Un cielo de pel¨ªcula VICENTE MOLINA-FOIX
?Ser¨¢ cierto que Dios llama m¨¢s pronto a sus elegidos? Muerto hace tan poco, y con tan poco tiempo de vida (55 a?os), el gran poeta ruso Brodsky, la semana pasada mu?¨® a lol 54 el director polaco Kieslowski, desposeyendo al cine -que ¨¦l dijo haber abandonado despu¨¦s de Tres colores, aunque no le cre¨ªamos- del ¨²nico artista de lo espiritual, un trono o potestad que ¨¦l ocup¨® a la muerte, a los 54 a?os tambi¨¦n, del ruso Tarkovsky, y que ahora queda vacante. Hablando de efem¨¦rides, de muertos y esp¨ªritus: hace muy pocos meses record¨¢bamos el 20o aniversario del asesinato, a los 53 a?os de edad, de Pasolini, el mayor genio religioso que ha dado el cine laico y esc¨¦ptico. ?C¨®mo se llevar¨¢n estos tres all¨¢ arriba, si es que est¨¢n en la misma pefl¨¦tila? Puestos a creer en el m¨¢s all¨¢, yo me los imagino a cada uno de un color; Palolini de rojo, claramente, Tarkovsky azul, en los tonos turquesa y cielo, y blanco a la fuerza el reci¨¦n llegado Kieslowski, como artista el m¨¢s limpio de los tres.Pero ?de qu¨¦ hablar¨¢n, si se hablan? No conozco personas m¨¢s distintas entre s¨ª que estos representantes mayores de un arte de la trascendencia, y encima est¨¢ el problema de la lengua. Pasolini trat¨® de conciliar una visi¨®n marxista pero sensual del fondo de los hombres con un molde formal cristiano, tanto en la iconografia como en ciertas figuras de ficci¨®n. Y su gran espiritualidad pagana, disolvente, era no s¨¦ si atea o politeista: sus modelos, tan cercanos a la santidad como a la pura naturalidada del mal, se encarnaban a veces en ¨¢ngeles y otras en s¨¢tiros, centauros y dem¨¢s imposibles de la edad de oro.
Tarkovsky era un m¨ªstico, y por tanto en sus pel¨ªculas, de un rigor compositivo y una belleza hipn¨®tica sin parang¨®n, hubo siempre una parte de noche oscura herm¨¦tica, inasequible. El car¨¢cter jaculatorio de las mejores, El espejo, Sialker, Nostalgia, las convert¨ªa en ritos de una liturgia que a los no-bautizados en su fe nos arrebataba por el lat¨ªn de la melod¨ªa. El estilo cinematogr¨¢fico de Kieslowski era m¨¢s transparente y sarc¨¢stico, menos fervoroso; fue de hecho un agn¨®stico de ra¨ªces cat¨®licas, que, al modo de tantos otros ex creyentes, utiliz¨® con refinada malicia, aunque sin parodia, la solemnidad, la nomenclatura y ciertas soluciones est¨¦ticas del arte religioso. Aunque fue en los 60 y 70 un prol¨ªfico documentalista y director de largos de ficci¨®n que no traspasaron el a¨²n no rasgado tel¨®n de acero, su prestigio internacional se hizo en poco menos de seis a?os, basado en tres pel¨ªculas o conjuntos, Dec¨¢logo, La doble vida de Ver¨¢nica, y la trilog¨ªa de los colores Azul, Blanco, Rojo, que ¨¦l rod¨® y concibi¨® como una obra ¨²nica. Tenido por dificil al principio, m¨¢s por polaco que por la materia de sus obras (algunos de los mandamientos del Dec¨¢logo, sobre todo el noveno y el d¨¦cimo, son obras maestras de la comedia negra, a la altura del mejor Bu?uel mexicano o de Ferreri), su ¨¦xito lleg¨® a ser fulgurante en Europa y Estados Unidos, donde fue nominado al Oscar a la mejor direcci¨®n, f¨²era del piadoso apartado de las pel¨ªculas extranjeras.Hay razones de peso art¨ªstico para justificar los premios y el renombre, pero creo saber c¨®mo enganch¨® a ese. p¨²blico joven que hizo colas inveros¨ªmiles ante Azul o La doble vida de Ver¨®nicia en los cines de Espa?a y Francia: por el lado del alma. Kieslowski hac¨ªa un.cine escasamente interesado en las lecciones ¨¦ticas (es el artista menos predicativo y m¨¢s ambiguo que pueda haber), pero de resonancias espirituales. Dotado de un-o¨ªdo mel¨®dico, muy bien ejercitado visualmente, las partituras de sus pel¨ªculas, todas de su habitual colaborador Preisner, han tenido ¨¦xito per se, en esa misma l¨ªnea de m¨²sica cuasi-devocional y neo-rom¨¢ntica que hizo de la Tercera Sinfon¨ªa de Gorecki, compatriota suyo, un disco de oro juvenil. Cultivando (dentro de una corriente eslava y mittel-europea que, entre otros, representan Ajm¨¢tova, Arvo P¨¢rt, Schulz, Szymanowski, Penderecki) un arte donde el mito, la oraci¨®n, las visiones y la realidad superior tienen ropa moderna pero figurativa, anterior a la moda de las vanguardias, Kieslowski se convirti¨® en profeta incr¨¦dulo de una religi¨®n a la que muchos acuden por no encontrar un remedio mejor. Subido ahora al cielo, empezar¨¢ su culto.
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