Cogida menos grave de Pedrito de Portugal

El sexto toro volte¨® a Pedrito de Portugal cuando engendraba un pase de pecho y despu¨¦s de caer hizo por ¨¦l tir¨¢ndole un derrote seco. El torero ni se pudo incorporar. Qued¨® en el suelo, ech¨¢ndose la mano atr¨¢s con gesto dolorido y las asistencias se apresuraron a llevarle a la enfermer¨ªa. Mat¨® el toro Finito de C¨®rdoba. M¨¢s bien lo acuchill¨®.Pedrito de Portugal llevaba ocho minutos pegando pases cuando se produjo el percance y no se le ve¨ªan intenciones de terminar. El toro ya estaba pasado de faena y ni se sabe las veces que hab¨ªa pedido la muerte. El prop¨®sito del torero ser¨ªa -se supone- conseguir el ¨¦xito que no hab¨ªa merecido el conjunto de la faena. Ya era tarde, evidentemente. Cuando en las primeras tandas no est¨¢ dominado el toro y entregado el p¨²blico, todo lo dem¨¢s suele carecer de valor y lo que se logre ser¨¢ por agotamiento.

Tore¨® Pedrito a ese sexto toro con finura y sin ella; con gusto y con vulgaridad. No es una contradicci¨®n. La contradicci¨®n quiz¨¢ est¨¦ en el propio torero cuyas continuas desigualdades son dif¨ªciles de entender. Embarcaba el derechazo o el natural con quietud, armon¨ªa y sentimiento, y el siguiente se lo desbarataba el toro zarandeando la muleta entre los pitones.

No se descompuso nunca Pedrito de Portugal ni dio tampoco la sensaci¨®n de que le hiciera vibrar el toreo. Reiterativo e inalterable, la Maestranza se sinti¨® abatida por la monoton¨ªa, la gente empez¨® a rebullir en los tendidos buscando las puertas de salida, y en estas que se produjo la cogida, inesperada, r¨¢pida, violenta. Mal final de fiesta: sobre- el tedio, la cornada. La presente Feria de Abril est¨¢ trayendo demasiados disgustos.

Pedrito de Portugal hab¨ªa permanecido igual de quieto, fr¨ªo y contradictorio en el tercero de la tarde, pero entonces tuvo menos irriportancia. Nada en la. corrida ten¨ªa importancia pues sacaron una novillada autenticamente impresentable, sin edad aparente, sin seriedad alguna, chica, roma y floja. Los veterinarios y la autoridad deber¨ªan explicar por qu¨¦ aceptaron semejante saldo.

El caso es que hab¨ªan rechazado seis del mismo hierro por falta de trap¨ªo, lo cual querr¨¢ decir que el ganadero present¨® al reconocimiento seis gatos metidos en un cestito. Los veterinarios y los presidentes que nombra la Junta de Andaluc¨ªa se est¨¢n cubriendo de gloria. O sea, que est¨¢n haciendo el m¨¢s espantoso de los rid¨ªculos.

Finito de C¨®rdoba no construy¨® faena al primero, que se cruzaba o se quedaba por delante sin embestir, podr¨ªa ser por falta de casta, por falta de fuerzas o por ambas cosas a la vez. Al sobrero, que tardeaba, consigui¨® sacarle a fuerza de porfiar y pegar gritos numerosas tandas de derechazos decorosos y lo mat¨® en la suerte del bajonazo, que parece ser su especialidad.

El Cordob¨¦s trapace¨® al segundo novillo intercalando desplantes histri¨®nicos y si una parte de la plaza aplaud¨ªa, la otra no. Tampoco hubo m¨²sica y la aventura qued¨® en silencio. Al quinto, tras unos derechazos, de tosca factura, acert¨® a correr la mano en los naturales. Atac¨® entonces la banda el pasodoble y la afici¨®n se sinti¨® ofendid¨ªsima. No pod¨ªa ser que en la Maestranza sonara la m¨²sica mientras el torero se embarullaba de nuevo en los derechazos, y no fue. ?Chim-pum! hizo el bombo. Y la banda call¨®.

Diez corridas van y esta feria de Sevilla en lugar de divertir est¨¢ expulsando a los aficionados de la plaza. Que una cornada sea lo ¨²nico relevante sucedido en la tarde es como para echarse a llorar.