El rastro de la muralla
La rehabilitaci¨®n de una casa dej¨® visible el jueves un trozo de la antigua fortificaci¨®n, pero hay muchos m¨¢s
Cuando uno camina por la Cava Baja, en el distrito de Centro, en realidad anda sobre miles de toneladas de relleno. Se echaron hace cientos de anos encima del foso de 16 metros en el que mor¨ªa la antigua muralla cristiana.El foso se cubri¨® con relleno; la muralla, o lo que quedaba de ella, con casas. Buena parte de la base de las dos fortificaciones que rodearon y defendieron la ciudadela medieval que fue Madrid, una ¨¢rabe del siglo IX y otra cristiana del XII, permanece enterrada a lo largo de un per¨ªmetro que rodea aproximadamente. 900 hect¨¢reas. Abarca desde la plaza de Oriente a la plaza de los Carros; desde ¨®pera a la calle de Bail¨¦n.
Si alguien quisiera sacar la antigua fortificaci¨®n a la luz no le quedar¨ªa otro remedio que poner patas arriba todo el centro de la ciudad. Por eso, s¨®lo obras ocasionales -y a veces fortuitas- en viviendas o plazas logran, cada cierto tiempo, alumbrar. peque?os trozos de los muros que construy¨® el rey Alfonso VI tras arrebatar la ciudad a los ¨¢rabes.
Por ejemplo: la rehabilitaci¨®n de una corrala antigua en Cava Baja, 10, terminada el pasado jueves, ha sacado a flote la base de un torre¨®n y la de una parte de lienzo (trozo de muro). Ya est¨¢n a la vista de todos.
En la ciudad, actualmente, se puede rastrear lo que queda de muralla al menos en seis sitios m¨¢s. Lo que sigue es una excursi¨®n por la parte m¨¢s noble y antigua de Madrid.La muralla del emir en la Cuesta de la Vega. La parte mejor conservada y la m¨¢s antigua. Cu¨¢ndo a esta cuesta le pon¨ªan el art¨ªculo, all¨¢ por el siglo IX, y sus pobladores la llamaban Al-Vega, el emir cordob¨¦s Mohamed I, por entonces al mando de Al-Andalus, mand¨® construir una muralla de unos 12 kil¨®metros de largo, 15 de alto y 2,5 de ancho. Abarcaba lo que es hoy, poco m¨¢s o menos, la plaza de Oriente y un trozo de la calle Mayor. Es el origen y el coraz¨®n de Madrid. El objetivo de la fortificaci¨®n era defenderse de las tropas cristianas que pod¨ªan descolgarse de Guadarrama. De todo aquello no resta sino un par de torreones bien plantados y 150 metros de muro en dos tramos. Desde los bancos del parque de Mohamed I la perspectiva es buena: se observa la trayectoria de la fortificaci¨®n hasta que muere tristemente debajo mismo de un edificio moderno a la puerta de un garaje.Aceite y arqueolog¨ªa. El curioso perseguidor de la muralla debe acceder a los n¨²meros 8, 10 y 12 de la calle de don Pedro, lo que actualmente es ni m¨¢s ni menos que la Agencia Estatal de Aceite de Oliva. Los trozos est¨¢n restaurados. Y se pueden. visitar, aunque en horas de oficina. Muy cerca, en la calle de los Mancebos, en un solar, si uno consigue mirar por encima de la valla, tambi¨¦n. se observan restos de sillares.
El jardincillo y el Almendro. Los vecinos del barrio informan amablemente. Y le llevan a uno hasta el lugar. En la calle del Almendro existe un diminuto jard¨ªn. No es f¨¢cil entrar -la puerta est¨¢ casi siempre cerrada- pero desde fuera se ve bien la espalda de una casa asentada sobre los restos de la vieja muralla cristiana. En ¨¦l fondo, no es tan extra?o: en los siglos XV y XVI, la ciudad crece enormemente y la muralla sucumbe ante los nuevos edificios que aprovechan como cimientos la firme base de la fortificaci¨®n.
Por el antiguo foso. Cava Baja, n¨²mero 10. Otra vez obras, y otra vez la muralla que se presenta en los s¨®tanos. La EMV y la Direcci¨®n General de Patrimonio, tras rehabilitar el inmueble, han dejado visible, para orgullo de los residentes y disfrute de amigos de la historia, la base de un torre¨®n y un trozo de muro. El torre¨®n se si t¨²a al lado de una escalera interior, en medio mismo del edificio, cubierto con un cristal. El muro, en un local adyacente que sirvi¨® de caballeriza. A¨²n existen las argollas con las que los madrile?os del XIX ataban a sus caballos. Muy cerca de ah¨ª, en el n¨²mero 30 de la Cava, en un inmueble con solera, la Posada del segoviano, se guardan tambi¨¦n, bien conservados, trozos de la antigua defensa de Madrid. En su tiempo, hubo aqu¨ª un reclamo publicitario que dec¨ªa: "Se venden pisos con vistas a la muralla".Particular y en casa. En la plaza de Puerta Cerrada, 6 - do de, como bien ilustra el top¨®nimo, se ergu¨ªa en tiempos uno de los accesos a la vieja ciudad-, existen restos que alcanzan el tercer piso del edificio. Los inquilinos viven rodeados de las paredes m¨¢s antiguas de Madrid. Para visitar el prodigio hay que pedir permiso a los vecinos, claro. Igual ocurre en el n¨²mero 4 de la calle de G¨®mez Mora.Torre¨®n defensivo de la calle de la Escalinata. Es uno de esos lugares con aliento m¨¢gico. Aparentemente no se ve nada. Pero si uno, plantado en medio de la calle, se fija bien, se puede observar -detr¨¢s de otro garaje- una construcci¨®n cuya pared adopta el aire de torre¨®n. Y no es casual: el muro se construy¨® sobre los cimientos de la muralla cristiana, exactamente sobre la base de un torre¨®n defensivo. Desparecida la piedra, queda la forma.La muralla, las guitarras y la nada. Hace nueve a?os, los obreros que trabajaban en las reformas de la planta baja de una tienda de instrumentos musicales encontraron, para pasmo de todos, un monumental muro que albergaba un arco de inconfundible catadura cristiano-medieval. En efecto: la muralla otra vez. La tienda estaba en la plaza de Isabel II, a un paso del torre¨®n de la calle de la Escalinata, y se llamaba ¨®pera 3. Su due?o abri¨® con la condici¨®n de que se rehabilitara el hallazgo. Durante un tiempo, los visitantes admiraron el trozo de fortificaci¨®n sin necesidad de comprar nada. ?se era el trato establecido entre el propietario y la Comunidad de Madrid. Ahora ya no es posible. La tienda cerr¨® por quiebra hace un a?o, seg¨²n cuentan los vecinos: adem¨¢s del paso triturador de los siglos, -y a las novedades urban¨ªsticas de los arquitectos y habitantes del Siglo de Oro que soport¨®-, la vieja muralla madrile?a sigue sujeta todav¨ªa a ciertos vaivenes contempor¨¢neos.
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