El chaparr¨®n levant¨® de sus tronos a las mayas de Colmenar
El olor dulz¨®n de las flores silvestres cortadas al amanecer y las sonrisas t¨ªmidas de un centenar de ni?as luciendo vestidos blancos cuajados de encajes y cubiertos con mantones de Manila que ped¨ªan "para la maya, que es bonita y galana" recibieron ayer a todo el que se acerc¨® a la plaza Mayor de Colmenar Viejo (28.000 habitantes). Tras los corros formados por parientes, curiosos y reporteros gr¨¢ficos, las mayas, sentadas sobre el ajuar de varias generaciones de mujeres de la familia observaban impasibles sus idas y venidas.Este a?o han sido siete grupos de ni?as, contando el que en el programa aparec¨ªa con "direcci¨®n desconocida" y que nadie sab¨ªa a ciencia cierta si al final hab¨ªa colocado altar, los que han elegido una maya, por sorteo o atendiendo a su antig¨¹edad en la cuadrilla, para que durante dos horas fingiese ser una virgen tallada, seg¨²n unos, o la diosa de la primavera, seg¨²n otros, ya que no hay acuerdo sobre el simbolismo de la fiesta.
Entre las mujeres de Colmenar, que son las que manejan el cotarro en esta fiesta, aunque permitan a los hombres ir a recoger las flores o preparar los armazones que tapizados con ellas enmarcan los altares, s¨®lo hay consenso al afirmar que el mant¨®n de la maya se tiene que abrochar a la espalda y no puede ser negro para que se diferencie del de las acompa?antes, y que la ni?a ha de estar lo m¨¢s quieta posible aunque todos se empe?en en hacerla re¨ªr.
Siete primaveras
Mar¨ªa Jes¨²s Criado, de 32 a?os, es la orgullosa madre de una de las mayas m¨¢s peque?as, Mar¨ªa Bartolom¨¦, de siete primaveras. Criado cuenta que esta tradici¨®n data del siglo XIII, pero que estuvo prohibida durante el r¨¦gimen y se recupero apenas hace 15 a?os. Por esas fechas se recuper¨® tambi¨¦n la fiesta de la vaquilla, la de los chicos, en la que un mozo porta a hombros un armaz¨®n de madera que, adornado con pa?uelos de colores y rosquillas, imita el lomo y la testuz del animal y que se celebra por San Blas.En el altar de Mar¨ªa est¨¢n la colcha de boda de su abuela paterna, las s¨¢banas de hilo con bolillos, vainica y filtine del ajuar de su abuela materna, y ella viste las enaguas de sus ancestras, una de las cuales tiene m¨¢s de un siglo.
Ni siquiera el chaparr¨®n que cay¨® una hora despu¨¦s de comenzar la fiesta amilan¨® a las mayas y sus acompa?antes. Una vez que escamp¨®, las ni?as con derecho a moverse continuaron pidiendo perras para la merienda. Tampoco esto puede hacerse de cualquier manera. Han de acercarse al transe¨²nte con un cepillo de tocador en la mano, sacudirle la ropa, repetir con una sonrisa la frase de "para la maya es que bonita y galana" y recoger las monedas en una bandejita.
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