'Menino da bala'
El menino da rua aprende a sobrevivir a toda costa. Acosados por una constante violencia, inadaptados a hogares insufribles en los que s¨®lo aparecen intermitentemente, reducidos a la prostituci¨®n y a mensajeros de la droga, incapaces de estar solos, los meninos no es raro que acaben colaborando con los escuadro¨¦s da morte que, pagados por comerciantes y regidos por polic¨ªas, los diezman."Sufren tanto, reciben tan poco amor", dice I¨¦da Lopes de Sousa, coordinadora del Movimiento Nacional de Meninos e Meninas da Rua (MNMMR), "que aprenden r¨¢pido, para no ser oprimidos, a oprimir. No pueden crecer m¨¢s que como v¨ªctimas o criminales. Como criminales, parecen contar con m¨¢s oportunidades. De ah¨ª que muchas veces la salida sea formar parte de un grupo m¨¢s fuerte, como los escuadrones".
El menino es arrastrado a la violencia. En un principio intenta sobrevivir de limosnas, pero se ve rechazado y, por otra parte, expuesto al abuso de los colegas m¨¢s fuertes.
El reflejo es buscar protecci¨®n, la que sea. Las bandas de la droga son la ¨²nica v¨ªa: los capos est¨¢n en los barrios residenciales, y en los morros -cerros de favelas- el narcotr¨¢fico dicta la ley. El menino queda integrado en el nivel m¨¢s bajo del trapicheo. Tanto chicos como chicas suelen adem¨¢s refugiarse en la prostituci¨®n para verse protegidos. El sida o una bala esperan a la vuelta de la esquina.
De 1988 a 199,0 -cifras de la Polic¨ªa Fedleral- 4.611 ni?os y adolescentes fueron asesinados. Una comisi¨®n parlamentaria sobre exterminio indic¨® en 1991 que cada d¨ªa eran asesinados cuatro al d¨ªa, el 85% varones, y la mayor¨ªa sin pertenencia demostrada al mundo de la droga o sin ficha policial. El 95% de esos cr¨ªmenes no se aclara.
Seg¨²n datos de 1994, 60 millones -el 41 % de la poblaci¨®n brasile?a- tienen menos de 17 a?os; de ellos, 15 millones son indigentes. S¨®lo en el Nordeste hay nueve millones de ni?os en la miseria.
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