"No hay progreso en la historia", afirma S¨¢bato
El escritor lanza un alegato "contra la endiosada ciencia y su mal¨¦fica hija, la t¨¦cnica"
"No existe tal cosa como el progreso en la historia: todo termina por volver" dice Ernesto S¨¢bato en la penumbra de un desierto bar de Madrid mientras afuera brilla la tarde, la primavera, y siguen los ecos de los fastos del Cervantes (que ¨¦l obtuvo en el a?o 1984) y el fin de la temporada literaria. Exhausto tras un viaje por Albania, donde le han dado el primer premio internacional Ismail Kadar¨¦, y Francia, donde Seuil acaba de reeditar su obra en una nueva colecci¨®n de prestigio, S¨¢bato pas¨¦ un d¨ªa y medio en Madrid con un ¨²nico empe?o: no aparecer en ning¨²n sitio.
Cansado, a sus 85 a?os, camina, sin embargo, en¨¦rgicamente por el caos de la Gran V¨ªa de Madrid, y no se queja. Como comenta en un sem¨¢foro, todo esto (el caos) no es m¨¢s que confirmaci¨®n de su primer libro, Hombre y engranaje (1951), donde comenz¨® a perfilar el anuncio de cat¨¢strofe t¨¦cnica y, como dice a menudo, "tecnol¨¢trica" del mundo moderno. A fin de cuentas, su tercera y definitiva ¨²ltima novela, Abaddon exterminador (1974), es una reelaboraci¨®n del Apocalipsis: el ¨¢ngel Abbad¨®n precede a la gloria.Desde entonces su pesimismo no ha hecho sino confirmarse, y en ¨¦l encajan menudos incidentes cotidianos: el extrav¨ªo en Viena de sus maletas, por ejemplo, es una peque?a prueba m¨¢s de que dentro de lo que ¨¦l llama sociedad cientifista no hay salvaci¨®n. "Ya no hay seres humanos sino m¨¢quinas que llevan las maletas y las traen por inextrincables y misteriosos laberintos", dice. Como ha escrito en sus libros, est¨¢ convencido con Schopenhauer de que "la raz¨®n es progresista, el progreso es reaccionario". "Veo que me lee. Gracias, muchas gracias. Ya la gente no lee, ve televisi¨®n que, como dijo Marx, es el opio del pueblo. El ¨²nico pron¨®stico que acert¨® este hombre, sin duda extraordinario pero que se ceg¨® muchas veces por su propia doctrina cientificista. Cosa extra?a porque recitaba de memoria al rom¨¢ntico Shakespeare, a los l¨ªricos ingleses y alemanes de su tiempo, casi siempre conservadores. En lo dem¨¢s fall¨®: ni la revoluci¨®n estall¨® en el pa¨ªs m¨¢s desarrollado, Inglaterra, sino en un pa¨ªs atrasad¨ªsimo como el imperio zarista, ni los proletarios del mundo entero se unieron por encima de las fronteras para luchar contra los burgueses de ese inundo". Se r¨ªe por lo de la televisi¨®n. "Bueno, quiz¨¢ esa frase la haya dicho Groucho Marx..."
S¨¢bato habla con el convencimiento iluminado de quien conoce las entra?as de la bestia: a fin de cuentas, atra¨ªdo por la inevitabilidad de las ecuaciones y deslumbrado por el espejismo de la exactitud, ¨¦l fue f¨ªsico hasta que se hart¨® de buscar en la ciencia respuesta a sus angustias. De joven hab¨ªa sido becado por el premio Nobel Houssay para perfeccionar sus estudios en el Laboratorio Curie de Par¨ªs. A su vuelta a La Plata, ense?¨® relatividad y mec¨¢nica cu¨¢ntica.
Sue?os y pesadillas
Pero desde ni?o conviv¨ªa con sue?os e insomnios que en ¨¦l explican muchas cosas. "Sufr¨ª una terrible infancia de pesadillas, alucinaciones y muchos a?os de sonambulismo, Cuando empec¨¦ el bachillerato y asist¨ª a la demostraci¨®n" del primer teorema de geometr¨ªa qued¨¦ fascinado por ese orden perfecto que yo no ten¨ªa. As¨ª me agarr¨® por muchos a?os. Porque cada uno busca lo que no tiene. No sab¨ªa que hab¨ªa descubierto el orden plat¨®nico". Igual que Dostoievski. "S¨ª, y que Lautr¨¦amont, el poeta precursor de los surrealistas [S¨¢bato estuvo muy pr¨®ximo a los surrealistas]: 'Oh math¨¦matiques s¨¦v¨¨res...', comienza diciendo en un trozo ya c¨¦lebre".De modo que al tiempo que estudiaba f¨ªsica en Par¨ªs pintaba a escondidas y escrib¨ªa. Por entonces termin¨® su primera novela, La fuente muda, en un t¨ªtulo tomado de Machado. "Pero finalmente la quem¨¦, como tantas otras anteriores". Por la noche se iba al D?me a reunirse con los surrealistas: Breton, Tristan Tzara, Matta...
-Una especie de Dr. Jeckill y Mister Hyde.
-Eso mismo.
El pesimismo de S¨¢bato ser¨ªa m¨¢s radical de no recibir en las calles de Buenos Aires, "el colmo de la alienaci¨®n total", el cari?o de los j¨®venes: lo detienen para besarlo, le gritan desde los coches: "No se nos muera, Ernesto". El amor de la gente m¨¢s variada. Eso le renueva la esperanza. "La esperanza surge de la desesperaci¨®n. En la perfecci¨®n no hay necesidad de esperanza".
Est¨¢ escribiendo "a empujones" -es sabida su propensi¨®n a quemar lo que escribe- un libro que titular¨¢ Antes del fin. T¨ªtulo ambiguo porque no se sabe si habla de su propio fin o el del planeta. Si se le pregunta no sabe responder. Seg¨²n dice, es lo primero que se le ocurri¨® por instinto, y ¨¦l siempre obedece al instinto, le inspira la m¨¢xima confianza. "Siempre debemos fiarnos del oscuro pero infalible instinto".
"No s¨¦" -Sigue hablando de su t¨ªtulo- "no termino de saber a qu¨¦ corresponde. Hay algo que es terrible y es el fin del planeta en algunas d¨¦cadas a causa de la contaminaci¨®n de los r¨ªos y los mares con ¨¢cido n¨ªtrico y ¨¢cido sulf¨²rico, con plomo, mercurio, todos mortales para la flora y tambi¨¦n la vida de los propios seres humanos. Por la contaminaci¨®n tambi¨¦n de la atm¨®sfera por el ¨¢cido carb¨®nico, sobre todo en las metr¨®polis. Por el famoso agujero de ozono que no s¨¦ por qu¨¦ se le llama as¨ª cuando ya sobrepasa la dimensi¨®n de Africa. Por ¨¦l pasan peligros¨ªsimas radiaciones c¨®smicas, peligros¨ªsimas para la existencia de hombres y animales. Y tambi¨¦n, y de qu¨¦ modo, por la contaminaci¨®n radiactiva".
"Cuando trabajaba en el Laboratoire Curie" -aclara-, "se trabajaba vertiginosamente para producir la ruptura del ¨¢tomo de uranio, sobre todo en tres grandes laboratorios del mundo. Y cuando lleg¨® el telegrama de que un cient¨ªfico alem¨¢n lo hab¨ªa conseguido cay¨® como una bomba en el Curie, en virtud de esa rivalidad que existe entre esos cong¨¦neres, que el pueblo considera como maravillas de la civilizaci¨®n. Ah¨ª sent¨ª que era el comienzo del fin".
S¨¢bato incluso le ha puesto un plazo a la vida sobre la tierra: "Algunas d¨¦cadas". Y refiri¨¦ndose a los grandes cient¨ªficos a?ade con ese humor negro que tambi¨¦n le caracteriza: "Conque los h¨¦roes de la raza humana, ?eh?"
?cidos e intereses
No es demasiado optimista sobre las posibilidades de evitar esa cat¨¢strofe final: "Es muy dif¨ªcil porque es una siniestra combinaci¨®n de la t¨¦cnica, las grandes empresas que largan toda clase de ¨¢cidos, los demenciales hombres de ciencia, los intereses econ¨®micos. De modo que s¨®lo puede pensarse en una insurrecci¨®n, sobre todo de la juventud, de una manera o de otra. Yo preconizo una insurrecci¨®n gandhiana, de brazos ca¨ªdos, que derrumbe este mundo podrido. Me dicen que eso es una candorosa ilusi¨®n. Pero entonces les pregunto a estos 'hombres pr¨¢cticos' qu¨¦ otra posibilidad hay. Gandhi, con una cabra simb¨®lica, logr¨®, derrotar al imperio m¨¢s poderoso y terrible de su tiempo. ?Por qu¨¦ menospreciar esta posibilidad? ?Se le ocurre algo mejor?"S¨¢bato mira, parece esperar una respuesta. Luego sigue: "De haber triunfado en la Primera Internacional el criterio de los grandes pensadores anarquistas, que propiciaban la vida en peque?as comunas -de ah¨ª proviene la palabra comunismo, y no de Marx, como algunos suponen-, no habr¨ªamos descentralizado absolutamente todo, y se habr¨ªa colocado a la ciencia en el lugar que le corresponde, en lugar de haberla endiosado con su mal¨¦fica hija, la t¨¦cnica. La humanidad no se habr¨ªa deshumanizado, los hombres no ser¨ªan como hoy, especies de robots, de aut¨®matas. Pero los hombres 'realistas' ganaron, empezando por el socialismo 'cient¨ªfico' de Marx. Y aqu¨ª y ahora tenemos el resultado, mire."
S¨¢bato se?ala la calle, el caos de los coches. "?Corriendo hacia qu¨¦? Muchos de ellos me dicen que para no perder no s¨¦ qu¨¦ de la televisi¨®n".
Se quita las gafas, se pasa nerviosamente la mano por la cara. Explica que este asunto lo pone mal, hasta el punto de sufrir sarpullidos de pura angustia en la piel. Muestra algunos en los antebrazos.
"Nada de monumento, algo vivo", protesta cuando se le pregunta c¨®mo se siente al ser tratado como un monumento de la literatura. Y agrega poniendo distancia con la literatura comercial, popular, light. "Cuando me preguntan qu¨¦ libros hay que comprar, les digo 'Espere un mes o dos. As¨ª ahorrar¨¢ dinero'. Ser¨¢n reemplazados por otras pavadas". Y a?ade: "Son los grandes libros tr¨¢gicos los que salvan al hombre".
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