Mil canales
Mientras varias cadenas de televisi¨®n espa?olas batallan por conquistar los derechos del f¨²tbol, el porvenir aguarda en el vest¨ªbulo contiguo. La televisi¨®n digital por sat¨¦lite funciona en Francia desde el pasado s¨¢bado servida por Canal + con un surtido de 15 canales tem¨¢ticos. Pronto otras empresas har¨¢n lo mismo por cualquier parte. En Espa?a, el despliegue de este sistema que ofrece mayor nitidez y una multiplicaci¨®n de la oferta puede comenzar a funcionar en pocos meses. En unos a?os se hablar¨¢ ya por unidades de emisi¨®n sino por decenas y, enseguida, por centenas.En Estados Unidos el horizonte de los 500 canales es una frontera tecnol¨®gica a la que se alude! como una fiesta pr¨®xima y segura; y en Europa ocurre algo semejante. Como en otros asuntos, el futuro ha dejado de ser una realidad que se emplaza -y se aplaza- en un porvenir para convertirse en fecha fija. El v¨¦rtigo a los ¨¢mbitos desconocidos se dobla, en v¨ªsperas del nuevo milenio, con el v¨¦rtigo del futuro que llega hasta la misma actualidad.
Del futuro se habl¨® siempre como una posibilidad pero se trataba de una posibilidad que por fortuna no se experimentar¨ªa realmente, un destino que s¨®lo se cumpl¨ªa en la imaginaci¨®n. El futuro, sin embargo, para pavor de todos, est¨¢ aqu¨ª en carne y hueso; abierto en canal. ?Quinientos canales? Incluso puede que sean diez mil. Los hechos saltan sobre las previsiones y pasan de haber sido objetos de ilusi¨®n a protagonistas de las situaciones..
Ante esta inminencia, ante el hecho irremediable de que los domicilios se encuentren pronto en pleno porvenir, el Instituto Franc¨¦s de la Opini¨®n p¨²blica ha realizado un sondeo preguntando a los ciudadanos c¨®mo valoran la televisi¨®n digital, la oportunidad de componer sus programas individualmente, escoger la pel¨ªcula o el partido de f¨²tbol que desean ver, seleccionar su telecomedia o su documental preferidos.
La respuesta a esta formidable ganga ha sido clara: un 59% de los franceses no desear¨ªan tener muchos m¨¢s canales. Un 80% de los franceses acostumbran a zapear y ?c¨®mo podr¨¢n soportar la convulsi¨®n si deben hacerlo con un cat¨¢logo interminable?
El supermercado de la imagen se presiente tan deslumbrante que, a su resplandor, la curiosidad se vela. Los franceses temen adem¨¢s que la abundancia de opciones les convierta en unos esforzados de la pantalla y lleguen a echar de menos ese tiempo ben¨¦volo en que escog¨ªan entre la uno y la dos.
Complementariamente, un 47% de los encuestados recelan de los efectos benefactores de las numerosas opciones diferentes. A m¨¢s canales m¨¢s oportunidad de que los habitantes de una casa se disgreguen seg¨²n sus preferencias y el individualismo aumente. En esa misma direcci¨®n, el 60% de los franceses rechazan la creciente alianza entre el televisor y el computer -el llamado "teleputer"- que empuja al ensimismamiento.
En cuanto a la idea del pay per view, pagar por lo que se desea ver, no es raro que muchos lo estimen antes un retroceso que un progreso. El partido del siglo que antes daban gratis y ve¨ªa todo el mundo puede desaparecer de la democracia. Para ver el ¨²ltimo combate de Thysson disputando el campeonato mundial de los pesos pesados cada americano deb¨ªa pagar 14.000 pesetas. En Italia se estima en unas 24.000 pesetas lo que costar¨¢ un abono a un equipo por toda la temporada y 1.600 pesetas cuando se escoja un partido aislado. De unas 1.000 pesetas por encuentro pay per view se habla actualmente en Espa?a.
La ventana abierta al mundo que era la televisi¨®n se convierte en una taquilla. Una m¨¢gica taquilla por la que se puede acceder a incontables mundos, pero un fielato de todos modos. No es raro que dos de cada tres franceses se hayan declarado hostiles a esta idea. Lo que no quiere decir, desde luego, que la idea no triunfe y acabe imperando con todas las se?as de la nueva era.
El futuro ha dejado hace tiempo de ser un inextricable sue?o m¨¢s. Es, entre otras cosas, tan real y descodificable como Canal +.
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