Acerca de Jos¨¦ Luis L. Aranguren
Hace poco m¨¢s de dos a?os, creo que en enero de 1994, me dec¨ªa un amigo a prop¨®sito de mi padre, con quien hab¨ªa coincidido en un vuelo a Barcelona: "Si llego a la edad de tu padre (entonces 84 a?os y medio), quiero estar como ¨¦l". Mi padre, nuestro padre, era, en efecto, y como a ¨¦l le gustaba decir, un hombre que "sab¨ªa que era viejo, pero que no se sent¨ªa viejo". Y, ciertamente, su vida no era la de una persona retirada, inactiva, que descansa hasta que le llegue su hora. Viajaba sin parar, frecuentemente solo, hasta cualquier rinc¨®n de Espa?a, donde, a menudo en jornadas interminables, daba una conferencia, siempre seguida de coloquio, era entrevistado por representantes de la prensa regional y local, visitaba con sus anfitriones los lugares de inter¨¦s, para terminar comiendo o cenando rodeado de amigos antiguos o recientes.Habitualmente, volv¨ªa a casa de estos viajes con recuerdos y. regalos diversos. Cuando no estaba de viaje, la mayor parte de los d¨ªas conduc¨ªa su autom¨®vil desde la casa familiar de Aravaca hasta su estudio de la calle de Fortuny, para recibir visitas de periodistas, fot¨®grafos y entrevistadores de alguna emisora de televisi¨®n, de estudiosos de sus obras, de amigos y conocidos, y para contestar a todos aquellos que se pon¨ªan en contacto con ¨¦l a trav¨¦s del correo. Adem¨¢s, segu¨ªa leyendo y tambi¨¦n escribiendo art¨ªculos y pr¨®logos para obras ajenas y para reediciones de sus propios libros; y participando en presentaciones de libros sobre los que, por su contenido, pensaba que algo pod¨ªa decir. A toda esta actividad hab¨ªa que a?adir una vida social que, a rachas, pod¨ªa ser intensa (invitaciones a comer o cenar, alguna obra de teatro, exposiciones, etc¨¦tera).
Fue nuestro padre en estos ¨²ltimos a?os, y hasta febrero de 1995, un gustoso y desinteresado catedr¨¢tico ambulante, un viajante de la cultura, del pensamiento ¨¦tico y social y de la reflexi¨®n cr¨ªtica, que comparti¨® y contrast¨® con todo aquel que quiso escucharle o leerle. Viaj¨® f¨ªsicamente y por medio de la televisi¨®n, la radio y la prensa para comunicar con un p¨²blico universitario y no universitario, para dialogar con ¨¦l y, sobre todo, para desarrollar para ¨¦l la idea del intelectual colectivo que se opone a la injusticia y a la discriminaci¨®n, y que, desde una necesaria posici¨®n de independencia, critica como puede todo ejercicio autoritario, arbitrario e inmoral del poder.
Digo que nuestro padre llev¨® a cabo toda esta actividad gustosa y desinteresadamente porque, por una parte, nunca consider¨® ni sinti¨® que lo suyo era trabajo en el sentido usual de algo instrumental e impuesto. Siempre le gust¨® lo que hac¨ªa, y su quehacer tuvo siempre para ¨¦l, en la jerga de la sociolog¨ªa del trabajo, un significado expresivo, siempre le proporcion¨® satisfacciones intr¨ªnsecas. Y, por otra parte, tuvo la buena fortuna de nacer en una familia de clase media econ¨®micamente acomodada (su padre, nuestro abuelo Isidoro L¨®pez Jim¨¦nez, y su t¨ªo C¨¦sar Jim¨¦nez Arenas fueron los propietarios de la Banca Sucesores de A. Jim¨¦nez, en ?vila, una de las entidades bancarias cuya fusi¨®n result¨® en el Banco Central, del cual el abuelo Isidoro fue consejero, y su primo el marqu¨¦s de Arenas consejero delegado), por lo cual nuestro padre nunca tuvo preocupaciones econ¨®micas ni nuestra familia sufri¨® privaciones de ese tipo.
Esta forma de vida cambi¨® muy significativamente a partir de enero-febrero, de 1995 cuando, a consecuencia de una gripe que evolucion¨® hacia una neumon¨ªa que no se logr¨® curar en casa, nuestro padre ingres¨® en el hospital Gregorio Mara?¨®n, donde no le dieron de alta hasta pasados 15 d¨ªas y donde le sometieron a m¨²ltiples pruebas y an¨¢lisis cl¨ªnicos con el fin de averiguar lo m¨¢s exactamente posible su estado de salud. Fue entonces cuando se le descubri¨® una seria insuficiencia cardiaca en la v¨¢lvula mitral, inoperable dada su edad, y adem¨¢s una cierta insuficiencia renal.
La enfermedad de enero-febrero de 1995, aunque breve en duraci¨®n, represent¨® un punto de inflexi¨®n en el proceso de envejecimiento de nuestro padre. A partir de ese momento, el deterioro de su salud y la disminuci¨®n de sus capacidades fueron notables casi cada d¨ªa. Se inici¨®, pues, al comienzo de 1995 un periodo muy duro y muy dif¨ªcil de progresivo envejecimiento que vino a durar 14 meses. Muy duro y muy dif¨ªcil para nuestro padre porque se dio perfecta cuenta de que cada d¨ªa le costaba m¨¢s hacer las cosas que antes hac¨ªa con facilidad y escaso esfuerzo. Los paseos fueron m¨¢s infrecuentes y m¨¢s lentos; en el verano de 1995 no se meti¨® en la piscina ni una sola vez. Las conferencias y art¨ªculos se hicieron m¨¢s y m¨¢s cortos.
Crecientemente, y como ¨¦l mismo dijo en m¨¢s de una ocasi¨®n, intelectualmente "vive de las rentas", de lo que produce el capital intelectual acumulado durante muchos a?os de lectura, estudio, reflexi¨®n y creaci¨®n. Intent¨® continuar con su forma de vida anterior -la c¨¢tedra ambulante-, pero cada mes tuvo que declinar m¨¢s invitaciones y anular m¨¢s viajes porque no se encontraba bien. Los m¨¦dicos le desaconsejaron el whisky con hielo antes y la copa de vino blanco durante las comidas, intent¨® la renovaci¨®n de su permiso de conducci¨®n y se encontr¨® con otra negativa. A partir de ese momento, para ir a su estudio de Fortuny o asistir a cualquier acto o compromiso social ten¨ªa que llamar a un taxi o depender de alguno de sus hijos o de Javier Muguerza, cuyo paso por Aravaca, siempre animoso y cari?oso, se hizo m¨¢s y m¨¢s frecuente. En suma, su independencia y su autoestima recibieron un golpe tras otro, y todos los acus¨® porque se percataba bien de lo que estaba ocurriendo. "No estoy para nada", se dec¨ªa y nos dec¨ªa. Y tambi¨¦n se irritaba m¨¢s f¨¢cilmente y m¨¢s a menudo.
A partir de enero de 1996 ya no pudo salir de casa sino para dar unos pocos pasos por el jard¨ªn y sentarse al sol durante un rato. Poco a poco, y afortunadamente sin dolores f¨ªsicos, perd¨ªa las escasas fuerzas y el poco ¨¢nimo que le quedaban. De cuando en cuando saltaba una chispa de inteligencia en alguna reacci¨®n inesperada o alg¨²n comentario ingenioso, pero el m¨ªnimo esfuerzo f¨ªsico era agotador, con lo que en las ¨²ltimas semanas apenas se mov¨ªa.
El progresivo envejecimiento de nuestro padre, que ha sido, como digo, duro y dificil para ¨¦l, ha sido para nosotros triste y penoso de presenciar, impotentes para aliviar su creciente y crecientemente desesperanzada depresi¨®n. Para nosotros, sus hijos hijas, y tambi¨¦n para las pocas personas que han podido seguir de cerca este proceso: Javier Muguerza, Jos¨¦ G¨®mez Caffarena, Magdalena Mora, el doctor Jos¨¦ Manuel Ribera. Por lo que a m¨ª concierne, creo que en estos meses, conviviendo con ¨¦l, he aprendido mucho acerca de la vida y del declinar de la vida, Quiero pensar que, con ¨¦l, algo he cambiado, que me he hecho m¨¢s comprensivo de los problemas y dificultades con que se enfrentan las personas mayores, y que mi actitud hacia ellas es ahora m¨¢s abierta.
Algunos motivos y momentos de alegr¨ªa, por pasajera que fuese, ha tenido nuestro padre en estos dif¨ªciles meses. La concesi¨®n del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de humanidades y comunicaci¨®n 1995 (compartido con la agencia Efe), la sorpresa de encontrar en el n¨²mero de diciembre de 1995 de Saber Leer un largo art¨ªculo de El¨ªas D¨ªaz sobre el tercer volumen ('?tica y sociedad') de sus Obras completas, que viene publicando la editorial Trotta, con edici¨®n a cargo de Feliciano Bl¨¢zquez, la aparici¨®n del cuarto volumen en el mes de febrero, que le fue llevado a Aravaca por su editor, Alejandro Sierra. En los ¨²ltimos d¨ªas del mismo mes le sacaba de su rutina de persona enferma una entrevista que le hizo y grab¨® nuestra prima Bego?a Aranguren.
Ten¨ªa nuestro padre, indudablemente, como todo ser humano, virtudes y defectos, rasgos, cualidades y comportamientos admirables, y otros criticables. Algunas de las muchas personas que le han conocido tendr¨¢n de ¨¦l un mal recuerdo. Mas, por lo que yo puedo juzgar, los sentimientos que predominantemente ha despertado con su actitud hacia j¨®venes y mayores, mujeres y hombres, con su trayectoria sociopol¨ªtica inconformista durante el franquismo, y durante la democracia, y con su creativo, riguroso y cr¨ªtico trabajo intelectual han sido los de cari?o, entusiasmo, admiraci¨®n y respeto, en dosis distintas seg¨²n las personas. De su importancia en el pensamiento espa?ol y de su impacto en la filosof¨ªa, y particularmente en la ¨¦tica, que se han hecho en el mundo latino durante los ¨²ltimos cincuenta a?os pueden escribir mucho mejor que yo, adem¨¢s de lo que ya han publicado, los profesores El¨ªas D¨ªaz y Javier Muguerza. Sobre Aranguren en familia yo remitir¨ªa al interesado a la primera parte del Retrato de Jos¨¦ Luis L. Aranguren, que public¨® el C¨ªrculo de Lectores en 1993.
El d¨ªa 9 de junio, ma?ana, nuestro padre hubiera cumplido 87 a?os y lo hubiera celebrado invitando a sus familiares y amigos a pasar unas horas con ¨¦l en el jard¨ªn de su casa de Aravaca. Ahora descansa al lado de las cenizas de su mujer, Mar¨ªa Pilar Qui?ones, y junto a otros seres queridos, en el pante¨®n que hizo construir el abuelo Isidoro en el cementerio de ?vila.
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