Diablo de Pek¨ªn, dios de Taipei
Lee Teng-hui, testarudo y audaz, ha conseguido que todo el mundo hable de su peque?a y rica isla
Ser taiwan¨¦s era, tal vez, el m¨¦rito m¨¢s importante que ten¨ªa Lee Teng-hui cuando el fallecido presidente de Taiwan, Chiang Ching-kuo, le nombr¨® gobernador de la isla en 1981. Lo que no sab¨ªa entonces el hijo del general¨ªsimo Chiang Kai-shek es que con su decisi¨®n daba paso a la mayor revoluci¨®n que iba a vivir esta provincia rebelde de China: el nacionalismo de Taiwan. "Esta victoria es de los 21 millones de taiwaneses", declar¨® anoche Lee en el dialecto local ante los euf¨®ricos seguidores concentrados en la sede del Kuomintang (KMT, Partido Nacionalista), nada m¨¢s conocerse su aplastante triunfo, superior al 54% de los votos emitidos."Traidor", le llam¨® la vieja guardia del KMT cuando en 1994 comenz¨® a despedir ese "tufillo independentista" que tanto saca de quicio a Pek¨ªn y que llev¨® a una buena parte de sus compa?eros de filas venidos del continente a exiliarse y formar el Nuevo Partido. Lee no se inmut¨®. Estaba demasiado atareado construyendo una democracia a su medida que le permitiera pasar a la historia como el primer presidente electo libremente del mundo chino. Era un camino de 5.000 a?os y Lee no estaba dispuesto a permitir que le impidieran coronarlo.
A sus 73 a?os, ha llevado una campa?a electoral agotadora sin que jam¨¢s se le haya visto dibujado el cansancio. Con la sonrisa de vendedor de dent¨ªfricos siempre puesta, Lee recorri¨® el pa¨ªs estrechando manos, visitando templos e iglesias y tratando de acercarse a un pueblo que, seg¨²n sus detractores, no conoce. No ha tenido reparos en poner toda la maquinaria electoral del sempiterno Kuomintang a su servicio ni en gastarse cerca de 6.000 millones de d¨®lares taiwaneses (unos 30.000 millones de pesetas) en publicidad, entre la que se incluye haber plantado 10 millones de banderolas en ciudades, carreteras y campos de cultivo a lo largo y ancho del pa¨ªs. Mal perdedor, Lee Teng-hui culpa a los ayudantes de cualquer fracaso que tenga en su deporte favorito, el golf, y los despide sin contemplaciones. Tenaz y testarudo, no acepta consejo de nadie y especialmente los intelectuales de la capital no soportan su engreimiento. "Sus discursos son tan egoc¨¦ntricos que molestan a los o¨ªdos", se?ala una funcionaria.
"Hoy pod¨¦is ser los due?os de vuestro pa¨ªs gracias a Lee Teng-hui", ha repetido m¨¢s de una vez durante esta campa?a al exponer el enorme desarrollo econ¨®mico experimentado por la isla desde que ¨¦l se convirti¨® en su presidente en 1988. "Las autoridades del continente tendr¨ªan que estar d¨¢ndome las gracias todo el tiempo", subray¨® la semana pasada ante miles de simpatizantes para expresar lo injustos que eran los intentos de Pek¨ªn de apartarle de la escena pol¨ªtica taiwanesa con la "provocaci¨®n irresponsable" de sus maniobras militares. Lee levant¨® las prohibiciones de viajar, comerciar e invertir en el continente y fue el impulsor de las relaciones econ¨®micas y culturales a trav¨¦s del estrecho de FormosaNacido durante el dominio imperial japon¨¦s de Taiwan (1895-194-5), Lee Teng-hui estudi¨® en la Universidad de Kyoto. Tras la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, se traslad¨® a Taiwan y continu¨® sus estudios en la Universidad de Taipei. Seg¨²n Lin Yang-kang, uno de sus colaboradores m¨¢s estrechos y ahora ac¨¦rrimo enemigo, que como independiente trat¨® en vano de arrebatarle ayer la presidencia de Taiwan, Lee en esa ¨¦poca se uni¨® al Partido Comunista Chino, pero cuando los nacionalistas se refugiaron en la isla "cambi¨® de carn¨¦". En 1968, se doctor¨® en Agricultura Econ¨®mica por la Universidad norteamericana de Cornell.
Fue la vuelta, en junio pasado, a esa universidad lo que encendi¨® las iras de Pek¨ªn. Maestro en manipular las tormentas, Lee convirti¨® su conferencia en Comell en una magn¨ªfica operaci¨®n propagand¨ªstica desde la que salt¨® a la demanda "irrenunciable" de un esca?o en la ONU para Taiwan. "El hombre de las dos caras", le llama Lin. Y a?ade: "Presume de dem¨®crata reformista, pero no es ni lo uno ni lo otro, porque en el KMT no hay democracia ni reforma".
Una de las mayores cr¨ªticas que se le hacen a Lee es haber abandonado la urgente necesidad de sacudir los cimientos del anquilosado partido gobernante. Y no s¨®lo no lo ha hecho, sino que lo ha convertido en un club de admiradores, donde la lealtad se paga haciendo la vista gorda ante una corrupci¨®n que clama al cielo.
Casado y con dos hijas, cuentan quienes le conocen, que la muerte en 1982 de su ¨²nico hijo var¨®n, Xianwen, fue un golpe que en cierta medida cambi¨® su vida. Al mes del fallecimiento, Lee dej¨® radicalmente de beber y de fumar para "estar m¨¢s fuerte y cuidar mejor" de su nieta. Sin embargo, fue a la pol¨ªtica a lo que se dedic¨® en cuerpo y alma.
En estos meses, las librer¨ªas de Taipei se han llenado de biograf¨ªas que loan la figura de su presidente. Las malas lenguas aseguran que ha hecho retirar las que eran muy cr¨ªticas. De hecho, aunque bajo su mandato se ha instaurado la libertad de prensa, los peri¨®dicos se guardan de arremeter contra ¨¦l. Acusado de autoritario por la oposici¨®n, s¨®lo hace dos a?os que baj¨® del pedestal para hacer campa?a por el KMT en las zonas rurales del pa¨ªs. Pero no hay duda de que es en la arena donde Lee se convierte en un aut¨¦ntico animal pol¨ªtico, un populista que ofrece lo que la gente quiere o¨ªr y recoge a cambio un torrente de votos. Para sus colaboradores, sin embargo, sus palabras simples y directas son un dolor de cabeza, ya que muchas veces se contradicen con la l¨ªnea del partido.
"El pueblo necesita un presidente con visi¨®n, experiencia, voluntad y coraje", dice la propaganda utilizada por Lee para ganar estas elecciones. "Su tono es muchas veces insultante, parece que ¨¦l es el ¨²nico valiente y los dem¨¢s somos una pandilla de cobardes", afirma Rong Meiwei, profesora y simpatizante del independentista Partido Democr¨¢tico Progresista.Y es que el gran enemigo de Lee Teng-hui es ¨¦l mismo. Con su car¨¢cter el presidente ha logrado que una gran parte de la intelectualidad taiwanesa le abandone, pero tras el triunfo de anoche poco ha de importarle la postura de ese sector.
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