San Miguel y los pingochos
A los de Navalagamella les dicen en Valdemorillo "pingochos" o "talegueros". Lo de pingochos, dice el alcalde Carlos Rodr¨ªguez Bacelo, viene de que Navalagamella la llamaban La Pinga; sobre lo de talegueros, el edil no se pronuncia. Corno muchos otros pueblos de la zona, Navalagamella est¨¢ marcado por la proximidad de El Escorial y de su due?o, Feilipe II. La construcci¨®n del monasterio debi¨® de conmocionar e introducir importantes cambios en la vida de estas comarcas de pastores, canteros, colmeneros y herreros, situadas a los pies de la sierra de Guadarrama, aunque la aureola de prosperidad emanada desde la poderosa mole herreriana nunca lleg¨® a deslumbrar en Navalagamella, cuyo censo, aunque se ha incrementado en los ¨²ltimos a?os, no alcanza los mil vecinos, a los que hay que sumar doscientos marroqu¨ªes y algo m¨¢s de sesenta portugueses.En el censo de Navalagamella hay 35 parados, algunos a la busca de su primer empleo, y el trabajo se reparte entre los servicios y la construcci¨®n, aunque ya no se construyan monasterios sino m¨¢s bien falansterios, ciudadelas almenadas y amuralladas de cubos adosados.
El pueblo crece, como indica la cifra de ni?os escolarizados: 122, a los que se suman los 11 de la casa de ni?os. Ni?os a los que un d¨ªa, cu¨¢ndo vayan al instituto en El Escorial, les llamar¨¢n pingochos o talegueros.
El cronista le ha tomado afici¨®n al diccionario de don Julio Casares, que suele consultar a la vuelta de sus excursiones madrile?as, y esta vez lo ha hecho intrigado por lo de la pinga y, sus pingochos. El Casares dice que la pinga es el palo que sirve para conducir al hombro una carga repartida en las dos extremidades, y el cronista deduce que los de Valdemorillo llaman pingochos a los de Navalagamella porque en tiempos les ver¨ªan a menudo caminar pinga al hombro, quiz¨¢ cargando esos talegos que dar¨ªan origen a su apodo de talegueros. Pero, metido en harina, el cronista busca en el diccionario el t¨¦rmino gamella, que, aparte de su m¨¢s conocida, acepci¨®n -artesa que sirve para dar de beber y comer a los animales-, significa tambi¨¦n arco que se forma en el extremo del yugo. ?Usar¨ªan quiz¨¢ los antiguos vecinos de Navalagamella, pueblo ganadero, los yugos como pingas? El cronista deja la pregunta en el aire y promete a sus lectores no entregarse demasiado en el futuro a este tipo de c¨¢balas y dedicarse a cumplir con su obligaci¨®n.
En la humilde plaza Mayor de Navalagamella, un noble y arrumbado arco de piedra da fe del abolengo hist¨®rico de esta villa realenga que, seg¨²n los cronicones, perteneci¨® al sesmo de Segovia, dentro de la provincia de Toledo, y que ahora se ubica en la Comunidad de Madrid.
Hoy el arco se abre a la entrada de un peque?o bar, heredero quiz¨¢ de alguna antigua fonda de las que aliviaban las fatigas de los cortesanos y funcionarios al servicio del rey prudente durante su retiro escurialense. A seis leguas de distancia de la capital, Navalagamella, gobernada desde las ¨²ltimas elecciones por una coalici¨®n PSOE-IU, contempla hoy su desarrollo en iniciativas municipales como la construcci¨®n de una residencia para la tercera edad, que dar¨ªa ocupaci¨®n a los parados del pueblo, y la apertura de una granja escuela sobre terrenos cedidos por el Ayuntamiento.
De la floreciente caba?a ganadera quedan algunos reba?os de vacas, ovejas y cabras que pastan a la sombra de las encinas del entorno.
La imagen de san Miguel, realizada seg¨²n las indicaciones de un pastor ante quien el arc¨¢ngel imprimiera su mano sobre una encina mediado el siglo XV, se guarda hoy en la maciza y altiva iglesia parroquia? del pueblo -de origen g¨®tico- hasta su restauraci¨®n definitiva, porque no hace mucho que se quem¨® parcialmente en su hornacina, a causa de unas velas que ard¨ªan en su honor.
En la espaciosa ermita queda hu¨¦rfano el le?o ign¨ªfugo de la encina originaria esperando a su santo para la pr¨®xima romer¨ªa, que se celebrar¨¢ el 19 de mayo como colof¨®n de las fiestas patronales. La ermita de San Miguel se levanta en un paisaje intacto que permanece fiel a la descripci¨®n que de ¨¦l se hace en un documento de 1455: "Una pradera hermosa, y cuajada de encinas, retamas y quexigos frondosos", una dehesa a la que acuden puntualmente los vecinos de Navalagamella en su procesi¨®n anual, contrastando el sufrido caminar de los penitentes descalzos con la festiva marcha de los romeros que forman la comitiva.
Del 8 al 19 de mayo sin turistas ni veraneantes, los pingochos en fiestas gozan de dos novilladas sin picar, verbenas con orquesta, funciones teatrales y folcl¨®ricas y torneos deportivos en los que participan los nueve equipos de f¨²tbol sala del pueblo, que cuenta tambi¨¦n con un, equipo de front¨®n que juega en la segunda divisi¨®n. Cerca de Navalagamella, en el embalse de Cerro Alarc¨®n, la meseta acoge a los marineros de secano y sus veleros de tierra adentro.
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