El placer de la derrota
A fuerza de ser dulce, la derrota puede resultar empalagosa. Pero, por el momento, Felipe Gonz¨¢lez se est¨¢ moviendo en el l¨ªmite, jugando a fondo con una presentaci¨®n verdaderamente singular de su propia derrota electoral, pero sin traspasar la frontera del rid¨ªculo. No deja de ser curioso el espect¨¢culo de un presidente de Gobierno vencido en unas elecciones que celebra tras ¨¦stas sucesivos m¨ªtines arropado por la multitud como si ¨¦l hubiese sido el verdadero triunfador. Incluso se presenta en Tur¨ªn, en gesto de apoyo internacionalista a D'Alema, el l¨ªder del PDS, quien deja ya de ser un ex comunista para convertirse en un miembro destacado de esa izquierda socialista avanzada o de progreso, cuyo emblema para nosotros es, o debe ser, seg¨²n el gui¨®n, Felipe Gonz¨¢lez.Reaparece, pues, la chaqueta de pana, aun cuando su portador no sea ya una promesa de la pol¨ªtica, sino un l¨ªder carism¨¢tico de prestigio reconocido en toda Europa. El m¨¢s fiel seguidor de Kohl. De ah¨ª que mientras se definen las cosas de cara al nuevo Gobierno, Gonz¨¢lez quiere dejar bien claro que, aunque Aznar pueda alcanzar el poder, a ¨¦l le corresponde la autoridad. Por eso le desea, entre ben¨¦volo y vitri¨®lico, un reconocimiento en Europa como el que ¨¦l disfruta. Se trata en todo momento de marcar las diferencias entre las respectivas estaturas pol¨ªticas, y desde este punto de vista resultar¨ªa l¨®gico que Gonz¨¢lez no diese la r¨¦plica a Aznar en el Congreso, de contar ¨¦ste con sobrado apoyo parlamentario. Ser¨ªa in¨²til mancharse en un cuerpo a cuerpo para luego tener que soportar el voto desfavorable. La dulce derrota del PSOE fue lograda merced a la extraordinaria prestaci¨®n como comunicador de su jefe. Conviene, en consecuencia, mantener inmaculado su prestigio en espera de su utilizaci¨®n electoral, o cuando llegue el momento de lanzar el ataque contra el a¨²n aspirante. Es ¨¦ste un papel que, por su parte, Gonz¨¢lez evitar¨¢ en todo lo posible, y aun cuando acceda a intervenir en el debate de investidura, por respeto al ritual, con toda seguridad dar¨¢ prioridad, al abrillantamiento de la propia imagen hasta que llegue el momento de destruir al l¨ªder popular. Como el c¨®nsul Fabio de los Discorsi de Maquiavelo, conteniendo el propio ¨ªmpetu hasta que se agote el ardor del adversario.
Es una estrategia inteligente. Dado que ahora les toca jugar a otros, y cualquier intervenci¨®n directa ser¨ªa incluso contraproducente, se proclama la neutralidad y aun el deseo de que Aznar gobierne. El PSOE desarrolla una pol¨ªtica institucional, y por eso el Gobierno en funciones sigue actuando como si nada hubiera ocurrido. La oposici¨®n ser¨¢ puntual y de desgaste, aprovechando las torpezas en que tantas veces incurren los populares. El caso Trillo fue una primera muestra. Y de paso, las sucesivas definiciones de izquierda en el Parlamento, ahora que son testimoniales, van atrayendo hacia s¨ª a Izquierda Unida, que, a pesar de los exabruptos de su liderazgo, no tendr¨¢ otro remedio que encontrarse una y otra vez al lado de las posiciones socialistas. Lo ocurrido en la Mesa del Congreso y con la elecci¨®n de su presidente es un indicio de lo que puede pasar en el futuro. El PSOE aparecer¨¢ como la izquierda real; IU como la in¨²til o subalterna. Dada la estrategia inmutable de Anguita, Gonz¨¢lez puede hacer su juego con la tranquilidad de conocer las cartas del oponente. Y en la pr¨¢ctica es mucho m¨¢s ¨²til para ¨¦l este anquilosamiento de fondo de IU, compatible con cierta flexibilidad parlamentaria, que aceptar el di¨¢logo para reactivar la izquierda, propuesto por Iniciativa per Catalunya y por el PDNI. En todo caso, ya montar¨¢ Guerra algo para crear la sombra de ese debate en torno a la unidad de la izquierda, y quiz¨¢ tambi¨¦n, como siempre, la red para desenga?ados. En suma, un buen dise?o de conjunto, salvo si Aznar logra consolidar a medio plazo un poder al que se acerca de forma precaria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.