Alagna se perfila como el Pavarotti del 2000
La ¨®pera parece un circo romano", dice el cantante ante su deb¨² en Nueva York
A veces, Roberto Alagna siente como si estuviera viviendo un cuento de hadas. En apenas una d¨¦cada, este franc¨¦s de 32 a?os ha pasado de estudiar contabilidad durante el d¨ªa y cantar boleros en una pizzer¨ªa de Par¨ªs por la noche a ser aclamado en Europa como "el nuevo Pavarotti", "el cuarto tenor" y "el tenor del a?o 2000". Ahora, cuando se prepara para, hacer su deb¨² en el Metropolitan de Nueva York el mi¨¦rcoles, todav¨ªa parece conmocionado por la metamorfosis. "La ¨®pera se parece un poco a un circo romano", dice. "Hay tensiones y presiones. Hay fanatismo. Hay cr¨ªticos que llegan con pistolas apuntando como si se dirigieran al frente de guerra. La gente inventa rivalidades. Todo est¨¢ equivocado".
La idea de Roberto Alagna es otra. "Estamos ah¨ª para entretener a la gente y llevarles un poco de felicidad", asegura. "Me gustar¨ªa que la gente recordase que la ¨®pera es distracci¨®n y placer".De todas formas, lo quiera o no, la ¨®pera es tambi¨¦n un culto y un negocio. Y durante alg¨²n tiempo los teatros de ¨®pera, las compa?¨ªas de grabaci¨®n, los cr¨ªticos musicales y los fans han estado buscando a un joven tenor l¨ªrico que pueda suceder un d¨ªa a Luciano Pavarotti, Pl¨¢cido Domingo y Jos¨¦ Carreras. La fortuna de Alagna -y quiz¨¢ su destino- es que, al menos en Europa, ha sido elegido como el candidato m¨¢s prometedor.
Se ha hecho ya un nombre en La Scala de Mil¨¢n, en el Covent Garden de Londres, en la ¨®pera de La Bastilla de Par¨ªs y, m¨¢s recientemente y tambi¨¦n en esta ciudad, en el teatro Chatelet, donde en el papel que da t¨ªtulo al Don Carlo de Verdi se enfrent¨® a su mayor reto hasta la fecha. Alagna har¨¢ su deb¨² en la Metropolitan Opera de Nueva York como Rodolfo en seis representaciones de La boh¨¨me, enfrentado a la Mim¨ª de Angela Ghiorghiu, su prometida.
Algunos expertos europeos todav¨ªa se muestran reticentes a proclamarlo como el pr¨®ximo gran tenor, conscientes de que las voces no siempre evolucionan bien, sobre todo si est¨¢n sometidas a un trabajo excesivo. Pero nadie cuestiona que Alagna tiene muchas papeletas para lograrlo.
"Posee enormes cualidades como tenor rom¨¢ntico, una gran voz, canta maravillosamente, es guapo y las mujeres lo adoran", dice Jeremy Isaacs, director general del Covent Garden londinense, donde Roberto Alagna actuar¨¢ con Don Carlo en el mes de junio.
Tenor en may¨²sculas
La historia de amor en la vida real de este recio cantante con Angela Ghiorghiu, que comenz¨® despu¨¦s de la muerte de la primera mujer de Alagna en 1994, tambi¨¦n es materia prima para los mitos oper¨ªsticos. Ambos acaban de hacer una grabaci¨®n de duetos, y dicen que tienen la esperanza de trabajar juntos a menudo. Los teatros de ¨®pera europeos se disputan la oportunidad de presentar al guapo tenor joven y a la bella soprano joven en los grandes papeles rom¨¢nticos de la ¨®pera italiana y francesa.
Pero aunque Ghiorghiu, de 30 a?os, ha descollado ya en Londres y Nueva York, es s¨®lo una entre varias sopranos ascendentes. En contraste, Alagna est¨¢ obligado a vivir bajo las expectantes sombras de que pueda convertirse en El Tenor. "El p¨²blico est¨¢ hambriento de tenores a los que adorar", declara Isaacs, "y esto debe de resultar muy dif¨ªcil para ¨¦l. ?Porque, a qui¨¦n no le gusta ser adorado?".
Poco a poco, Alagna ha aprendido a manejar las presiones, seg¨²n dice. "Siempre he observado mi vida como una sucesi¨®n de papeles", explica. "Consegu¨ª el papel del cantante de cabar¨¦, el de contable, me convert¨ª en cantante, y ahora, con Angela, me he convertido en alguien diferente. Cada una de las veces, un nuevo personaje nace y despu¨¦s muere, y ¨¦sta es tambi¨¦n la raz¨®n por la que amo la ¨®pera".
De hecho, su propia vida podr¨ªa servir para un buen libreto. Nacido en Par¨ªs poco despu¨¦s de que sus padres y abuelos emigraran desde Sicilia, se recuerda siempre rodeado por la m¨²sica. Cuando ten¨ªa s¨®lo 10 a?os, tom¨® una guitarra para unirse a su padre, t¨ªos y primos mayores cantando canciones sicilianas. A los 14, vio una pel¨ªcula protagonizada por Mario Lanza y de pronto descubri¨® la dimensi¨®n heroica de la ¨®pera. Aunque entonces Alagna carec¨ªa de formaci¨®n musical y ten¨ªa que cantar de o¨ªdo.
Comenz¨® a cantar por las noches en una pizzer¨ªa. "Algunas personas en la pizzer¨ªa me enviaron a un viejo m¨²sico cubano, Rafael Ruiz, porque dijeron que cantaba demasiado alto", cuenta. "Era un hombre maravilloso. Le cont¨¦ mi problema y me pidi¨® que hiciera algunos ejercicios vocales. Entonces empez¨® a llorar. Y dijo: 'Pero si es que eres un tenor'. 'Oh', dije yo".
Aprender con los discos
Despu¨¦s de esto, con discos prestados por Ruiz, Alagna comenz¨® a escuchar las grandes operas y a imitar a los tenores protagonistas. Abandon¨® sus planes de convertirse en un contable, dej¨® de cantar en la pizzer¨ªa y, mientras trabajaba en extra?os empleos, comenz¨® a dedicar m¨¢s y m¨¢s tiempo a estudiar m¨²sica y canto. "A¨²n no so?aba con convertirme en cantante de ¨®pera, pero quer¨ªa hacer algo en el mundo del espect¨¢culo", dice.
A principios de 1988, un amigo siciliano lo llev¨® a ver a Pavarotti, que firmaba aut¨®grafos en unos grandes almacenes de Par¨ªs, -y se lo present¨® como un joven tenor bueno: "Pavarotti me pregunt¨®: '?Eres tenor?, y yo dije: 'No, s¨®lo canto'. A Pavarotti le llam¨¦ la atenci¨®n y me pidi¨® que le escribiera. Despu¨¦s, me invit¨® a Italia para lo que supuse que era una audici¨®n. Result¨® ser su concurso de canto".
Por esa ¨¦poca, Alagna conoci¨® tambi¨¦n a su actual agente, Jean-Marie Poilve, que le consigui¨® una audici¨®n en Inglaterra. Sin haber visto nunca una ¨®pera representada en escena, fue contratado como Alfredo en la producci¨®n de gira de La traviata en el Festival de Glyndebourne. Durante los ensayos, se escap¨® a Filadelfia para la final de la competici¨®n de canto de Pavarotti. D¨ªas despu¨¦s retorn¨® vencedor.
Su carrera despeg¨® de inmediato. Desde entonces ha actuado en muchos teatros de ¨®pera europeos, consiguiendo un Premio Olivier en Londres por su actuaci¨®n en el Romeo y Julieta de Gounod en el Covent Garden. Fue forzado a cancelar su planeado deb¨² en el Metropolitan de Nueva York debido a la enfermedad de su mujer, pero continu¨® cantando en Europa. "Ten¨ªa que trabajar para huir de la realidad", dice, "y probablemente cant¨¦ demasiado".
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