A la gloria
Jos¨¦ Luis Moreno consigui¨® lo que cualquier torero pide para el d¨ªa de su alternativa: la gloria. Y a la gloria march¨® por la puerta grande de la mano de Enrique Ponce, su padrino. Para el evento, Alvaro Domecq mand¨® un encierro muy justo de presencia. Alguno de los toros incluso anovillados. Fueron nobles y los dos primeros, los del triunfo, con raza y cierto grado de bravura, desmintiendo el estado actual del encaste Domecq.
El mejor toro del encierro, para el nuevo matador. Moreno, sin acusar los nervios propios del momento, realiz¨® una faena con mucho temple. Hubo momentos de hondura ante la embestida incansable del animal. Al natural baj¨® mucho la mano. Los pases so hac¨ªan largu¨ªsimos y, en la mayor¨ªa de las ocasiones, ligados. Se fue detr¨¢s de la espada y, pese a quedar tendida, sirvi¨® para matar a Chupa¨ªto. Parec¨ªa que al toro, por su buen comportamiento, le hab¨ªan le¨ªdo la cartilla el torero, la familia del torero, el ganadero y su apoderado.
Torrestrella / Ponce, Finito, Moreno
Toros de Torrestrella, justos de presencia, c¨®modos de cabeza, nobles en general.Enrique Ponce: aviso y dos orejas; oreja. Finito de C¨®rdoba: ovaci¨®n y ovaci¨®n. Jos¨¦ Luis Moreno, que tom¨® la alternativa: dos orejas y ovaci¨®n. Saludaron en banderillas Antonio Tejero y Mariano de la Vi?a. Ponce y Moreno salieron por la puerta grande. Plaza de los Califas, 30 de mayo. 7? corrida de feria. Dos tercios de entrada.
Moreno a punto estuvo de tocar pelo en el que cerr¨® plaza. Con un toro inv¨¢lido, estructur¨® una faena muy densa, con momentos de arte cuando emple¨® la izquierda. Fall¨® con la espada.
Enrique Ponce no quiso dejar el papel protagonista a Moreno y tambi¨¦n se subi¨® al carro del triunfo. Ante un inv¨¢lido, mont¨® una faena muy est¨¦tica. Sin obligar al morlaco se lo pas¨® por las dos manos cuantas veces le vino en gana. Cuando ya ten¨ªa la faena rematada lleg¨® lo mejor de la corrida. Unos ayudados por bajo que fueron pura delicia. El pen¨²ltimo todav¨ªa lo est¨¢ dando. All¨ª estaban, de una sola pieza, la hondura, el temple y tambi¨¦n el poder¨ªo.
Faena porfiona a su segundo, un toro con menos raza, pero que ayud¨®. Todo lo que hace Ponce lo realiza con mucho gusto y el p¨²blico volvi¨® a premiarle con oreja.
Finito, el testigo, no quiso quedarse como simple convidado. Lo intent¨® en el primero, pero el toro m¨¢s parec¨ªa un mulo. Y adem¨¢s mulo taquic¨¢rdico. No se esper¨® a que lo mataran. Se ech¨® ¨¦l mismo.
La puerta grande la ten¨ªan Moreno y Ponce y Finito ech¨® el resto en el quinto. Para sorpresa del respetable, que no se ha visto en otra, vieron al cordob¨¦s recibir a su toro con una larga cambiada. Calent¨® los tendidos, que le perdonaron los continuos acelerones con la muleta. El torero, que buscaba el triunfo, no estaba c¨®modo y eso se not¨® al entrar a matar. All¨ª perdi¨®, como tantas otras tardes, el trofeo.
Babelia
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