Jap¨®n viol¨® el derecho internacional al utilizar esclavas sexuales en la guerra
La ONU pide a Tokio que asuma su responsabilidad e indemnice a las v¨ªctimas
La relatora especial de la ONU que investiga la violencia contra la mujer, Radhika Coomaraswami, pide a Tokio que asuma su responsabilidad jur¨ªdica por la prostituci¨®n de miles de mujeres durante la II Guerra Mundial e indemnice a las v¨ªctimas. En su informe La esclavitud sexual al servicio del Ej¨¦rcito durante la guerra, presentado en Ginebra ante la Comisi¨®n de Derechos Humanos y basado en informaci¨®n de las dos Coreas y Jap¨®n, insta a las autoridades a reconocer que los "centros de descanso" o burdeles del Ej¨¦rcito japon¨¦s violaban el derecho internacional.
De las cerca de 200.000 "mujeres de placer" que se estima fueron obligadas por el Ej¨¦rcito japon¨¦s entre 1932 y el final de la II Guerra Mundial a prostituirse, s¨®lo poco m¨¢s de 800 siguen hoy con vida y dispuestas a luchar para recobrar su dignidad y que las autoridades niponas asuman su responsabilidad.Coomaraswani quiere cambiar la denominaci¨®n de "mujeres de placer" como son conocidas las coreanas, taiwanesas, filipinas, malayas e indonesias, japonesas y holandesas reclutadas a la fuerza para colmar los brutales instintos sexuales, a juzgar por las vejaciones y violencias a que fueron sometidas, de los soldados y oficiales por la de "esclavas sexuales al servicio del Ej¨¦rcito". Hasta 40 hombres pod¨ªan pasar diariamente por la cama de las v¨ªctimas. La creaci¨®n de estos burdeles de campa?a se remonta a 1932, cuando Jap¨®n y China luchaban por Shanghai.
Es dif¨ªcil saber con precisi¨®n cu¨¢ntas mujeres -muchas de ellas en su m¨¢s temprana adolescencia- pasaron por estos burdeles y sobre todo cu¨¢ntas sobrevivieron. Se estima que en Corea se reclutaron m¨¢s de 200.000. Las enfermedades ven¨¦reas en estado avanzado eran raz¨®n para eliminarlas. En Micronesia, se?ala el informe, soldados japoneses mataron a 70 "mujeres de placer" en una noche por miedo a que se convirtieran en una carga o a la verg¨¹enza que sentir¨ªan de ser capturados por las tropas americanas que se acercaban.
Secuestradas y enga?adas
"Entre las mujeres acantonadas en las zonas de combate, muchas eran obligadas a participar en las operaciones militares, incluidas las misiones suicidas. Otras veces las abandonaban a kil¨®metros de sus hogares con el riesgo de caer en manos enemigas".
Los documentos que han sobrevivido a la destrucci¨®n revelan, "sin duda posible", seg¨²n la relatora, la medida en que las fuerzas japonesas eran directamente responsables de estos burdeles y los aspectos relativos a la organizaci¨®n y el grado de legitimaci¨®n e institucionalizaci¨®n de los centros. El reclutamiento se efectuaba mediante el alistamiento voluntario de prostitutas, el enga?o con ofertas falsas de empleo bien remunerado como camareras, cocineras o costureras para el Ej¨¦rcito o por el procedimiento del secuestro de los pa¨ªses controlados por Jap¨®n.
La relatora recoge algunas de las declaraciones escalofriantes de 16 testigos entrevistados. La coreana Chong Oksun, de 74 a?os, hace hincapi¨¦ en las brutalidades que estas mujeres deb¨ªan soportar, adem¨¢s de las agresiones sexuales y las violaciones cotidianas perpetradas por los soldados japoneses. Secuestrada a los 13 a?os por un soldado japon¨¦s cuando iba a buscar agua, fue internada junto a otras 400 j¨®venes coreanas en un campo para servir como esclavas sexuales a unos 5.000 soldados. "Cada vez que protestaba me pegaban o me llenaban la boca de trapos. Uno de ellos me introdujo una cerilla en el sexo hasta que le obedec¨ª. Ten¨ªa el sexo ensangrentado", se?ala. A otras, las protestas les costaron la vida. "Ya que las coreanas lloran porque no han comido, hervid la carne humana y que se la coman", ordenaba un soldado japon¨¦s. Chong dice que "m¨¢s de la mitad de las j¨®venes que se encontraban en el burdel fueron asesinadas".
Con motivo de la presentaci¨®n del inf¨®rme una veintena de organizaciones no gubernamentales asi¨¢ticas han creado una alianza para luchar por que la verdad emerja. M¨¢s importante que las indemnizaciones, que, dadas las pocas supervivientes y los a?os transcurridos, se convertir¨ªan en un gesto simb¨®lico, reclaman al Gobierno japon¨¦s que se una a los esfuerzos internacionales para proteger los derechos y la dignidad de la mujer y deje de oponerse al informe de la relatora y asuma tanto su responsabilidad moral como legal en el marco del derecho internacional.
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