Ham¨¢s amenaza con reanudar los ataques suicidas
Nuevas amenazas de Ham¨¢s, veladas promesas israel¨ªes a los colonos jud¨ªos y la sombra de un conflicto interpalestino a?adieron ayer truenos y rel¨¢mpagos al previsible torbellino pol¨ªtico que se cierne sobre Israel a menos de dos meses de las elecciones generales m¨¢s cruciales de su historia. En v¨ªsperas de la Pascua hebrea, hay pocas razones para planear unas fiestas tranquilas. Todo lo contrario. Un comunicado firmado por el brazo armado de Ham¨¢s, las Brigadas Ezed¨ªn al Kassam, puso nuevamente en estado de alerta a todo el pa¨ªs. Un mes despu¨¦s M ¨²ltimo atentado en Tel Aviv, los extremistas palestinos tratan de anular toda impresi¨®n de que "la lucha" -es decir, la carnicer¨ªa de civiles- puede ser liquidada de un plumazo.
"Todas nuestras c¨¦lulas deben penetrar las vol¨¢tiles barreras de seguridad y reanudar sus maravillosas operaciones de martirologio para poner nuevamente el fuego en el coraz¨®n mismo del intruso Estado sionista", dec¨ªa el comunicado de Ham¨¢s, en el que se advert¨ªa de que Israel y el Gobierno palestino de Yasir Arafat "han cruzado las l¨ªneas rejas" al ordenar las vastas campa?as de represi¨®n contra el movimiento integrista isl¨¢mico.La ira de Ham¨¢s hab¨ªa que atribuirla adem¨¢s a otros dos factores: el primer ministro Simon Peres, que ha declarado la "guerra frontal" a Ham¨¢s tras la cadena de atentados suicidas que el mes pasado causaron 59 muertos en Israel, ha declarado que, de ser elegido el 29 de mayo, no piensa desmantelar los asentamientos jud¨ªos en Gaza y Cisjordania. Si en algo puede estar de acuerdo Ham¨¢s con su principal adversario palestino, el Gobierno de Yasir Arafat, es en que la propuesta de refer¨¦ndum para aprobar el estatuto final del tratado de paz no es otra cosa que un ardid para consolidar el dominio jud¨ªo en los territorios t¨¦cnicamente aut¨®nomos.
Contra el refer¨¦ndum
En el clima de r¨¢pida descomposici¨®n pesaba fuertemente la inusitada vehemencia del propio Arafat, que el lunes acus¨® a Israel de "declarar la guerra a todo el pueblo palestino" y que ayer, siempre con retraso, denunci¨® la idea del refer¨¦ndum como una flagrante violaci¨®n de los acuerdos de Oslo. Su portavoz Nabil Abu Rodeina fue un poco m¨¢s elocuente: "Los israel¨ªes firmaron la paz con Egipto y no hubo refer¨¦ndum. Los jordanos firmaron la paz con Israel y tampoco hubo refer¨¦ndum. ?Por qu¨¦ se salen de los acuerdos de Oslo y se ponen ahora a hablar de un refer¨¦ndum para aprobar la paz con los palestinos?".
Los israel¨ªes que desean ver la derrota del laborismo en las urnas ten¨ªan una respuesta m¨¢s o menos uniforme. Peres, dec¨ªa por ejemplo el fogoso l¨ªder del Likud, Benjam¨ªn Netanyahu, teme perder en las urnas y por eso quiere "confundir al pueblo con la idea del refer¨¦ndum". Las elecciones de mayo, a?ad¨ªa, "son el verdadero refer¨¦ndum" de las pol¨ªticas laboristas.
La mayor parte de los diarios de ayer describ¨ªa la iniciativa de Peres como "una bomba pol¨ªtica" por las implicaciones que tendr¨¢, una vez planteada en el congreso del Partido Laborista a finales de mes. El respetado columnista Yosef Lapid, del diario Maariv, dijo que Peres "le ha hecho un favor a la oposici¨®n, que ahora puede concentrar su campa?a contra el Partido Laborista. Pero tambi¨¦n le ha hecho un favor a su propio partido, que ya no tiene que tartamudear ni mentir a su electorado".
La posibilidad de supeditar el pacto de paz con los palestinos a un refer¨¦ndum que todav¨ªa no tiene ni el espaldarazo de la jerarqu¨ªa laborista y mucho menos fecha o f¨®rmula definida mantiene agitados a todos. Pero su dram¨¢tica irrupci¨®n en la agenda electoral no ha conseguido disipar algo palpablemente m¨¢s vol¨¢til, como el pernicioso efecto del cierre de Gaza y Cisjordania decretado por Israel tras los atentados del mes pasado. Su impacto ha sido m¨²ltiple, aunque no todos est¨¢n dispuestos a aceptarlo, Arafat y Peres incluidos. Aparte de erosionar casi fatalmente la econom¨ªa de los palestinos. M¨¢s de dos millones de ellos no pueden moverse de sus pueblos y ciudades. Al menos 65.000 trabajadores de Gaza y Cisjordania est¨¢n desde entonces en el paro. El pan se compra en Gaza al fiado. Y nadie sale de la franja.
Salvo que al propio Arafat no se le deje abandonar su palacio presidencial a orillas del Mediterr¨¢neo, el l¨ªder palestino tendr¨¢ hoy que responder a la creciente presi¨®n de los palestinos para que haga algo m¨¢s que limitarse a las pusil¨¢nimes denuncias y a las l¨¢nguidas quejas p¨²blicas. Arafat planea trasladarse a Ramala para reunirse con los parlamentarios palestinos elegidos en enero y "examinar la situaci¨®n". Lo que se espera es una justificaci¨®n a su campa?a contra Ham¨¢s y su empe?o por mostrarse como el polic¨ªa de Israel. Eso, a decir de muchos palestinos, puede costarle caro. Hace dos d¨ªas, Ramala fue escenario de disturbios entre estudiantes palestinos y la polic¨ªa de Arafat. Un manifestante perdi¨® la vida de un balazo en uno de los enfrentamientos convocados precisamente para protestar por la invasi¨®n de la polic¨ªa palestina del principal recinto universitario de Nabl¨²s. Como los israel¨ªes, los polic¨ªas de Arafat quieren, lo primero, eliminar a los militantes radicales. Lleven o no armas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.