Por la v¨ªa directa
La ausencia de equipos de ensue?o y el sistema del torneo desfigura el retrato robot del campe¨®n
No hay un Ajax ni un Milan en el baloncesto europeo. Lo hubo. Pero desde que la di¨¢spora de sus estrellas desfigur¨® al Jugoplastika de Split no existe equipo que marque pautas. No hay quien tutele una generaci¨®n de promesas con talento como lo hizo el club croata ni quien mantenga un grupo capaz de dejar una estela. Todo ello, combinado con el particular sistema de competici¨®n de la Liga Europea, en el que se mezcla una fase regular, unos cuartos de final al mejor de tres partidos y una final four en la que dos partidos en tres d¨ªas alumbran al campe¨®n han propiciado que los reinados sean tan poco previsibles como ef¨ªmeros. Tan pronto surge un Partiz¨¢n de Belgrado de la mano de Danilovic y Djordjevic como aparece el sorprendente Limoges de Maljkovic, exprime las mejores gotas de su grupo el Joventut o culmina la carrera europea de Sabonis en el Madrid. Pero el ganador de una final four no se delata. No existe un retrato robot fiable. Antes al contrario, todos los datos apuntan hacia direcciones opuestas. No hay equipo que, antecedentes en mano, re¨²na suficientes argumentos y que pueda tirar de una credencial inmaculada.El campe¨®n lo es por la v¨ªa directa y nada tiene que ver con el lento discurrir de los siete meses precedentes en los que se han seleccionado a los cuatro mejores equipos. Es m¨¢s, nunca ha sido campe¨®n el ganador de la fase regular. El Mil¨¢n hab¨ªa sido tercero en la liguilla de 1988, igual que el Jugoplastika en la de 1989, mientras que fue segundo en las de 1990 y 1991, el Partiz¨¢n y el Joventut acabaron cuartos en las de 1992 y 1994 y el Limoges y el Real Madrid, segundos en las de 1993 y 1995.
El dato m¨¢s concluyente se refiere a la procedencia de los entrenadores. Tres t¨¦cnicos serbios (Maljkovic, Obradovic y PavIicevic), que dirig¨ªan a cinco equipos diferentes, se han repartido siete de los ocho t¨ªtulos disputados. El italiano Franco Casalini, con el Mil¨¢n, es el ¨²nico que rompe esta regla.
Aparecen, ante la cita de Par¨ªs, reglas m¨¢s esot¨¦ricas como que todos los equipos que han conseguido alg¨²n t¨ªtulo europeo esta temporada lo han hecho por vez primera: Taugr¨¦s en la Recopa, Efes Pilsen en la Copa Korac, Wupertal en la Copa de Europa femenina y Tarbes en la Copa Ronchetti. De los cuatro equipos que estar¨¢n en Par¨ªs, el ¨²nico que no ha ganado ning¨²n t¨ªtulo europeo es el Panathinaikos. El equipo griego tiene a su favor la presencia de Maljkovic en su banquillo y la de una superfigura como Wilkins en la cancha, una buena plantilla y sobre todo un potencial econ¨®mico muy superior al de todos sus rivales. A ello se debe a?adir que ser¨¢ el que contar¨¢ con mayor apoyo desde las gradas. Sin embargo, este ¨²ltimo factor ha resultado incluso contraproducente: han sido campeones equipos que no han tenido masivo apoyo en la grada, con la excepci¨®n del Madrid en la ¨²ltima edici¨®n. Adem¨¢s, nunca un equipo griego ha logrado inscribir su nombre en el historial de la Liga Europea.
Pero el rastro dejado por las ocho finales a cuatro disputadas hasta ahora no siempre desemboca en la direcci¨®n en que apuntan los datos. Por ejemplo, de un tiempo a esta parte, el campe¨®n parec¨ªa quedar maldito. El Partiz¨¢n pr¨¢cticamente se desintegr¨®, el Limoges pas¨® una temporada nefasta tras su sorprendente triunfo, el Joventut inici¨® el camino del desastre deportivo y econ¨®mico por el que ahora atraviesa -con un d¨¦ficit de m¨¢s de 400 millones de pesetas, sin jugar competici¨®n europea y con escasas perspectivas-, no mucho mejor le fue al Philips de Mil¨¢n y el Jugoplastika, tras su tercer triunfo consecutivo, desapareci¨® de escena. El Real Madrid, con su mero acceso a la final a cuatro tras su triunfo del a?o pasado, ha roto con el estigma que persegu¨ªa a todos los que alzaban la copa de campeones.
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