El gran seductor
Del brumoso norte vino un futbolista que comprendi¨® los tiempos que vivimos. Digamos que Laudrup ha sido un postmoderno. En la edad de la mirada, en los tiempos de los discursos blandos, Michael Laudrup ha sido el gran seductor, un futbolista que atend¨ªa con gran refinamiento el apetito de los aficionados. Su capacidad de fascinaci¨®n ha sido inigualable. De Escandinavia trajo un car¨¢cter calculador que le permiti¨® descifrar el gusto de la gente. En el Mediterr¨¢neo se encontr¨® con su lado epic¨²reo, un bont vivant del f¨²tbol que disfrutaba de los placeres de la pelota. Porque a Laudrup hay que relacionarlo ¨²nicamente con el bal¨®n. Todo lo que no fuera la pelota no le ha interesado. Por eso los entrenadores han tenido dificultades para buscarle una ubicaci¨®n en el campo y someterle a algunas de las trabajosas obligaciones que impone el f¨²tbol.Es dif¨ªcil saber si Laudrup, era centrocampista, delantero o un esp¨ªritu libre que no se ajustaba a la tramoya t¨¢ctica de los t¨¦cnicos, empe?ados en buscarle un sitio cuando lo ¨²nico que quer¨ªa Laudrup era un bal¨®n y sus circunstancias: el control exquisito, el regate sedoso, la conducci¨®n elegante y el pase, donde su capacidad para el enga?o y la seducci¨®n alcanz¨® un punto demag¨®gico. Tan pendiente de la admiraci¨®n del p¨²blico, decidi¨® convertir cada pase en una soluci¨®n final, con la doble posibilidad de producir la ocasi¨®n m¨¢s hermosa de gol o el m¨¢s temible de los contragolpes contra su equipo. Pero incluso en sus errores, Laudrup ha tenido el beneficio de la belleza, de la ofrenda constante de su destreza a los aficionados, que siempre han querido ser como Laudrup, el jugador que devolv¨ªa el f¨²tbol a los sue?os infantiles.
Desde esa vertiente, la contribuci¨®n de Laudrup al f¨²tbol espa?ol ha sido impagable. Poco importa el tama?o de sus defectos -su pereza defensiva, la escasa llegada al gol e incluso su tendencia a desplegar sus encantos futbol¨ªsticos fuera de las alambradas del ¨¢rea- porque su legado tiene un valor incalculable para la salud del juego. Laudrup ha dedicado toda su carrera a embellecerlo, a despojarlo de cualquier rastro de groser¨ªa, a hacerlo m¨¢s c¨ªvico y a dotarlo de un aire festivo que ha calado sin remedio en el coraz¨®n de los aficionados, porque el efecto encantador de Laudrup no ha hecho distinciones. Llegado el momento, amigos y enemigos se han visto enredados por el despliegue del gran seductor que miraba con un ojo el bal¨®n y con el otro el grader¨ªo. Todo esto en pret¨¦rito, porque Laudrup deja Espa?a y el juego. Lo de Estados Unidos o Jap¨®n s¨®lo es un apeadero fugaz para alguien que ha decidido abandonar el gran f¨²tbol.
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