Primeras figuras en el banquillo de los acusados

El banquillo de los acusados del Tribunal de La Haya empieza a dejar de ser el de un equipo de tercera divisi¨®n. Comienzan a llegar las figuras, gentes indispensables para dar credibilidad al proceso de paz. La entrega del general Tihomir Blaskic a los leones de La Haya era inevitable. Croacia no pod¨ªa aspirar a la respetabilidad, y lo que es m¨¢s importante, al caudal de millones que se anuncian para la reconstrucci¨®n de la antigua Yugoslavia, sin ceder un mil¨ªmetro de orgullo.Las matanzas en Bosnia central, terribles como la de Ahmici, donde se degoll¨® y fusil¨® a m¨¢s de cien mujeres, ancianos y ni?os en una noche de org¨ªa y violencia, donde dos d¨ªas despu¨¦s del paso de los hombres de Blaskic a¨²n ol¨ªa a carne humana quemada; no pod¨ªan quedar impunes. Blaskic es uno de esos alfiles que se sacrifican para salvar al rey (Tudjinan). Pero hay m¨¢s piezas en el tablero.
Mostar, donde la guerra de 1993-1994 no ha terminado, s¨®lo hay un forzado receso, es un ejemplo. En esa ciudad, patrullada por soldados espa?oles y administrada ahora por un ex alcalde valenciano, Ricard P¨¦rez Casado, anida lo peor del clan herzegovino, el que controla los beneficios de la guerra, un grupo muy bien conectado con el poderoso ministro de Defensa croata, Gojko Susak, mano derecha de Tudjman.
La entrega por Serbia de Drazen Erdemovic y Radoslav Kremenovic es tambi¨¦n muy significativa. No son figuras, pero van a ayudar a sentar en el baquillo de los acusados a los dos principales responsables de toda esta barbarie: Radovan Karadzic y su general Ratko Mladic. Que Belgrado acepte el env¨ªo de Erdemovic y Kremenovic a La Haya es un s¨ªntoma m¨¢s de que Slobodan Milosevic, el arquitecto de la guerra y de la paz, les dejar¨¢ caer. S¨®lo faltan los detalles. El cu¨¢ndo y el qui¨¦n los detendr¨¢. De los dos, el que peor destino tiene es Karadzic. Alguien tiene que pagar por los errores del jefe (Milosevic).
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