La mies es mucha

Menudean las sorpresas. El reticente resultado de las elecciones del 3 de marzo parec¨ªa abocarnos a un gobierno d¨¦bil o a unas elecciones repetidas. No tal. Ahora podemos maravillarnos ante la actitud dialogante del Partido Popular con los catalanes y vascos y ante el c¨¢lido apoyo de Pujol y Arzallus a la investidura de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.Ahora podemos pasmarnos ante la profesionalidad de los pol¨ªticos de la derecha nacional y nacionalista, que han sabido evitar el dogmatismo partidario para atender a los deseos de sus votantes de tener un gobierno estable, eficaz y moderado. ?Ser¨¢ posible incluso que los ministros del PP nos regalen con una pol¨ªtica econ¨®mica ahorradora y liberalizadora?.

Como ya no soy pol¨ªtico, puedo decir, sin que peligre mi futuro, que no soy nacionalista, sino amante de mi pa¨ªs con todos sus defectos y defensor de su Constituci¨®n con todas sus limitaciones. Mi actitud es la misma que la de la mayor¨ªa de los votantes vascos y catalanes, incluidos algunos de los que apoyaron al PNV y muchos de los que votaron a CiU. Creo imposible encontrar una definici¨®n de lo nacional que no sea ambigua o tautol¨®gica.

El idioma espa?ol no define la naci¨®n castellana, a menos que incluyamos en ella todas las autonom¨ªas espa?olas y todos los pa¨ªses latinoamericanos. La religi¨®n y la raza me parecen igualmente poco caracterizadoras, o incluso peligrosamente separadoras, como parece ocurrir en el Medio Oriente. S¨®lo queda la historia y la cultura. Los nacionalistas, como tan agudamente nos est¨¢ haciendo ver Javier Varela, tienden a reescribir la historia para justificar sus inclinaciones privadas. Mil cultura es atl¨¢ntica.

Pujol, Arzallus y Aznar, adapt¨¢ndose a la artim¨¦tica de los esca?os, han apartado la tentaci¨®n de la ret¨®rica nacionalista para atender algunos de los verdaderos deseos de sus partidarios: la consolidaci¨®n federal del Estado de las autonom¨ªas, la reforma del Estado del bienestar, el control del gasto p¨²blico y posterior reducci¨®n de los impuestos, la construcci¨®n de una Europa descentralizada y competitiva.

Me felicito pues de los inicios de esta coalici¨®n de centroderecha, que permitir¨¢ la sustituci¨®n de un gobierno cansado por un nuevo equipo con ideas m¨¢s acordes con lo que exige la supervivencia en un mundo econ¨®mico abierto. Me alegro de ver a la cabeza del banco azul a un hombre "honrado, modesto y trabajador", como ¨¦l mismo ha acertado definirse.

Especialmente bienvenida es la promesa de inaugurar un nuevo sistema de la financiaci¨®n de las autonom¨ªas. Se basar¨¢, nos dice Aznar, en la suficiencia financiera, para acercar los recursos de las comunidades a la cobertura de sus gastos necesarios; en la solidaridad, que garantice un m¨ªnimo de prestaciones y servicios a todos los ciudadanos, sea cu¨¢l sea el lugar de su residencia; y en la corresponsabilidad fiscal, de modo que el impuesto auton¨®mico se corresponda con el gasto y le sirva de freno.

Esto tomar¨¢ un tiempo, pero pienso fijarme m¨¢s en lo que el nuevo gobierno haga de forma inmediata. Los dos primeros indicios del rumbo, que adoptar¨¢ el nuevo gobierno ser¨¢n las privatizaciones y la reforma del contrato de trabajo.

La completa desaparici¨®n de las empresas p¨²blicas estatales permitir¨¢ reducir el despilfarro p¨²blico y reconducir el poder sindical a sus justos t¨¦rminos. La creaci¨®n de un contrato de trabajo indefinido con una indemnizaci¨®n por despido digna, pero mucho menor que la actual, abrir¨¢ el mercado de trabajo a cientos de miles de personas que necesitan empleo. Coser y cantar...