Llaves
Los catalanes parecen resignados a asumir en solitario la investidura de Aznar, pues sostienen por boca de Molins que hacerlo es condici¨®n necesaria y suficiente para poder adquirir en propiedad la llave del poder en Madrid. Lo cual implica darle un giro de 180? al mismo argumento propuesto en mi columna anterior, donde sostuve que el poder arbitral de que disfruta Pujol ahora, antes de la investidura, se perder¨ªa en buena medida despu¨¦s de haberla votado. Pues bien, Molins mantiene exactamente lo contrario: seg¨²n ¨¦l, para que CiU sea clave en Madrid tiene que empezar por votar antes la investidura. ?De veras? Como f¨®rmula ret¨®rica para persuadir a las bases nacionalistas no est¨¢ mal. Pero no parece adecuarse demasiado a la realidad previsible, pues una vez investido Aznar, Pujol no ser¨¢ para ¨¦l m¨¢s que un engorroso estorbo al que deber¨¢ contentar concedi¨¦ndole anualmente contadas contrapartidas presupuestarias.Para saber si Pujol ser¨¢ clave en mayor medida antes o despu¨¦s de la investidura, convengamos en admitir que se trata en realidad de dos llaves distintas. Antes de la investidura, Pujol posee la llave de apertura de la legislatura, llave que perder¨¢ desde el momento en que quede abierta con la formaci¨®n del primer gobierno de Aznar. Mientras que, despu¨¦s de la investidura, a Pujol s¨®lo le quedar¨¢ la llave de cierre de la legislatura, por su capacidad de retirar su apoyo presupuestario a Aznar, oblig¨¢ndole a disolverla convocando elecciones anticipadas. Pero como ha demostrado la historia reciente, nuestra Constituci¨®n le otorga al presidente, investido una posici¨®n pr¨¢cticamente inexpugnable, al ser casi imposible desplazarle del poder mediante mociones de censura. De donde se deduce, en conclusi¨®n, que la llave de cierre con la que Pujol se quede no parece ser tan clave como la llave de apertura qu¨¦ todav¨ªa conserva antes de la investidura.
Abrirle o no la puerta del poder a Aznar: ese es el dilema que aqueja hoy a Pujol pues, una vez que se la abra (si es que finalmente se la abre) ya muy dif¨ªcilmente se la podr¨¢ volver a cerrar (y eso s¨®lo tras haber tenido que dej¨¢rsela abierta un tiempo prudencial, durante, el que Aznar podr¨¢ ejercer el poder con relativa pero imprevisible discrecionalidad). De ah¨ª que tenga que vender muy cara su renuncia a mantenerla cerrada, pues no sabe a qu¨¦ se arriesga si se decidiera a abrirla. Y para eso no bastan gestos espectaculares, como las muestras de amor encendido al idioma catal¨¢n. Hace falta algo m¨¢s: una especie de p¨®liza de seguros que proteja a Pujol contra todo riesgo imprevisto y le garantice que no tiene nada que perder si decide abrirle a Aznar la puerta del poder. Y ese seguro de vida, sin cuya firma solemne Pujol nunca entregar¨¢ la llave de apertura que conserva hoy todav¨ªa, debe poseer una naturaleza dual con doble cl¨¢usula.
De un lado, debe pactarse la cl¨¢usula indemnizatoria: hay que compensar a Catalu?a por su vinculaci¨®n a Espa?a, pues no es de recibo que siga haciendo fiscalmente el primo (dado que contribuye en una cuant¨ªa muy superior al gasto p¨²blico percibido). Pero no se trata de incentivar o subvencionar la espa?olidad, comprando con primas adicionales su lealtad, sino de restituir la justicia distributiva: formar parte de Espa?a no debe ser para los catalanes como hasta ahora, un gravoso coste a?adido. Es verdad que esta situaci¨®n de injusticia social no es privativa de Catalu?a, pues la comparten otros territorios -de ah¨ª que haya que federalizar la hacienda p¨²blica, redistribuyendo territorialmente la carga fiscal-, pero a diferencia del resto, los catalanes han construido su propia naci¨®n. Esta es la segunda cla¨²sula del seguro que necesita Pujol: la nacional. Pues no se trata -s¨®lo- de una cuesti¨®n de intereses econ¨®micos, como creen los detractores del catalanismo. La gesta de Pujol no es una puja fenicia sino una lucha por el poder, pues su vocaci¨®n no es pecuniaria sino pol¨ªtica y soberana: de ah¨ª que precise poder nacional, sin lo cual jam¨¢s se dejar¨¢ comprar.
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