La televisi¨®n es m¨ªa
El principal instrumento de propaganda electoral se pone al servicio de Yeltsin
![Pilar Bonet](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F20305dc5-7626-4aae-ba59-6e4ab29f2aac.png?auth=637102860dc774e4edecc8d35394dc6e08d620e804b66b7dbdb83c18f1a37160&width=100&height=100&smart=true)
El presidente Bor¨ªs Yeltsin ha aprovechado sin piedad la abusiva ventaja que, por raz¨®n de su cargo, ha tenido en relaci¨®n a los otros 10 aspirantes para rodar su imagen en los medios de comunicaci¨®n. Su principal rival, el comunista Guennadi Ziug¨¢nov, cada vez que ha aparecido en la peque?a pantalla ha sido retratado como un personaje que no podr¨¢ controlar las fuerzas oscuras que afilan los cuchillos detr¨¢s de ¨¦l y que pueden llevar al pa¨ªs al caos.En Rusia, las relaciones causa-efecto en publicidad son un campo experimental todav¨ªa, y el control de los medios de comunicaci¨®n del Estado no asegura la victoria a Yeltsin. Pero ¨¦ste ha superado cumplidamente las m¨¢s duras exigencias que puedan formularse a un candidato y, por su buena forma f¨ªsica y su agudeza de reflejos, ha borrado en gran medida la penosa impresi¨®n de sus inadecuadas apariciones del pasado, cuando se qued¨® dormido en su escala oficial en Irlanda, dirigi¨® una orquesta en Alemania o pellizc¨® a una secretaria en el Kremlin.
"El presidente vuelve a ser el que era en 1991", aseguran muchos de quienes le han visto columpiarse o bailar el twist en un escenario. Recuperar la imagen del mejor Yeltsin, capaz de relacionarse con el pueblo en su propio lenguaje, era exactamente lo que pretend¨ªa su equipo electoral. En imagen, la figura clave de este equipo es Igor Malashenko, el brillante director de la cadena de la televisi¨®n independiente NTV y miembro del principal organismo asesor de la campa?a. Las buenas relaciones dan resultados. Ayer, la cadena anunci¨® oficialmente que el 30% de sus acciones ha sido comprado por la empresa estatal del gas (Gazprom), que le ayudar¨¢ en un ambicioso proyecto de expansi¨®n.
Malashenko, que acab¨® sus estudios de filosof¨ªa con una tesis sobre Dante y contribuy¨® a formular el nuevo pensamiento pol¨ªtico de Mija¨ªl Gorbachov, ha sido providencial para Yeltsin, porque ha dado un enfoque sofisticado a su campa?a. Malashenko no se limita a seguir las actividades del presidente, sino que crea el acontecimiento para el presidente.
Creo, amo, espero
De este modo, el presidente, como candidato que se anuncia a s¨ª mismo, apenas ha aparecido en los medios de comunicaci¨®n, excepto la publicidad del alcalde Yuri Luzhkov. En los espacios reglamentarios gratuitos; el protagonista no es el l¨ªder ruso, sino personajes que explican por qu¨¦ votan por ¨¦l.Bajo el lema creo, amo, espero y la firma de Yeltsin, una serie de clips preelectorales presenta una galer¨ªa de rusos sencillos que votan al actual presidente. Con una m¨²sica dulzona como fondo, los protagonistas van contando las etapas de su vida, mientras se suceden las fotos en blanco y negro de un ¨¢lbum familiar. Hablan de su temor a la llegada de los comunistas al poder, de los horrores de la colectivizaci¨®n, de la hambruna de los a?os treinta y de las ventajas relativas de vivir en Rusia respecto a las otras rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas, comoUcrania, "donde la pensi¨®n de jubilaci¨®n es tres veces menor".
En la campa?a del presidente se han movilizado enormes sumas de dinero, lo que es criticado por sus rivales, que acusan al presidente de gastar en su promoci¨®n los fondos del contribuyente. Los flujos financieros a favor de Yeltsin se mueven a dos niveles distintos: uno -con las cuentas abiertas y de cara al p¨²blico- en la estructura que en diciembre pasado sirvi¨® de apoyo a la campa?a electoral del bloque electoral Nuestra Casa es Rusia; y otro, m¨¢s sutil y discreto, en torno a Anatoli Chub¨¢is, el ex viceprimer ministro, que fue responsable del programa de privatizaci¨®n de Rusia.
De la facilidad con que se gasta el dinero dan cuenta iniciativas como el programa de conciertos Yeltsin es nuestro presidente o el lujoso ¨¢lbum dedicado a Yeltsin (sin datos de tirada y edici¨®n) con im¨¢genes del fot¨®grafo personal del presidente, Dmitri Donskoi. La campa?a de imagen de Yeltsin est¨¢ en manos de una empresa que es pr¨¢cticamente monopolista.
Guennadi Ziug¨¢nov, el principal contrincante de Yeltsin, no puede jugar en el terreno del presidente. Lo suyo es la prensa regional y la agitaci¨®n puerta a puerta, o los peri¨®dicos de escasa tirada y pocos recursos que editan las diferentes organizaciones, porque en los medios de comunicaci¨®n audiovisual Ziug¨¢nov tiene que conformarse con una imagen de antih¨¦roe. Los medios de comunicaci¨®n liberales le fustigan con supuestos documentos sensacionales que revelan sus aviesas intenciones. A nadie le importa mucho la falta de rigor de las acusaciones.
Esta semana se bombardear¨¢ a los espectadores de televisi¨®n con una amplia programaci¨®n anticomunista, y el peso de la campa?a recae, no en la televisi¨®n estatal, sino en NTV, que adem¨¢s ser¨¢ la organizadora de la gran velada de la noche electoral. La programaci¨®n televisiva incluye cintas como El oro del partido (una pel¨ªcula policiaca poscomunista ambientada en 1991), Los lobos grises (sobre la conjura contra Nikita Jruschov), El tel¨®n de acero o El soborno (sobre la corrupci¨®n necesaria para obtener una vivienda en ¨¦poca comunista). Y el s¨¢bado, jornada de reflexi¨®n, se emitir¨¢n t¨ªtulos tan sugerentes como Fusilamiento en la plaza y, para rematar, El testamento de Stalin.
Los candidatos han guardado sus cartuchos m¨¢s importantes para esta semana. Grigori Yavlinski ha tenido un papel bastante mediocre, con carteles en blanco y negro en los que afirma: "He venido a darles la libertad". El general Alexandr L¨¦bed se ha vuelto a poner el uniforme para presentarse como el garante del orden que necesitan sus compatriotas. VIad¨ªmir Zhirinovski ha llenado Mosc¨² de carteles que neutralizan los de Yeltsin con una imagen m¨¢s llamativa. Desde los autobuses recalentados que recorren la capital puede verse al l¨ªder ultranacionalista enfundado en un abrigo, mientras una mujer vestida de negro apoya la cabeza sobre su pecho, y todo ello con las catedrales del Kremlin como fondo.
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