La correcta medici¨®n del d¨¦ficit p¨²blico
El pasado mi¨¦rcoles 10 de abril, el diario EL PA?S public¨® en sus p¨¢ginas de econom¨ªa un art¨ªculo titulado Flor de un d¨ªa, en el que su autor, Alberto Recarte, economista, contemplaba la posibilidad de que el d¨¦ficit p¨²blico de 1995 fuera superior a la cifra oficialmente contabilizada por el Gobierno, ya que recurr¨ªa al ingenioso procedimiento de comparar el d¨¦ficit del ejercicio con el aumento del stock de deuda p¨²blica ocurrido en el mismo.De acuerdo con los datos sobre el avance de la actuaci¨®n presupuestaria del Estado durante 1995, elaborados por la Intervenci¨®n General de la Administraci¨®n del Estado, la necesidad de financiaci¨®n del conjunto de las Administraciones P¨²blicas espa?olas, es decir, el d¨¦ficit p¨²blico calculado siguiendo los criterios metodol¨®gicos recogidos en el Sistema Europeo de Cuentas Econ¨®micas Integradas (SEC) alcanz¨® durante el ejercicio pasado un importe de 4 billones 93.000 millones, lo que supone el 5,8% del PIB.
El se?or Recarte observa que el endeudamiento p¨²blico aument¨® en 1995 en 5 billones 41.000 millones y, ante la posibilidad de que este incremento en la deuda est¨¦ recogiendo d¨¦ficit de a?os anteriores, concluye que el d¨¦ficit p¨²blico medido a trav¨¦s del aumento de la deuda se situ¨® durante.1995 en el 7,2% del PIB. A?ade a ello, en su prop¨®sito de empeorar el panorama, que el d¨¦ficit podr¨ªa haber sido a¨²n mayor si los ingresos extraordinarios netos que Espa?a ha recibido de la Uni¨®n Europea no hubieran alcanzado el importe de 1,1 billones de pesetas, no hubieran existido las privatizaciones, etc¨¦tera. Asimismo, se refiere a otras cuestiones como la asunci¨®n por el Estado de deuda del sector p¨²blico empresarial, avales concedidos al mismo, desviaciones presupuestarias de 1995, etc¨¦tera, demostrando una cierta confusi¨®n conceptual, que me interesa aclarar tanto por la responsabilidad del cargo que ocup¨® como para evitar que este confusionismo se propague en perjuicio de nuestro pa¨ªs.
Vayamos por partes. Es evidente que la forma de medir el d¨¦ficit p¨²blico por la evoluci¨®n de la deuda carece de fundamento alguno, ya que el endeudamiento de un ejercicio no s¨®lo sirve para financiar el d¨¦ficit p¨²blico, sino que tambi¨¦n se utiliza para financiar la variaci¨®n neta de Activos Financieros que, de acuerdo con las m¨¢s elementales normas de Contabilidad Nacional & Espa?a y del sistema contable europeo (SEC), seguido por los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, no forma parte de la necesidad de financiaci¨®n o d¨¦ficit p¨²blico.
Es decir, la suma del d¨¦ficit p¨²blico m¨¢s la variaci¨®n neta de Activos Financieros es lo que determina las necesidades globales de financiaci¨®n de las Administraciones P¨²blicas durante un ejercicio y, por tanto, el aumento" de la deuda p¨²blica. De esta forma, el d¨¦ficit p¨²blico es tan s¨®lo una parte del aument¨® de la deuda p¨²blica. As¨ª, por ejemplo, durante 1995, y solamente en el Estado, la variaci¨®n neta de Activos Financieros ascendi¨® a 1 bill¨®n 220.000 millones, y entre las partidas que se incluyen en estos activos financieros se puede citar las variaciones en la cuenta Corriente del Estado en el Banco de Espa?a, las adquisiciones de acciones y participaci¨®n del Estado en empresas p¨²blicas, los pr¨¦stamos concedidos por el Estado a determinados entes, o los anticipos concedidos por el Estado por cuenta del presupuesto comunitario para financiar las actuaciones en Espa?a de los proyectos desarrollados a trav¨¦s de los Fondos actuales. Esta distinci¨®n, d¨¦ficit conta- ble y endeudamiento, es algo tan evidente como los datos que pueden extraerse del cuadro adjunto, obtenido del informe referido a Espa?a, elaborado por el Fondo Monetario del mes de marzo pasado. Puede apreciarse que, para todos los pa¨ªses contenidos en el cuadro, el d¨¦ficit medido como flujo es distinto a la variaci¨®n anual del stock del endeuda miento, calculado todo ello en tanto por ciento del PIB. Incluso, el FMI admite, obviamente, la posibilidad de que, por ejemplo Italia, pueda tener en 1995 un d¨¦ ficit del 7,1 % del PIB y haber reducido en 6,3 puntos de PIB su endeudamiento. Estar¨ªamos en este caso en presencia del fen¨®meno contrario al que nos explica el se?or Recarte. ?Quiere ello decir que el FMI est¨¢ equivocado y debemos apresurarnos a sacarle del. error? Por tanto, no tiene ning¨²n apoyo conceptual, legal o convenido el procedimiento, de medir el d¨¦ficit a trav¨¦s del aumento de la deuda p¨²blica. Las cifras oficiales registran el d¨¦ficit p¨²blico de acuerdo con la metodolog¨ªa del SEC, y posteriormente se remiten para su examen a la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas, ya que esta metodolog¨ªa es la que se utiliza para comprobar el cumplimiento de los requisitos de convergencia exigidos en el Tratado de Maastricht, y de acuerdo con ello, la cifra de d¨¦ficit p¨²blico en 1995 para el conjunto de las Administraciones P¨²blicas espa?olas ascendi¨® a 4 billones 93.000 millones, es decir, el 5,8% del PIB.
Este dato adem¨¢s hay que valorarlo de manera muy positiva, ya que se ha debido a una manifiesta mejora en la gesti¨®n p¨²blica, que ha propiciado espectaculares ahorros en el gasto p¨²blico, y, en contra de lo que cree el se?or Recarte, poco ha intervenido en dicha reducci¨®n del d¨¦ficit la mejora del saldo de los flujos Espa?a-UE (no ingresos extraordinarios como dice el se?or Recarte) o las privatizaciones. En efecto, el saldo con la UE en 1995 ha sido favorable para Espa?a en 1,1 billones de pesetas, resultado de unos pagos (incluidos en el presupuesto del Estado) de 615.900 millones y de unos ingresos de 1,7 billones que no tienen entrada en su totalidad en los Presupuestos de las Administraciones P¨²blicas, porque entran directamente como ayudas comunitarias a los sectores privados, empresas y familias. Por ejemplo, las ayudas del Fondo del FEOGA-Garant¨ªa que en 1995 han supuesto 733.800 millones han llegado desde Bruselas directamente a los agricultores, sin incidencia alguna en las cuentas p¨²blicas. As¨ª ocurre en menor proporci¨®n con programas de otros Fondos como el FEOGA-Orientaci¨®n, el FEDER, etc¨¦tera.
Respecto a las privatizaciones, en 1995 los ingresos procedentes de la venta de las acciones que ten¨ªa el Estado de Telef¨®nica, 210.600 millones, no se consideran a efectos del c¨¢lculo del d¨¦ficit p¨²blico. Aunque le resulte sorprendente al se?or Recarte, estamos nuevamente aplicando los criterios del SEC, aunque en este supuesto Espa?a no resulte favorecida.
En resumen, 1995 ha sido un a?o en el que el esfuerzo en el gasto ha permitido cumpliar el objetivo de d¨¦ficit y obtener un indicador que rompe el t¨®pico trasnochado de las desviaciones presupuestarias: las obligaciones reconocidas del Estado en 1995 han sido inferiores al presupuesto inicial en un 0,6%, circunstancia no conocida en la serie analizada desde 1978, a excepci¨®n de los a?os 1983 y 1984.
En otra parte del art¨ªculo, el se?or Recarte considera que tampoco se cumplir¨¢n las previsiones de crecimiento econ¨®mico para 1996, y que la econom¨ªa espa?ola podr¨ªa darse por satisfecha si el presente ejercicio finaliza con un crecimiento del 2%. En este sentido, de acuerdo con los datos de la Contabilidad Nacional referidos al cuarto trimestre de 1995, la econom¨ªa espa?ola creci¨® al 2,6% y determinados indicadores econ¨®micos comenzaron a atenuar su ritmo de descenso, lo que podr¨ªa conducir a una mejora de la actividad que se har¨ªa patente en el segundo semestre de 1996.
Efectivamente, las previsiones realizadas por el Gobierno en septiembre del a?o pasado se han visto reducidas como consecuencia de la desaceleraci¨®n registrada en los sectores de la construcci¨®n y de la industria. Sin embargo, si se tiene en cuenta que durante los dos ¨²ltimos ejercicios la econom¨ªa espa?ola creci¨® por encima de la media de los pa¨ªses europeos, a pesar de la negativa aportaci¨®n de la producci¨®n agraria al crecimiento del PIB, y que para 1996, como el propio se?or Recarte considera, la producci¨®n agraria contribuir¨¢ con cerca de un punto al crecimiento del PIB, es previsible que nuestra econom¨ªa crezca en 1996 al menos en el entorno del 2,5%.
Finalmente, en la ¨²ltima parte del art¨ªculo, el se?os REcarte vuelve a incidir en la cr¨ªtica a la cifra de d¨¦ficit p¨²blico determinada conforme a los criterios de la Contabilidad Nacional, para analizar el desequilibrio en las cuentas p¨²blicas midi¨¦ndolo a trav¨¦s del aumento en las cuentas p¨²blicas midi¨¦ndolo a trav¨¦s del aumento en la deuda p¨²blica. De esta forma, el autor del art¨ªculo considera que aquella parte del aumento de la deuda que supera a la cifra del d¨¦ficit contabilizado deber¨ªa estar reflejado en el presupuesto de gastos. A juicio del se?or Recarte, existen b¨¢sicamente tres tipos de gastos que suponen mayor en deudamiento pero que no se con tabilizan en el d¨¦ficit p¨²blico, aunque deber¨ªan hacerlo. En primer lugar, la asunci¨®n por parte del Estado de deuda emitida por organismos p¨²blicos, en segundo lugar los pr¨¦stamos del Estado al INSS y, por ¨²ltimo, las devaluaciones de la peseta cuando, la deuda p¨²blica est¨¢ emitida en una moneda que se ha revalorizado frente a nuestra divisa.
La realidad, sin embargo, es bien distinta, ya que en el caso de las deudas asumidas y atendiendo a la metodolog¨ªa de la Contabilidad Nacional, cuando se produce la cancelaci¨®n de dichas deudas, en contabilidad se registra la operaci¨®n como una transferencia de capital, con incidencia, por tanto, en la necesidad de financiaci¨®n. En el caso de los pr¨¦stamos del Estado a la Seguridad Social, la operaci¨®n se registra como un activo financiero en el Estado, pero como un d¨¦ficit de la Seguridad Social, y as¨ª ha ocurrido en estos a?os, es decir, no se ha ocultado dicho d¨¦ficit que siempre ha lucido como necesidad de financiaci¨®n de la Seguridad Social. Por ¨²ltimo, las normas del SEC son especialmente claras al considerar que ni las devoluciones ni las revalorizaciones de la peseta frente a otra moneda en la que se haya emitido la deuda p¨²blica deben afectar a la necesidad de financiaci¨®n.
En consecuencia, los argumentos que sostiene el autor para criticar la cifra de d¨¦ficit p¨²blico carecen del necesario rigor t¨¦cnico, y entra?an el riesgo de interpretaciones demag¨®gicas de la cifra del d¨¦ficit p¨²blico que nada benefician a los intereses de nuestro pa¨ªs. Es necesario atender a los criterios de la Contabilidad Nacional de Espa?a que est¨¢n basados en el Sistema Europeo de Cuentas Econ¨®micas Integradas y son los que la Comisi¨®n Europea reconoce como v¨¢lidos para medir el cumplimiento de los requisitos presupuestarios exigidos en el Tratado de Maastricht y que, por otra parte, sirven tambi¨¦n para compararnos con el resto de socios comunitarios, que utilizan las mismas normas.
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