Barrio
Recorrer los 20 a?os de vida de EL PA?S es como aventurarse por las calles del propio barrio, as¨ª que cuando alcanzas mayo del 76 enseguida adivinas el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando tu retorno. Entre los bulevares de las primeras p¨¢ginas y las avenidas de internacional, opini¨®n, cultura o espect¨¢culos se fue construyendo u biograf¨ªa de lector de peri¨®dicos. Aunque tambi¨¦n te gustaba callejear, a¨²n te apasiona, por el laberinto de las farmacias de guardia o de los anuncios por palabras, en cuyas esquinas aparecen mujeres que te provocan con fantas¨ªas ancestrales.M¨¢s de una vez, a lo largo de estos 20 a?os, te has paseado sin afeitar, con el cigarrillo en la comisura desesperada de los labios, por las ofertas de trabajo, los pisos de alquiler o las rese?as necrol¨®gicas. Incluso ha habido ¨¦pocas en las que te perd¨ªas por los callejones de la secci¨®n de Bolsa, no porque pretendieras invertir, sino porque te fascinaba comprobar que hab¨ªa materias primas, y metales preciosos, y opciones sobre tipos de inter¨¦s, y d¨®lares, florines o coronas noruegas. Esos d¨ªas te tomabas un co?¨¢ en el ¨ªndice Dow Jones, y desde all¨ª saltabas a las correderas del Nikkei, que era un lugar completamente absurdo por el que te perd¨ªas como por los suburbios de una ciudad extranjera.
As¨ª que cuando vuelves, para hacer memoria, a sus primeras p¨¢ginas, el sonido de tus zapatos sobre el empedrado retumba en la b¨®veda del paladar con el sabor de los caf¨¦s madrugadores y de los cigarrillos que aliviaban las primeras toses matinales. Veinte a?os, desde el tango, constituyen la unidad de medida de la nostalgia, aunque desde la vida no son nada, excepto las sienes blanqueadas por el tiempo y todo eso. Felicidades, peri¨®dico, y gracias por ser tambi¨¦n un barrio entre cuyas calles puedo perderme como por tus hojas.
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