estudian a los lepid¨®pteros, o se fijan mucho en las moscas, dejen de creer en Dios y pongan toda su fe en los insectos.
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