Carga insoportable

COLOMBIA VIVI? ayer una jornada sangrienta en lo que parece tan s¨®lo un proleg¨®meno para m¨¢s graves acontecimientos. Al menos 27 muertos, decenas de heridos y una situaci¨®n de insurrecci¨®n y terror son el resultado de la. primera jornada de lucha convocada por la Coordinadora General Guerrillera para exigir el cese del presidente Samper.Las acusaciones contra el presidente de connivencia con el narcotr¨¢fico han dejado hace ya mucho de ser la amenaza sobre el futuro de un prometedor pol¨ªtico para convertirse en un conflicto nacional de imprevisibles consecuencias. Colombia es un pa¨ªs inmerso como ninguno de Latinoam¨¦rica en la terrible l¨®gica econ¨®mica que el narcotr¨¢fico genera por esa simbiosis de pobreza, prohibicionismo, proximidad geogr¨¢fica al mayor consumidor de coca¨ªna de la Tierra, que es Estados Unidos, y explosi¨®n del negocio.

Sus niveles de violencia cotidiana no tienen parang¨®n en el subcontinente. Decenas de miles de muertos al a?o, el secuestro y la extorsi¨®n convertidos en h¨¢bito y unas instituciones atravesadas por la corrupci¨®n del narcod¨®lar revelan hasta qu¨¦ punto la sociedad colombiana est¨¢ cautiva de este terrible fen¨®meno.

La responsabilidad de este estado de cosas no es exclusiva de Colombia ni sus l¨ªderes. La hipocres¨ªa de Washington en su trato a los pa¨ªses productores de coca¨ªna ser¨ªa hilarante de no ser tr¨¢gica. Incapaz de controlar, regular o reprimir el mercado de la coca¨ªna en su propia sociedad, recurre a medidas de castigo como las impuestas a Bogot¨¢, que s¨®lo aumentan el poder de quienes trafican con ella.

Sin embargo, hay que constatar que Samper es hoy ya una carga demasiado pesada para su pa¨ªs y que el ¨²nico gesto de patriotismo que le resta es presentar la dimisi¨®n, habilitar una salida pol¨ªtica consensuada y luchar por su nombre ante los tribunales. En todo caso, su deslegitimaci¨®n p¨²blica le impide ya ejercer. No es que las guerrillas (las FARC y el ELN) o el narcotr¨¢fico vayan a respetar a otro presidente; la cuesti¨®n radica en que la sociedad colombiana, inerme y descompuesta, dif¨ªcilmente puede recuperar la esperanza mientras no se resuelva este litigio.

Samper dedic¨® m¨¢s de la mitad de su discurso de investidura al proyecto de pacificaci¨®n y reconciliaci¨®n en Colombia. ?l mismo ha terminado convertido en un obst¨¢culo para tan nobles prop¨®sitos. Su propio juramento de trabajar incondicionalmente a favor del bien de su patria le obliga a dimitir para dejar paso a alguien que, libre de sospecha, pueda luchar contra la lacra del narcotr¨¢fico y en defensa de los intereses colombianos frente a pol¨ªticas tan injustas como la de Washington hacia Bogot¨¢ que utilizan a este presidente como pretexto. Seguramente hay m¨¢s de una acusaci¨®n injusta contra Samper, pero su encastillamiento en la presidencia es hoy un riesgo para el pa¨ªs.