Rusia y nosotros
LO QUE pase hoy en Rusia no ata?e s¨®lo a los que tienen derecho de sufragio. Afecta a toda Europa. La elecci¨®n de presidente de la Federaci¨®n Rusa -cargo que concentra a¨²n un enorme poder- se produce entre dos modelos de naci¨®n y tambi¨¦n entre dos modelos de Europa. Uno no entusiasma. El otro preocupa. La lucha electoral se ci?e a dos contendientes: Bor¨ªs Yeltsin, actual presidente que ha manejado sin escr¨²pulos en su campa?a todos los resortes del poder, y Guennadi Ziug¨¢nov, candidato comunista. Hay otros, unos m¨¢s liberales y dem¨®cratas, otros m¨¢s nacionalistas, pero s¨®lo los dos citados tienen posibilidades de ganar, aunque con toda seguridad ser¨¢ necesario acudir a una segunda vuelta.A Yeltsin ya lo conocemos. Ha presidido un proceso de transici¨®n gigantesco y complejo de la econom¨ªa, de la pol¨ªtica y del imperio, que a¨²n no se ha completado. La privatizaci¨®n se ha hecho de forma injusta, brutal y corrupta. La econom¨ªa de mercado ha avanzado, pero sectores inmensos, como la industria militar de la que viven regiones enteras, est¨¢n a¨²n al margen de este cambio. La tensi¨®n social que se ha acumulado es enorme, explica el crecimiento de Ziug¨¢nov y podr¨ªa estallar tras la victoria de un Yeltsin que no podr¨¢ cumplir unas promesas electorales excesivas. Pero con Yeltsin es de esperar que el proceso de reformas proseguir¨¢, aunque sea a trompicones. A los europeos nos interesa. El desorden de una potencia energ¨¦tica como Rusia -gas, petr¨®leo, energ¨ªa nuclear- afectar¨ªa negativamente a toda Europa, e incluso m¨¢s all¨¢, por no hablar de las posibilidades de migraciones masivas.
Pese a que Yeltsin se ha montado recientemente en un Caballo nacionalista que acelera su paso, las relaciones con los vecinos inmediatos y antiguos integrantes de la Uni¨®n Sovi¨¦tica -como Ucrania- se han mantenido bajo control. El punto m¨¢s oscuro en el interior de la Federaci¨®n Rusa ha sido, por su crueldad, la guerra de Chechenia. La Rusia de Yeltsin cumple razonablemente los acuerdos de desarme, colabora con Occidente en ¨¢reas como Bosnia y Oriente Pr¨®ximo. Sus relaciones con la UE y con la OTAN se han estrechado. Pese a todo, los intereses de Rusia no coinciden a menudo con los de Occidente, y es posible que Yeltsin no vuelva a tener nunca una posici¨®n prooccidental. Con todo, bajo su presidencia, Rusia resultar¨¢ al menos compatible con Occidente.
Resultar¨ªa exagerado vaticinar que la victoria de Ziug¨¢nov brindar¨ªa s¨®lo cat¨¢strofes. Probablemente tendr¨ªa mayores posibilidades de imponer orden en un pa¨ªs dominado por unas mafias Cuyas ramificaciones se extienden al resto de Europa. Pero poco m¨¢s. Aunque una completa vuelta atr¨¢s es casi imposible, el frenazo a las reformas econ¨®micas acabar¨ªa provocando un caos a¨²n mayor, excelente caldo de cultivo para una dictadura. Con Ziug¨¢nov en el poder se cortar¨ªa el flujo de inversiones extranjeras.
Es sobre todo la inmensa carga nacionalista de Ziug¨¢nov lo que m¨¢s preocupa a los europeos. Es antioccidental y no oculta su nostalgia del imperio. S¨ª bien un presidente Ziug¨¢nov estar¨ªa demasiado ocupado con los asuntos internos de la Federaci¨®n Rusa para aventuras exteriores, no se puede excluir tensiones con vecinos de la importancia de Ucrania o en la zona del C¨¢ucaso. En todo caso, la sensaci¨®n de peligro y desasosiego que crear¨ªa entre sus vecinos llevar¨ªa a una carrera para ingresar en la OTAN, demanda a la que los occidentales tendr¨ªan que responder r¨¢pidamente, posponiendo una reforma interna llevada a cabo desde la serenidad.
Aparecer¨ªa as¨ª una nueva l¨ªnea divisoria en Europa que dificultar¨ªa no s¨®lo las relaciones con Mosc¨², sino la soluci¨®n de otros problemas calientes, como Bosnia o el avance en los acuerdos de desarme. La propia Uni¨®n Europea podr¨ªa ver alteradas sus actuales prioridades. Y todos correr¨ªan a protegerse bajo la falda de la madre americana, una madre que se est¨¢ acostumbrando a vivir su vida.
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