Esperando la gran batalla
Ingleses y escoceses, protagonistas de una de las tardes m¨¢s temidas
Dentro de la Eurocopa hay un torneo que lo juegan dos: Inglaterra y Escocia, dos equipos que se miran de frente por razones de toda clase. En la hora del f¨²tbol, ponen en medio cuestiones pol¨ªticas, religiosas, el honor, la tradici¨®n, las culturas y el desd¨¦n que se profesan. Bring on the English (Que vengan los ingleses) cantaban desafiantes los hinchas escoceses despu¨¦s del empate de su equipo frente a Holanda. Est¨¢n preparados para el partido de hoy en Wembley, para una de las tardes m¨¢s temidas por la polic¨ªa inglesa.Desde Escocia miran la Eurocopa como un ejemplo m¨¢s de la pedanter¨ªa inglesa, de su intolerancia y de su falta de sensibilidad con los vecinos del norte. Cualquier excusa sirve para sentir el agravio. La Scottish Television ha tenido que retirar la careta de presentaci¨®n de los partidos ante el aluvi¨®n de protestas que se ha producido. Los aficionados se quejaban del corte "excesivamente ingl¨¦s" de las im¨¢genes, que conten¨ªan vistas de los acantilados de Dover y secuencias del d¨ªa de la victoria de Inglaterra en la Copa del Mundo en 1966.
No hay indulgencia entre las dos aficiones. En Escocia se recuerda como un d¨ªa nacional el triunfo de su selecci¨®n en Wembley, el 15 de abril de 1967, apenas diez meses despu¨¦s de que Inglaterra conquistara el Mundial. Aquel c¨¦lebre equipo de Dehnis Law, Billy Bremner, Jim Baxter y Bobby Lennox figura en los corazones de los aficionados escoceses. Hab¨ªan derrotado al enemigo m¨¢s odiado y quieren hacer lo mismo el s¨¢bado. Un desastre ingl¨¦s supondr¨ªa su pr¨¢ctica eliminaci¨®n de la Eurocopa, una cat¨¢strofe de proporciones may¨²sculas, imposible de digerir en el pa¨ªs organizador del torneo.
Puesto que es m¨¢s que un partido, los hinchas se lo toman como tal, ante el temor de la polic¨ªa. Algunas noticias son preocupantes. Los responsables de seguridad han acotado un ¨¢rea del estadio para los escoceses, que acudir¨¢n con sus tartanes y sus gaitas -admitidas a ¨²ltima hora despu¨¦s de haber sido prohibidas preventivamente al considerarlas un objeto peligroso en los grader¨ªos-. Aunque el control de la zona escocesa de Wernbley estar¨¢ asegurado por un espectacular dispositivo policial, los servicios de informaci¨®n infiltrados entre los hooligans saben que cientos de escoceses han obtenido entradas situadas en el territorio ingl¨¦s de Wembley.
La mayor¨ªa de los radicales desean entrar en las l¨ªneas enemigas, por utilizar la terminologia belicosa que se espera de ese partido. El Sunday Times presentaba la historia de Andy Blance, fogoso seguidor del Hibernians, un tipo de 31 a?os que abandon¨® los estudios a los 16 y ha dedicado la mitad de su vida a buscar la bronca en los estadios. Blance y los hooligans escoc¨¦s han firmado un tratado -temporal de paz para unir fuerzas contra los ingleses. Probablemente nadie le reconocer¨¢ cuando llegue hoy a Wembley: como es tradici¨®n entre el grupo de fan¨¢ticos del Hibernians, viste con ropa de dise?o -chaqueta gris de tres botones, chaleco, camisa blanca y brillantes zapatos de cordones-. Estamos ante un sucesor generacional de los macarras de La naranja mec¨¢nica, un dandy que acaba de cumplir una condena de cinco a?os por intento de asesinato. Sucedi¨® durante una pelea con una banda rival. En medio del tumulto, atac¨® a uno de sus adversarios con un hacha.
Blance est¨¢ decidido a viajar a Londres. No lo har¨¢ con sprays de gas, ni con cuchillos, como muchos de sus colegas. Sabe que agentes de la polic¨ªa est¨¢n infiltrados en las bandas y tambi¨¦n sabe que los cacheos en los accesos a Wembley ser¨¢n muy severos. Escudri?ar¨¢n hasta el interior del sporran, aditamento de la falda. Blance, y la polic¨ªa se teme que muchos otros como ¨¦l, se introducir¨¢ entre los hooligans ingleses e improvisar¨¢, seg¨²n sus palabras: "Llegaremos, arrancaremos algunos postes del vallado y haremos nuestro trabajo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.