Inquietud en Francia al comprobarse que no hubo controles en la importaci¨®n de vacuno brit¨¢nico
Miedo a que se repita una crisis similar a la de la sangre contaminada
"Asistimos a un cataclismo, a una cat¨¢strofe nunca vista". Palabras poco tranquilizadoras, viniendo de un ministro. El m¨¢ximo responsable de la agricultura francesa, Philippe Vasseur, est¨¢ en el ojo de la tormenta desatada por la encefalopat¨ªa espongiforme bovina, m¨¢s conocida como mal de las vacas locas. Los consumidores franceses, que se cre¨ªan a salvo, han sabido esta semana que las garant¨ªas gubernamentales eran falsas: Francia ha importado harinas animales brit¨¢nicas hasta hace unos meses, pese a la prohibici¨®n; siguen apareciendo nuevos casos de vacas enfermas, y al menos una persona parece haber muerto hace unos cinco meses a causa de la enfermedad de Creutzfeld Jakob en su nueva modalidad, la transmitida a los humanos por los bovinos.Cuando habl¨® de "cataclismo", Vasseur deb¨ªa tener en mente, como muchos de sus compatriotas, la crisis de la sangre contaminada de 1985. El recuerdo de las transfusiones de sangre con virus del sida, por las que a¨²n est¨¢n procesados el primer ministro de la ¨¦poca, el socialista Laurent Fabius, y numerosos altos cargos sanitarios, es un elemento crucial en esta situaci¨®n. Los pol¨ªticos temen acabar ante los tribunales acusados de envenenamiento, como Fabius, y se dejan llevar por el p¨¢nico.
Los ciudadanos desconf¨ªan de su administraci¨®n y reducen el consumo de carne vacuna: las ventas han ca¨ªdo un 40% desde finales de marzo. Los ganaderos, que dicen haber perdido ya unos 30.000 millones de pesetas y se consideran estafados por el gobierno, preparan manifestaciones para esta semana.
Debates parlamentarios
Algo ha funcionado muy mal en el control de las importaciones de harina animal brit¨¢nica elaborada con huesos de vacuno. La presunta fuente de contaminaci¨®n fue prohibida en el Reino Unido, como alimento para ganado vacuno, en julio de 1988. Francia esper¨® a agosto de 1999 para prohibir la importaci¨®n, que ese mismo a?o alcanz¨® la marca hist¨®rica de 16.000 toneladas gracias a la ca¨ªda de precios.
En 1990 entraron a¨²n en Francia 1.800 toneladas desde el Reino Unido, pero en 1991 y en 1992 se respet¨® completamente la prohibici¨®n. Sin embargo, desde 1993, con 610 toneladas, se reanudaron las compras: 4.300 toneladas en 1994, 4.000 en 1995 y, durante el primer trimestre de este a?o, 5.140 toneladas.
La crisis de las vacas locas ha provocado los debates parlamentarios m¨¢s agrios desde las elecciones de 1993. El gobierno conservador y la oposici¨®n socialista se han descalificado mutuamente esta semana, arroj¨¢ndose unos a otros una responsabilidad que en realidad comparten: los socialistas hasta 1993, los conservadores desde entonces.
El gobierno de Alain Jupp¨¦ ha actuado casi fren¨¦ticamente para tranquilizar a sus ciudadanos, con m¨¢s de 10.000 controles de la Brigada de Represi¨®n del Fraude para retirar del mercado la carne de origen brit¨¢nico y 53 sanciones a infractores. Pero ha fallado en las harinas. Y ha cometido el error de atribuir la culpa a la Comisi¨®n Europea. Como resultado, ha extendido la desconfianza del p¨²blico a todo el sistema institucional, desde Bruselas hasta Par¨ªs, y ha abierto la v¨ªa a una crisis pol¨ªtica de consecuencias impredecibles.
El propio presidente, Jacques Chirac, calcul¨® muy mal la sensibilidad de los franceses cuando, en su reciente visita oficial al Reino Unido, prometi¨® a los brit¨¢nicos que defender¨ªa el levantamiento del embargo ante el resto de la Uni¨®n Europea. Los acontecimientos posteriores han situado a Chirac y su gobierno a la defensiva, ante un problema que ya no es exclusivamente brit¨¢nico y crece alarmantemente en el terreno dom¨¦stico.
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