Prisioneros de ETA

SE COMPRENDEN las dudas del Gobierno sobre la posibilidad de modificar la pol¨ªtica penitenciaria en relaci¨®n a los presos de ETA. Hace a?os que los partidos nacionalistas y los grupos pacifistas vienen planteando que la pol¨ªtica de dispersi¨®n seguida desde hace siete a?os "est¨¢ agotada" y proponiendo el traslado a prisiones pr¨®ximas al Pa¨ªs Vasco del medio millar de activistas encarcelados. A finales de diciembre, el Parlamento vasco aval¨® mayoritariamente esa propuesta. Pero el propio Xabier Arzalluz declar¨®, tras el secuestro de Ortega Lara, producido pocos d¨ªas despu¨¦s, que mientras ETA retenga a ese funcionario deber¨ªa "paralizarse cualquier iniciativa respecto a los presos".Sus presos constituyen desde siempre el principal factor de cohesi¨®n interna y bandera de movilizaci¨®n del mundo de ETA: la patria doliente cuyo sufrimiento es utilizado como prueba de que la intensidad de la opresi¨®n justifica el recurso a medios violentos. Para alimentar esa alucinaci¨®n, los estrategas del asunto necesitan que los presos mismios act¨²en como una vanguardia sin fisuras. Pero eso es dif¨ªcil sin un control permanente de la propia organizaci¨®n, y de ah¨ª que todos los grupos terroristas del mundo hayan intentado siempre que sus presos est¨¦n concentrados en pocas c¨¢rceles: para mantener la dependencia del recluso respecto al grupo e impedir que recobre su individualidad, piense por su cuenta, se declare insumiso. Y para mantenerlo aislado de la realidad: una circular de la coordinadora KAS difundida hace algunos a?os ped¨ªa a los presos que rompieran con los familiares que "critican la lucha armada".

A fin de neutralizar ese control de ETA y la presi¨®n de su entorno, se puso en marcha en 1989 la pol¨ªtica de dispersi¨®n. Fruto de ella fue que en un a?o m¨¢s de cuarenta presos se acogieron a procesos de reinserci¨®n y salieron con indultos o libertades condicionales. El mundo radical reaccion¨® exigiendo el reagrupamiento de los presos por considerar que la dispersi¨®n atentaba contra sus derechos humanos. Es un planteamiento falaz. Los presos tienen derecho a que no se agrave su pena con otros padecimientos, no a estar reagrupados; que lo est¨¦n o no depender¨¢ de factores diversos, uno de los cuales, especialmente respetuoso con sus derechos en tanto que individuos y ciudadanos, podr¨¢ ser el de intentar contrarrestar el efecto intimidatorio pretendido por los jefes de ETA mediante la concentraci¨®n.

Acabar con la dispersi¨®n podr¨¢ ser, por tanto, una aspiraci¨®n, pero no un derecho, como sostiene HB en todos sus comunicados y como parece pensar; tambi¨¦n el obispo Seti¨¦n: en un escrito difundido ayer, argumenta que "es inhumano y por ello injusto pretender forzar la eliminaci¨®n de una injusticia por la realizaci¨®n y mantenimiento de otra". De donde se deduce que la injusticia de base es la dispersi¨®n, y el secuestro de Ortega Lara, un m¨¦todo inhumano e injusto de combatirla.

Pero, al margen de ello, parece ser cierto que la pol¨ªtica de dispersi¨®n ha dejado de ser eficaz para favorecer la reinserci¨®n individualizada, mientras que esa dispersi¨®n por 62 c¨¢rceles -algunas muy alejadas del Pa¨ªs Vasco-, constituye un factor adicional de incomodidad para los familiares. Seg¨²n el consejero vasco Atutxa, que no suele hablar a humo de pajas, la distancia favorece las intenciones de los comisarios pol¨ªticos de controlar, mediante viajes colectivos que ellos mismos organizan, las relaciones de los presos con sus familias. De ah¨ª la propuesta del propio Atutxa, de trasladar a los presos, o a la mayor¨ªa de ellos, a prisiones pr¨®ximas a Euskadi, en un radio no superior a 300 kil¨®metros, que favorezca la emancipaci¨®n de los familiares respecto a las Gestoras y dem¨¢s instrumentos de control.

Frente a esa posibilidad, HB sostiene ahora que sustituir dispersi¨®n por acercamiento "es lo mismo" y que el objetivo de la propuesta es "neutralizar la amplia movilizaci¨®n social" y "dividir" a los, presos. Un escrito procedente de ese mundo que se public¨®. en abril de 1992, en el curso de otra campa?a similar a la de ahora, alertaba textualmente contra el peligro de que "el Gobierno acepte nuestras reivindicaciones". M¨¢s surrealista a¨²n fue aquella declaraci¨®n de un abogado abertzale que reclamaba "el derecho de los presos, a cumplir su pena". En esas condiciones, calificar la dispersi¨®n de "estrategia de exterminio", como tambi¨¦n hac¨ªa el s¨¢bado un colectivo de ex presos, es un sarcasmo. Por ello, si la posibilidad apuntada por Atutxa merece ser considerada seriamente por el Ministerio del Interior, debe quedar claro que se tratar¨ªa de una medida adoptada por razones humanitarias, en consideraci¨®n a las familias de los presos, y no de una obligaci¨®n emanada de un derecho como pretenden los virtuosos de la equidistancia.