El h¨¦roe ca¨ªdo pide perd¨®n
El abad Pierre retira sus palabras sobre la "exageraci¨®n de v¨ªctimas del holocausto", ante el estupor nacional
El abad Pierre ha tocado el nervio m¨¢s inflamado de Francia, y ha pagado las consecuencias. Ayer, cuando el viejo y respetado cl¨¦rigo retir¨® sus anteriores afirmaciones sobre la exageraci¨®n del n¨²mero de v¨ªctimas del Holocausto, pesaba sobre sus hombros una oscura conciencia colectiva: desde el caso Dreyfuss hasta la colaboraci¨®n con los nazis, la cuesti¨®n jud¨ªa ha sido una veta siniestra en la historia francesa. La mezcla de antisemitismo e influencia social jud¨ªa compone un c¨®ctel explosivo en un pa¨ªs donde el 25% de los ciudadanos comparten las tesis racistas del Frente Nacional.El abad Pierre, en el siglo Henri Groues, de 83 a?os, antiguo resistente contra los nazis, abanderado de todas las causas sociales desde los a?os 50, h¨¦roe nacional, hombre m¨¢s respetado de Francia seg¨²n las encuestas dej¨® helados a sus compatriotas hace diez d¨ªas con su apoyo a un libro titulado Los mitos fundadores de la pol¨ªtica israel¨ª. El libro lo firmaba un viejo amigo del abad, el intelectual comunista Roger Garaudy, que fue cat¨®lico y protestante y es ahora musulm¨¢n.
Garaudy recuperaba algunas de las tesis negacionistas de la ultraderecha: hubo matanzas, pero no genocidio; las cifras fueron exageradas por el sionismo internacional; la cuesti¨®n de las c¨¢maras de gas no est¨¢ probada. En cierto sentido, Garaudy iba a¨²n m¨¢s lejos que el propio presidente del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, quien ayer coment¨® con displicencia que las c¨¢maras de gas eran s¨®lo "un detalle hist¨®rico".
Roger Garaudy fue procesado el pasado jueves por "negaci¨®n de crimen contra la humanidad", una figura delictiva reveladora de la hipersensibilidad francesa respecto al asunto del Holocausto. El abad, consciente de su autoridad moral, le envi¨® una carta de respaldo para que la utilizara como defensa ante los tribunales. Desde ese momento, el cl¨¦rigo qued¨® envuelto en un torbellino de pol¨¦micas del que, por su reconocida testarudez y acaso disminuido por los a?os, se vio incapaz de salir. Lo intent¨®: matiz¨®, se contradijo, se explic¨®, pero el da?o estaba hecho. El martes, el semanario L'Express apareci¨® con el rostro del abad Pierre en portada y un gran titular: Las causas de su ca¨ªda. El mito rodaba por los suelos.
Sus colaboradores de Derecho al Alojamiento (DAL) estaban desolados. "Desde el principio me he alzado contra el apoyo del abad Pierre a Roger Garaudy, pero [el abad] sigue siendo un aut¨¦ntico combatiente contra la marginaci¨®n", dijo Jean-Baptiste Eyraud, presidente (le DAL. "Ha sido mal aconsejado", afirm¨® un portavoz de Ema¨²s, la comunidad religiosa del abad Pierre. La Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo inici¨® los tr¨¢mites para retirarle su condici¨®n de socio. Se invocaron explicaciones como el antisemitismo que a principios de siglo se inculcaba en los seminarios -los jud¨ªos eran deicidas-, la edad del religioso, o su amistad con Garaudy. Y no dejaron de llover descalificaciones de todo tipo sobre el cura de los marginados.
Posiblemente, el abad no hab¨ªa calibrado correctamente la sensibilidad nacional en tomo al asunto. Hab¨ªa olvidado que la presidencia de la Rep¨²blica tard¨® 50 a?os en asumir que un Gobierno franc¨¦s, el colaboracionista de Vichy, hab¨ªa cargado trenes de jud¨ªos con destino al campo de exterminio de Auschwitz. S¨®lo hac¨ªa unos meses que Jacques Chirac hab¨ªa admitido oficialmente la "culpa". de Francia, cosa a la que Fran?ois Mitterrand y sus antecesores se negaron absolutamente. En un pa¨ªs con unos 550.000 jud¨ªos, bastantes de ellos en cargos gubernamentales o de elevada influencia, y con el partido ultraderechista m¨¢s poderoso de Europa, el abad hab¨ªa tocado nervio.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica, que intent¨® desde el principio mantenerse al margen de la pol¨¦mica, se vio forzada a intervenir el lunes por la noche publicando una nota en la que condenaba "la grave confusi¨®n y el esc¨¢ndalo" causado por las afirmaciones del abad Pierre, agravados por la autoridad adquirida por el c¨¦lebre religioso "a trav¨¦s de su palabra y sus obras". La nota calificaba de "inmoral" el negacionismo del Holocausto, subrayaba que "fue ciertamente un genocidio, porque hombres, mujeres, ni?os y ancianos eran condenados a morir" y que "las c¨¢maras de gas existieron", y reconoc¨ªa que "la Iglesia sabe que debe interrogarse a s¨ª misma sobre sus propias responsabilidades hist¨®ricas".
Al abad, abrumado, no le quedaba margen alguno. Ayer, tras 1argas conversaciones con el gran rabino y el presidente del Consistorio Central, Jud¨ªo de Francia", el cl¨¦rigo hizo p¨²blico un comunicado en el que condenaba "con firmeza" a todo el que intentara "negar, falsificar o minimizar la Shoah", y renunci¨® a su anterior petici¨®n de celebrar "un coloquio de historiadores" sobre la realidad del Holocausto. El h¨¦roe ca¨ªdo pide disculpas. Falta por conocer la respuesta de los franceses.
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