Gobierno en conservaci¨®n
MIGUEL ?NGEL AGUILAR?Oa, oa, oa, Aznar a La Moncloa! As¨ª atronaban las multitudes los m¨ªtines electorales de las pasadas campa?as. L¨¢stima que cuando los nuevos inquilinos hubieron recorrido sus estancias las encontraran tan poco gratas e inconvenientes para alojar a una familia en debidas condiciones. Otra cosa es el jard¨ªn, que el domingo brillaba bajo un cielo velazque?o. En todo caso, las incomodidades detectadas pudieran contribuir a mantener el sentido de la provisionalidad siempre tan saludable para los pol¨ªticos democr¨¢ticos, Han sido d¨ªas de juras y de solemnidades en un clima pol¨ªtico de guante blanco, cu¨¢si id¨ªlico. El respetable ha quedado asombrado de la falta de estridencias. Una flema cort¨¦s parec¨ªa invadirlo todo. Por eso los adjetivos pueden ceder el paso a los instrumentos de observaci¨®n como el decibel¨ªmetro.
En la sesi¨®n de investidura los entusiasmos y los enconos parec¨ªan proscritos. Las disconformidades apenas generaron alg¨²n murmullo y los aplausos fueron de gran comedimiento. Durante los ochenta minutos de la primera intervenci¨®n del todav¨ªa candidato, el grupo popular permaneci¨® inerte y s¨®lo al concluir prorrumpi¨® en una ovaci¨®n prolongada en calma. Por la tarde se anunciaba mayor contundencia en los turnos y r¨¦plicas de los portavoces, empezando por el de los socialistas, pero el primer aplauso de su grupo a prop¨®sito de las mejoras en el campo de la educaci¨®n s¨®lo aIcanz¨® una intensidad de 80 decibelios y apenas dur¨® 10 segundos. Igual intensidad y la mitad de duraci¨®n obtuvo la confesi¨®n de Gonz¨¢lez de que no le pesaba cambiar la seda del Gobierno por el percal de la oposici¨®n y s¨®lo al final de su primer turno el fervor subi¨® hasta 85 decibelios durante unos 20 segundos.
De regreso a la tribuna, Jos¨¦ Mar¨ªa Amar ofreci¨® mucha mayor soltura. Enseguida dej¨® caer que no siempre hubo transparencia en pactos anteriores y entonces hubo aplausos de 85 decibelios y siete segundos. Luego, en respuesta a los murmullos, con los que los bancos adversos le discut¨ªan la lealtad de su ejercicio de oposici¨®n en la anterior. legislatura, se encendi¨® el apoyo hasta los 87 decibelios por espacio de 10 se gundos. Un adorno del l¨ªder del PP sobre la carencia del Plan Hidrol¨®gico despu¨¦s de 13 a?os de Gonz¨¢lez en el Gobierno fue premia do con 83 decibelios a lo largo de siete segundos y la diferencia se?alada por Aznar entre el proceder negociador del PP y los acuerdos PSOE-CiU durante la tramitaci¨®n de los Presupuestos. Generales del Estado mereci¨® un conato de tres segundos y apenas 80 decibelios. El enunciado de las bondades y solidaridades que caracterizan las avenencias suscritas por el PP con CiU, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, durante la sesi¨®n PNV y CC, cerraron la de investidura. segunda intervenci¨®n de Aznar, que cosech¨® 88 decibelios durante 20 segundos. El perfil ac¨²stico de la adhesiones suscitadas por el primer cara a cara Aznar-Gonz¨¢lez, despu¨¦s de tantos a?os celebrados a, la inversa, apenas registr¨® unos murmullos de protesta cuan do Gonz¨¢lez en el segundo turno defendi¨® su pol¨ªtica hidr¨¢ulica con el dato de haber incrementado en un 43% la capacidad de los embalses disponibles, pero se cambi¨® de tercio en silencio. Hab¨ªan transcurrido ya 70 minutos desde el momento en que se reanud¨® la sesi¨®n cuando Amar desde el esca?o se amparaba en noticias de prensa para reclamar de Gonz¨¢lez respuesta al incremento del d¨¦ficit en algunos cientos de miles de millones de pesetas y devolv¨ªa con una revolera la cuesti¨®n del Plan Hidrol¨®gico. Entonces se levant¨® en los esca?os un aplauso de 85 decibelios durante 10 segundos. En definitiva, una sesi¨®n anodina si hubi¨¦ramos de medirla por los entusiasmos sonoros inexistentes.
En cuanto al Gobierno formado por Aznar, aceptemos que se encuentra en observaci¨®n. Las primeras disconformidades le han surgido desde las p¨¢ginas indudables del Abc, que, junto con El Mundo, ha rivalizado en ofrecer los escasos pasajes pol¨ªticamente escabrosos de las maquilladas biograf¨ªas propinadas a la audiencia aprovechando la anestesia festiva del acueducto madrile?o. La pr¨®xima semana habr¨¢ espacio para analizar por qu¨¦ Eduardo Serra vuelve a ser una prenda de garant¨ªa frente a algunas ansiedades, como cuando llegaron los socialistas en 1982, para acercamos al perfil de algunos recomendados procedentes del exterior del PP y para encontrar sentido a la anticipaci¨®n de los pactos con los nacionalistas. Pienso que despu¨¦s de la jura la m¨¢quina administrativa hubiera hecho imposible los acuerdos. Veremos.
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