Misi¨®n imposible
Por interesantes que sean algunas de sus escenas y personajes, Nixon estaba condenada de antemano a ser insatisfactoria. Su lado irresoluble est¨¢ en el apriorismo que Oliver Stone impone a a composici¨®n de las historias que combina. La pel¨ªcula dura m¨¢s de tres horas, pero en el esquema del gui¨®n hay una materia argumental tan vasta que requerir¨ªa no tres sino treinta horas para poder organizarse de manera consistente, vertebrada y unitaria. Stone mete en la pantalla argumento suficiente para componer una serie televisiva de diez o veinte episodios, pero al comprimirlo la cohesi¨®n del relato se le va de las manos.El balance de Nixon se queda en la paradoja de un desorbitado tiempo en el que s¨®lo entra un resumen de la infinidad de cosas que se agolpan sumariamente en la pantalla. Stone no quiso, o no supo, atrapar la identidad de Nixon con unos pocos elementos gobernables, para con ellos configurar una imagen sostenible; no quiso, o no supo, buscar una argucia argumental sint¨¦tica que le permitiese ahorrar sucesos y personajes por los que no tiene m¨¢s remedio que resbalar a vuela c¨¢mara; no quiso, o no supo, componer el todo desde una parte, y as¨ª le fue. Su enorme esfuerzo se queda corto. Opta por meter en tres horas la ingente tarea de un hombre involucrado en tres d¨¦cadas de pol¨ªtica mundial, y de ah¨ª a decir que por pretender contar todo Stone no cuenta nada hay un paso dif¨ªcil de no dar. El gui¨®n es err¨®neo e indica que Stone cae en ingenuidad, en megaloman¨ªa o en ambas cosas: se enreda, con candoroso exceso de confianza en s¨ª mismo, en una engolada misi¨®n imposible, que obviamente no cumple.
Nixon
Direcci¨®n: Oliver Stone. Gui¨®n: Rivele, Wilkinson y Stone. Fotograf¨ªa: R. Richardson. M¨²sica: J. Williams. EE UU, 1995. Int¨¦rpretes: Anthony Hopkins, Joan Allen, Ed Harris, Bob Hoskins, Paul Sorvino, James Woods. Cines Aluche, T¨ªvoli, Imperial, Conde Duque y, en V. O., Rosales.
La conquista de un punto de vista del relato en la escena -de la que surgen rememoraciones en blanco, y negro, para que no nos perdamos en los cont¨ªnuos cruces de tiempos- donde Nixon oye a solas los 18 minutos de cinta magnetof¨®nica que se convitieron en prueba irrefutable de su encubrimiento del asalto al Watergate, grabaci¨®n que le cost¨® el cargo, es un s¨®lido tronco inicial, pero que se pierde entre las ramas que le van saliendo. Y del Watergate saltamos a Vietman, de aqu¨ª a Cuba o a sus carencias de infancia, de estas a la diplomacia del pinp¨®n en China, de Pek¨ªn a Breznev, de este a las zancadillas de Edgar Hoover y de estas traiciones a las entretelas, h¨²medas de bourbon, de su rencor -lo mejor del filme es el mon¨®logo de Nixon, presenciado y contado por Kissinger, ante el retrato del presidente asesinado- contra John Kennedy y de este otra vez a su infancia, a Vietman, a los grupos fascistas de Dallas, a su desierto familiar o a otra esquina de su brillante vida o su oscura persona . Y decenas m¨¢s de vuelcos argumentales invertebrados, que dejan unos pocos destellos de cine coherente en algunas composiciones -sobre todo las de Anthony Hopkins y Paul Sorvino de Nixon y Henry Kissinger respectivamente- bien elaboradas, pero cuyas calidades se diluyen en los recovecos de un gui¨®n mazacote, para el que no hab¨ªa redenci¨®n posible en la filmaci¨®n y el montaje, por expertos que fuesen.
Si en su otra cr¨®nica presidencial, JFK, Stone propuso con sagacidad, para no perder el hilo de la verosimilitud, su idea de lo que ¨¦l llama Sistema -especie de mara?a abstracta y ac¨¦fala de poderes de hecho, que gobierna desde impenetrables bambalinas a los gobernantes de Washington-, en Nixon vuelve a la carga sobre esta hip¨®tesis, pero ahora sin habilidad para embaucar y menos para convencer, pese a que los elementos que conjuga en Nixon son menos novelescos, todo es m¨¢s verificable y est¨¢ m¨¢s contrastado. Le fallan a Stone, y se le caen estrepitosamente, el enfoque y la armaz¨®n del relato. Y todo lo dem¨¢s -incluidas las bondades parciales del filme- se viene abajo con ellos, de modo que lo evidente parece oscuro y lo sabido incre¨ªble.
Babelia
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