Ducha escocesa
ENTRE LA asc¨¦tica abstinencia practicada por Felipe Gonz¨¢lez y la descalificaci¨®n burda escenificada por Marug¨¢n deber¨ªa existir la cr¨ªtica responsable. Este r¨¦gimen de ducha escocesa que combina hielo y calderas de Pedro Botero resulta desconcertante; especialmente para los votantes socialistas que dieron su confianza al partido de Gonz¨¢lez para que hiciera una oposici¨®n diferente a la que le hicieron.El Partido Popular ha tendido a definirse en negativo. Cuando estaba en la oposici¨®n criticaba tanto las cosas que iban mal como las medidas que trataban de corregirlas (calificadas de insuficientes, tard¨ªas o contraproducentes). Una vez en el Gobierno le resulta m¨¢s f¨¢cil definir lo que no piensa hacer: recortar las pensiones, privatizar la sanidad, cerrar las minas de Hunosa... Ahora, por primera vez, avanza medidas concretas en terrenos como la fiscalidad de las empresas, el est¨ªmulo al ahorro o la liberalizaci¨®n de algunos servicios. Est¨¢n en l¨ªnea con un programa de centro-derecha. Es lamentable que lo ¨²nico que se les ocurra a los portavoces del PSOE sea acusar al ministro de Econom¨ªa y Hacienda de ser rico, aventurando que, por serlo, seguramente ser¨¢ experto en ingenier¨ªa tributaria para ahorrarse impuestos.
El secretario de Estado de Econom¨ªa, Crist¨®bal Montoro, hab¨ªa estado bastante torpe al argumentar que los ricos no pagan impuestos. No lo arregl¨® precisamente Rato al a?adir que para ello recurren a sociedades instrumentales. Ambos pretend¨ªan refutar la acusaci¨®n de que las medidas fiscales aprobadas el viernes favorec¨ªan a las clases pudientes. Es una forma bastante retorcida de razonar, pero responder como lo hizo Marug¨¢n revela falta de argumentos o de alternativas. Una parte de las medidas liberalizadoras figuraban en el Plan de Convergencia del Gobierno socialista, y algunas m¨¢s hab¨ªan sido estudiadas, aunque no se pusieran en pr¨¢ctica por criterios de oportunidad pol¨ªtica. Eso no significa que no sean criticables: en funci¨®n de esos criterios de oportunidad pol¨ªtica, o por su dudosa compatibilidad con el objetivo de reducci¨®n del d¨¦ficit, su escasa incidencia en la reactivaci¨®n o en la contenci¨®n de la inflaci¨®n en el corto plazo definido por el calendario de Maastricht, etc¨¦tera. Hab¨ªa mejores argumentos que las balbucientes expresiones de Marug¨¢n.
Gonz¨¢lez lo arregl¨® ayer a medias al aconsejar una cr¨ªtica m¨¢s documentada y sosegada. La penitencia de silencio que se ha impuesto a s¨ª mismo el l¨ªder de la oposici¨®n es contradictoria con el objetivo de normalidad en la alternancia que deb¨ªa acreditar la madurez de nuestra democracia: esa normalidad pasa por que, a diferencia de lo ocurrido con Su¨¢rez y Calvo Sotelo, el presidente saliente encabece sin trauma alguno la alternativa al nuevo poder y ejerza la oposici¨®n con eficacia: haci¨¦ndose presente en los debates reales de la sociedad, y a poder ser con argumentos en lugar de ep¨ªtetos. El nuevo Gobierno ha aprobado un voluminoso paquete de medidas econ¨®micas. No se entiende que el l¨ªder de la oposici¨®n siga callado hasta septiembre.
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