Donde el hampa acampa
As¨ª como el desarrollo de un pa¨ªs se mide por la amplitud de sus basuras, el desarrollo de una televisi¨®n se cuenta por su facultad para absorber detritus. Primero fue Pepe Navarro con Esta noche cruzamos el Mississippi; ahora, desde el viernes, Antena 3 posee un programa similar que presenta Pepe Coronado, La noche prohibida.El morbo de traspasar la l¨ªnea de la normalidad para afanarse en recorrer el perfil de los pecados es el fin de ambos espacios. Los dos se legitiman en la negrura noct¨¢mbula, al otro lado de la frontera de las doce y en el territorio alegal de la madrugada. Llevar las c¨¢maras hasta ese mundo donde el hampa acampa es una decisi¨®n expresa de La noche prohibida; cruzar, en general, la barrera que preserva lo correcto de lo protervo es el prop¨®sito del Mississipi. El quehacer consiste, pues, en una excursi¨®n por los extrarradios y los extra-tipos pero, como predec¨ªan los antiguos sobre nuestra modernidad, apenas consiguen escandalizarnos ya con nada. Un indicador m¨¢s del desarrollo de una televisi¨®n es el grado de estrago al que deber¨¢ acudir si desea continuar subiendo. En Estados Unidos es preciso recurrir ya a los sangrientos despedazamientos entre animales salvajes o a los v¨ªdeos de cat¨¢strofes con agon¨ªas de seres humanos para abrir una rendija emocional. Por su parte, la pornograf¨ªa moderna exige, para comercializarse mejor, ir acompa?ada de muertes. La potencia divulgadora de televisi¨®n, m¨¢s su formidable capacidad para normalizar lo extraordinario, hace cada vez m¨¢s dura la tarea de crear sensaci¨®n. Hasta los reality-shows han tenido una vida ef¨ªmera.
Los late-shows, espect¨¢culos de ¨²ltima hora, hacen las veces de las atracciones picantes en los viejos, cabarets. En los espa?oles apenas se cuentan chistes verdes ni se visten hombres de mujer puesto que Los Morancos y Cruz y Raya llenan por s¨ª solos de basura, est¨¦tica las pantallas, pero s¨ª se hace uso -como en el programa inaugural de Antena 3- del strip-tease. No pareci¨®, sin embargo, suficiente. Casi todo esfuerzo empe?ado cerrilmente en provocar acaba revel¨¢ndose tan grotesco como el de esos payasos que emplean la astracanada en su desesperaci¨®n por hacer re¨ªr. Pepe Coronado desprende adem¨¢s un aura de persona tan limpia y buena que tardar¨¢ tiempo en convencer de cualquier perversidad en lo que auspicia.
Los dos Pepes de estos espacios son muy gratos y muy competentes pero en este pugilato vicioso Pepe Navarro lo tiene m¨¢s f¨¢cil. Es m¨¢s veros¨ªmil que Navarro infrinja y no que Coronado abandone su santidad. A su lado, la copresentadora Ivonne Reyes es una chica tan atractiva que, trat¨¢ndose de sexo, ella s¨®la estimula la imaginaci¨®n. Pero no se trata aqu¨ª de imaginaci¨®n sino de hechos, noticias calientes, tiburones insomnes. La televisi¨®n espa?ola se ha desarrollado tanto que, por lo que se deduce (le La noche prohibida, ha consumido toda la realidad incluso a oscuras. No hay mas que f¨ªjarse con que desenvoltura comparecen ante las c¨¢maras individuos que se ocupan en actividades supuestamente ominosas. El grado de naturalidad con que ¨¦stos posan, hablan, responden, aludan y se van demuestra que, al amparo de lo medi¨¢tico, existe cada vez menos divisi¨®n entre lo aceptado y lo proscrito, entre la noche de los camellos y la de los canguros, entre una orilla y otra del Mississippi.
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