Sombras
Madrid se llena de ausencias y luce talante de recoleta ciudad provinciana. El v¨¦rtigo huye hacia el mar. En pleno estallido de la primavera, la ciudad es un constante gui?o al sosiego, al disfrute sereno de placeres elementales y cercanos.El tr¨¢fico se diviniza. El centro es tomado por nazarenos, v¨ªrgenes, santos, saetas, tambores, penitentes y encapuchados an¨®nimos que piden perd¨®n por sus pecados y por los nuestros. Las putas de la Gran V¨ªa se santiguan al paso de im¨¢genes y abandonan fugazmente sus h¨²medos negocios. El Retiro es el para¨ªso. Y las estatuas, aunque tienen la cara muy dura y carecen de coraz¨®n, retozan por la hierba. Madrid es una enso?aci¨®n en Semana Santa. A lo mejor todo es mentira y se trata simplemente de una quimera. Al fin y al cabo, fue un madrile?o quien descubri¨® que la vida es sue?o. ?Y si resulta que los poetas tienen raz¨®n? ?Y si fuera cierto que la vigilia es un enga?o? En estos d¨ªas sale al mercado el disco de un nuevo artista cordob¨¦s que aparentemente est¨¢ como una cabra. Te mueres de risa en sus conciertos. Pero a veces la carcajada se te hiela en forma de rictus perplejo. Se llama Juan Antonio Canta (nada que ver con el cronista). F¨ªsicamente se parece bastante a Bertold Brecht. Una de sus canciones est¨¢ dedicada a Madrid y propone un teorema fascinante: "Madrid no es un lugar, es una forma de ser". Es decir, que lo que se consideraba hasta el momento como el centro de Espa?a y la capital del Estado, -puede que no sea m¨¢s que un conglomerado de vericuetos endocrinos; y nosotros, los vecinos de la Villa, un memorial de sombras asilvestradas que van de un lado para otro sin ton ni son. Est¨¢s teor¨ªas seguramente inquietar¨¢n a los gobernantes y a los banqueros, pero son reconfortantes para los esp¨ªritus montaraces. Madrid es una forma de ser bastante abigarrada. Madrid seguramente no existe, pero durante esta semana aqu¨ª se est¨¢ en la gloria. Da la impresi¨®n de que las sombras se han hecho carne de membrillo.
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