Que nos desintoxiquen
Mientras el mercado del ¨¦xtasis crece por la ca¨ªda de precios, nace en Madrid la primera asociaci¨®n juvenil de alcoh¨®licos rehabilitados. Todas las cosas tienen su reflejo j¨²nior: hay una asociaci¨®n de j¨®venes escritores, por ejemplo, y los partidos pol¨ªticos est¨¢n dotados ole organizaciones juveniles que constituyen su cantera. Al crecer atravesamos sucesivos espejos en los que nos reconocemos, creando as¨ª una ilusi¨®n de continuidad que nos conforta. Parece raro que siendo fragmentos, acr¨®nicos, casuales, hayamos desarrollado esta pasi¨®n por lo ininterrumpido. Lo cierto es que los j¨®venes ex alcoh¨®licos, gracias a esta iniciativa, podr¨¢n en su d¨ªa pasar a una organizaci¨®n s¨¦nior de alcoh¨®licos an¨®nimos con el sentimiento de que la vida es perpetua, invariable, sucesiva y constante. "Un alcoh¨®lico", dicen, "se puede rehabilitar, pero esto es como la diabetes, la llevas siempre encima, y si te cu¨ªdas, no pasa nada, pero si te despistas vuelves enseguida a la bebida". As¨ª es la existencia: para ponerte bien has de reconocer todo el rato que est¨¢s mal. Madrid se encuentra fatal, y lo reconoce, pero no le dan la ley de capitalidad cultural que al parecer necesita. Entretanto, el alcalde no hace otra cosa que solicitar a la Comunidad competencias urban¨ªsticas que Ruiz-Gallard¨®n le niega. No nos extra?a: vistos los conjuntos escult¨®ricos que el municipio ha sembrado indiscriminadamente por las calles, da miedo. que se pongan a practicar ahora el urbanismo. En cualquier caso, ?de qu¨¦ hablamos cuando hablamos de ley de capitalidad? ?De di nero, de competencias, de imaginaci¨®n? Se ignora. Aqu¨ª, lo importante, con capitalidad o sin ella, es que nos desintoxiquen. Resulta, por ejemplo, que somos una de las ciudades m¨¢s ruidosas de Espa?a..El reciente senador ciego del PP afirmaba el otro d¨ªa por la tele que el ruido es para un invidente como la niebla para uno que ve. Sin embargo, ahora mismo est¨¢ pasando por encima de mi cabeza un helic¨®ptero y se me nubla la vista, como a los 17 municipios afectados por la ampliaci¨®n del aeropuerto de Baraja, cuyos alcaldes han tenido que asociarse para ver si hay alguna forma de amortiguar el impacto. ?Es necesaria una ley de capitalidad para regular el tr¨¢nsito de los helic¨®pteros sobre los tejados y de los aviones sobre: los colegios?
En lo que a ruidos se refiere, Madrid es la ley de la selva. Si los decibelios fueran mondas de naranja, o c¨¢scaras de pl¨¢tano, hace tiempo que estar¨ªamos enterrados en basura. Parece mentira que tengamos un alcalde democristiano, capaz de creer en cosas que no ve, y no crea, sin embargo, que los decibelios pueden agredir tanto o m¨¢s como las mondas de naranja, las c¨¢scaras de pl¨¢tano, las compresas usadas o las cacas de perro. Pues bien, losa aIcaldes de 17 localidades se encuentran con que no hay entre nosotros leyes antirruido. T¨² puedes denunciar a alguien que te tire un retrete a la cabeza, como sucedi¨® el otro d¨ªa en una discusi¨®n de tr¨¢fico, pero si te colocan bajo la ventana una tonelada de decibelios, no tienes a qui¨¦n recurrir.Para arreglar eso, no hace falta una ley de capitalidad cultural, sino un poco de sentido com¨²n. Nos encantar¨ªa, el d¨ªa de ma?ana, crear una asociaci¨®n de ex adictos al ruido, aunque fuera una asociaci¨®n de viejos, pues, al paso que vamos, la cosa no se arregla. Aunque ni de viejos, ya ver¨¢n: las peleas entre la Comunidad y el Ayuntamiento pasan por conseguir dinero, competencias, poder... Y eso que Ruiz-Gallard¨®n y ?lvarez del Manzano pertenecen al mismo partido, pero no se entienden por culpa del maldito ruido; as¨ª que lo primero, para curarse, ser¨ªa reconocer que est¨¢n algo infectados, o sea, que ni oyen ni ven por culpa de los helic¨®pteros, de los aviones, de los coches. Despu¨¦s de eso vendr¨ªa la cura. Y es que en la antig¨¹edad, para romperte los t¨ªmpanos, ten¨ªas que ir a lugares espec¨ªficos, pero ahora los decibelios. est¨¢n, como el ¨¦xtasis, en todas partes. Y pr¨¢cticamente gratis. No necesitarnos una ley de capitalidad, que ignoramos en qu¨¦ consiste: necesitamos que nos desintoxiquen.
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