En fuera de juego
No fuimos pocos los sorprendidos cuando, har¨¢ un a?o y medio, un par de desconocidos que respond¨ªan por La Cuadrilla se destaparon en el festival de Sitges con Justino, un asesino de la tercera edad. Esp¨ªritu iconoclasta, escasos medios estirados hasta lograr simular la humildad, humor negro en la mejor l¨ªnea Azcona /Ferreri, un respeto por los eternos secundarios del cine espa?ol, esos que hicieron, y siguen haciendo, respetables y en ocasiones incluso sencillamente soportables pel¨ªculas que sin su presencia merecer¨ªan arder en los infiernos, eran las credenciales que el filme exhib¨ªa.Y una concienca, por qu¨¦ no decirlo, de pertenencia a una cinematograf¨ªa para lo bueno y para lo malo, conciencia que no abunda en nuestro medio: La Cuadrilla no se siente ajena al esperpento, al humor vitri¨®lico, a la caspa, la mugre y la cutrez hispanos que en el arte del siglo nadie ha mostrado mejor que el cinemat¨®grafo.
Mat¨ªas, juez de l¨ªnea
Direcci¨®n y gui¨®n: La Cuadrilla.Fotograf¨ªa: Flavio Mart¨ªnez Labiano. M¨²sica: Jos¨¦ Carlos Mac. Producci¨®n: Andr¨¦s Vicente G¨®mez para Sogepaq y Lolaffims, Espa?a, 1996. Int¨¦rpretes: Carlos de Gabriel, Ram¨®n Barca, Alicia S¨¢nchez, Francisco Algora, Alex Angulo, Carlos Lucas, Manuel Marquina. Estreno en Madrid: cines Ideal Multicines, Minicines, Acte¨®n.
La segunda comparecencia del d¨²o tiende puentes con su primer filme, aunque sus puntos de partida sean distintos. Ahora han tenido unos considerables dineros m¨¢s, que les han permitido rodar en color, pero los han empleado, loable coherencia, en reconstruir ambientes tan cutres como una caba?a sencillamente inenarrable en la que ni siquiera falta el agua del rompiente oc¨¦ano.
Comedia Inglesa
Y si las referencias dominantes en su deb¨² eran cierto cine espa?ol negr¨ªsimo, entre los cincuenta y los sesenta, ahora el indisimulado norte apunta a las comedias de la Ealing, y muy concretamente a un filme sobre todo un pueblo dedicado al contrabando de alcohol, cuyos habitantes intentan liar a todo el que viene de fuera para que no les fastidie el negocio: Whiskey Galore, de Alexander Mackendrick, una de las cumbres de la comedia inglesa de los cincuenta, de ciertos planos, algunos tan espl¨¦ndidos como el del primer encuentro entre el cura, en bicicleta, y el reci¨¦n llegado Mat¨ªas, que viaja... en furg¨®n mortuorio.Sigue plenamente vigente, no obstante, el amor por los secundarios, protagonistas absolutos -y todos espl¨¦ndidos en su trabajo-, y sigue tambi¨¦n ah¨ª la fecunda inspiraci¨®n anclada en los ambientes mas imprevisibles.
La idea de tratar cosas tan dispares como f¨²tbol, contrabando y Uni¨®n Europea con un acercamiento entre tierno y cutre, y con un personaje en el l¨ªmite entre la integridad y la suprema gilipollez (a quien Carlos de Gabriel da una incre¨ªble solidez) era a priori m¨¢s que interesante, y demostrativa adem¨¢s de que la mirada del d¨²o sigue siendo cuando menos original. Pero, por desgracia, tambi¨¦n hay otra continuidad no deseada entre ¨¦ste y el primer filme de La Cuadrilla, y es la debilidad de un gui¨®n que ya en Justino jugaba alguna que otra mala pasada, debido sobre todo a ciertas ca¨ªdas del inter¨¦s que quedaban disimuladas por unos personajes. sorprendentes, de cuyas acciones pod¨ªa derivar literalmente cualquier cosa.
Los problemas de Mat¨ªas, que afean y dejan un tanto fuera de juego a un filme llamado a consolidar una inspiraci¨®n peculiar y un intento de cine popular, que no populachero, no s¨®lo tienen que ver con esas ca¨ªdas de inter¨¦s de un gui¨®n que querr¨ªamos m¨¢s pulido, m¨¢s trabajado en su concepci¨®n global.
El filme es tambi¨¦n v¨ªctima de una estructura narrativa coral con la cual es dif¨ªcil trabajar, entre otras cosas, porque algunos de sus gags son sencillamente estupendos, lo que, bien mirado, es bastante m¨¢s de lo que suelen proporcionar otras comedias de las que nos solemos llevar a los ojos, especialmente la mayor¨ªa de las que inefablemente nos llegan desde el otro lado del oc¨¦ano.
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