"Soy Aldaya, estoy libre"
El secuestrado se dirigi¨® hacia la luz de un caserio al despertar en el bosque
"Soy Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya", dijo ante una puerta cerrada. "Y yo Felipe Gonz¨¢lez", pens¨® desconfiado, al otro lado, el propietario del asador Kurutzeta, mientras abr¨ªa una rendija para que la luz artificial iluminara su cara. El transportista secuestrado por ETA fue liberado al amparo de la noche y de la niebla. Aldaya despert¨® del corto sue?o de un somn¨ªfero que le inyectaron los terroristas apenas a 15 kil¨®metros del lugar en el que dejaron libre a Julio Iglesias Zamora. Un pinar h¨²medo y fr¨ªo en el puerto de Azk¨¢rate, en Elg¨®ibar (Guip¨²zcoa), fue la imagen nueva, despu¨¦s de 341 d¨ªas cautivo en un habit¨¢culo min¨²sculo, que le hizo pensar que hab¨ªa acabado la pesadilla.Aldaya vio una luz y llam¨®. En la mano izquierda llevaba un manual para aprender euskera, y estaba aterido. "Soy Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya", repiti¨® mientras llamaba con los nudillos.
"Estoy libre".
Aproximadamente dos horas antes de ese encuentro, sus protagonistas encaraban la medianoche de manera diametralmente opuesta. Mientras la familia propietaria del asador Kurutzeta preparaba una partida de cartas en torno a una de las mesas del caser¨ªo, a Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya le dieron la buena noticia. "Te vamos a soltar", le dijeron al filo de las doce.
Le aleccionaron sobre lo que ten¨ªa que hacer en el momento en que despertara. "Sigue la luz", le ordenaron, seg¨²n explic¨® el portavoz de la familia Inaxio Altuna. Y eso es lo que hizo despu¨¦s de que pasara el efecto de la inyecci¨®n con el somn¨ªfero. S¨®lo pudo gatear marcado en el suelo, atiborr¨¢ndose con las primeras im¨¢genes borrosas que saboreaba en libertad. Luego camin¨® sobre el barro, entre los pinos, hasta llegar al asador. A las 1.15, la niebla hac¨ªa m¨¢s oscura la noche.
Aterido y m¨¢s delgado
"Estaba aterido, con un pantal¨®n azul marino, un jersey gris una camisa oscura, como verde", describi¨® el propietario del caser¨ªo, que debi¨® ver en su cara, m¨¢s delgada despu¨¦s de casi un a?o privado de libertad, el rastro de la humedad y del fr¨ªo.Le ordenaron que esperara en el lugar una hora antes de comenzar a andar. "Al encender la luz lo reconoc¨ª", dijo ayer, a pesar de que sus referencias se limitaban a la escasa variedad de im¨¢genes que se han publicado.
"Una vez dentro cont¨® que hab¨ªa visto la iluminaci¨®n de la casa desde una zona de bosque con pinos, la luz que despide el nuevo t¨²nel del puerto". Estaba bien afeitado y se le notaban las arrugas (le la cara. Los terroristas le dieron un reloj de pulsera y el manual Bakarka para aprender euskera. "Es el segundo libro que he le¨ªdo en este tiempo", coment¨® el industrial a los miembros de la familia.
El caser¨ªo Kurutzeta tiene dos plantas y, est¨¢ iluminado con tres farolas que cuelgan de sus fachadas principal y lateral. Las luces s¨®lo pueden ser vista desde dos pinares pr¨®ximos. A uno de ellos se puede acceder sin pasar por el caser¨ªo, desde la carretera que enlaza Elg¨®ibar con ?ibar. El matrimonio tiene tres hijos.
Mientras despertaba del letargo, Aldaya solicit¨® un tel¨¦fono para llamar a su familia. Al primero al que dio la buena noticia fue a su hijo ¨®scar. "Estoy libre", repiti¨® otra vez, mientras en el caser¨ªo le preparaban algo caliente: un caf¨¦ con leche y galletas. El resto de la conversaci¨®n debi¨® ser emocionante. Como siempre en estos casos, a pesar de que le hab¨ªan robado un a?o de su libertad, dijo a todo el que lo preguntaba que le hab¨ªan tratado bien.
"Apenas si estuvo 10 minutos en. casa, luego vino la Ertzaintza y lo llev¨® a la comisar¨ªa de ?ibar. En ese tiempo poco pude hablar con ¨¦l. Me dijo que se hab¨ªa despertado con el fr¨ªo, que ten¨ªa mucho fr¨ªo, pero que estaba muy contento". Dos ertzainas se quedaron en el alto de Azlc¨¢rate para recoger a la familia y llevarla a Eibar.
Mientras el anfitri¨®n explicaba c¨®mo pas¨® el empresario del transporte su primera media hora en libertad, cuatro miembros de la polic¨ªa aut¨®noma flanqueaban el peque?o bar, situado en la segunda planta del caser¨ªo que corona el puerto de montana. De hecho, ellos hicieron que el hostelero, a pesar de su gran nerviosismo, contara los minutos posteriores a la liberaci¨®n.
El feliz encuentro con parte de su familia se produjo en la comisar¨ªa de la Ertzaintza de ?ibar, donde permaneci¨® desde la 1.45 hasta pasadas las tres de la madrugada. Las primeras evaluaciones m¨¦dicas indicaron que Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya estaba bien de salud. La noche no hab¨ªa hecho m¨¢s que comenzar para el industrial liberado.
En ?ibar realiz¨® la primera parte de su gran sue?o, fundirse en un abrazo junto a sus hijos ?scar e Idoia. Y all¨ª se enter¨® de que durante su secuestro, el m¨¢s largo de los realizados por ETA, adem¨¢s de cumplir los 54 a?os, fue abuelo de una ni?a llamada Mireia, hija de su primog¨¦nito, Josetxo. Tambi¨¦n empez¨® a tomar conciencia de que su figura hab¨ªa suscitado la mayor de las reacciones sociales de la dram¨¢tica historia de los secuestros de la banda terrorista ETA.
Ansioso por llegar a casa
La segunda obsesi¨®n, el sue?o que no se hab¨ªa podido quitar de a abeza en todo este tiempo, era cruzar el umbral de su domicilio, en Hondarribia (Guip¨²zcoa), y lo hizo 35 minutos despu¨¦s. "Nos dijo que estaba ansioso por llegar a su casa, que pensaba mucho en su casa y su entorno", coment¨® el baserritarra que le dio cobijo en su caser¨ªo.El empresario guipuzcoano viaj¨® en el asiento del copiloto del coche matr¨ªcula de Navarra 4816 de la serie AG, conducido por su primo y primer portavoz de la familia, el abogado Francisco Audela. Los asientos de atr¨¢s los ocupaban sus hijos ¨®scar e Idoia.
Esta ¨²ltima le tap¨® la cara ante la presencia de los numerosos medios de comunicaci¨®n que se agolpaban frente a su villa, para que nadie lo recuerde con la imagen del hombre cansado. El martes aparecer¨¢ en p¨²blico con la de siempre, la del hombre activo y trabajador que su familia rescatar¨¢ de la memoria del ¨²ltimo d¨ªa que le vieron en libertad, el 8 de mayo de 1995.
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