'Vecchia signora'
Vuelve la Juve, precedida de un inconfundible ruido de medallas. Inseparable de su propia historia, la vetusta se?ora viaja siempre engalanada con un aderezo de sc¨²dettos, estrellas y cerrojos. Tantas armas, joyas y condecoraciones comprenden un siglo de f¨²tbol, indican la permanencia de un estilo, y representan un apasionado intento de conciliar el metal con el terciopelo. M¨¢s all¨¢ de las crisis pasajeras, forman parte de una odisea intemporal. Son la ferreter¨ªa del ¨¦xito.Por alguna oscura raz¨®n, el calcio vive entre dos impulsos contradictorios. Ser¨¢ porque en el agitado territorio de los tiffosi conviven una honda propensi¨®n pacifista y un atavismo b¨¦lico, o porque el f¨²tbol italiano nunca tuvo muy clara la correspondencia entre querer y poder, el caso es que se mueve por un mundo parad¨®jico de ambiciones y dudas, en el que la tentaci¨®n de atrincherarse se ha impuesto, casi siempre a la voluntad de atacar.
Es cierto que los magnates de la primera Liga han movilizado todos sus recursos para rastrear los mercados internacionales; se han apropiado de muchos de los grandes jugadores y los han convertido en un emblema. Sin embargo, noventa veces de, cada cien se han limitado a usarlos como francotiradores. Les han dado un fusil y una orden: deben aprovechar los descuidos del adversario para sorprenderlo por la espalda. O, a¨²n peor, les han, abandonado a su suerte.
Las consecuencias de ese r¨¦gimen de mecenazgo y especulaci¨®n han sido devastadoras para el talento. Hace a?os, Laudrup se convirti¨® en un navegante solitario y huy¨® a Barcelona en la primera ocasi¨®n; Gascoigne se perdi¨® entre el quir¨®fano y la cerveza, y Bergkamp, el ¨²ltimo prodigio holand¨¦s, pill¨® el arrechucho florentino conocido como mal de Stendhal y tuvo que escapar al Reino Unido para consolarse entre pelotazo y pelotazo.
"A pesar de lo dicho, la vitalidad del calcio es tanta que ha logrado sobrevivir a su propio derroche. En este ambiente de especulaci¨®n, usura y mecenazgo, los mejores clubes locales han mantenido el prestigio s¨®lido, aunque con frecuencia estrecho, que se deduce de la cuenta de resultados.
Bajo ese cristal opaco, esta Juve es a la vez vieja senora y prima donna. Su ¨¢rbol geneal¨®gico pasa por Piola, Meazza, Sivori, Platini y Roberto Baggio, y se prolonga, luminosamente hasta Vialli y Del Piero.
En su robustez, algo elemental y algo bronca, tiene una sola debilidad final: es sensible al veneno del buen f¨²tbol.
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